
Que hace décadas el Tribunal de Justicia de Santa Cruz (TSJ) podría abreviarse como “TSJK” ( por su acervo político kirchnerista) no es una novedad; y en diversas oportunidades quedaron expuestas las maniobras de este organismo que debiendo ser la garantía del sistema de justicia provincial terminó siendo la causa de la putrefacción del Poder Judicial.
Pero hasta ahora, pocos integrantes o ex integrantes del Poder Judicial se habían animado a exponer la realidad patética del TSJK.
Como el pescado, que se pudre primero desde la cabeza, el máximo organismo judicial provincial esta no solo putrefacto, sino que contaminó hacia abajo al sistema y expulsó a todo aquello que no le convenía a Poder Político que lo había contaminado.
Ahora, en una nueva etapa institucional, con una gestión que derrotó a 30 años de hegemonía política y control social perverso, es la cúpula judicial la que resiste el cambio aferrada a sus mentores políticos que intentan detener los cambios.
Es en este contexto que la denuncia de la ex jueza Noelia Ursino, expone la vergonzosa intimidad del TSJ, que emana violencia, persecución y maniobras que rozan lo mafioso.
“Deseo manifestar públicamente situaciones que afectaron mi función judicial. Durante mi desempeño, observé prácticas provenientes de mis superiores que interpreté como actos de hostigamiento institucional, consistentes en la falta de asignación de personal adecuado y en la realización de inspecciones reiteradas y poco habituales en comparación con otros juzgados similares. Durante mi gestión no conté con los recursos humanos mínimos necesarios para el funcionamiento del juzgado, situación que dificultó seriamente mi tarea. Resulta llamativo que, tras mi renuncia, esa carencia se resolviera de inmediato y se solventara la dotación de personal, lo que confirma que se trataba de una problemática evitable”, describe la ex magistrado en un extenso artículo que lleva su firma en el medio digital Winfo.
Cuadro de situación
Noelia Ursino, era la jueza de Primera Instancia en lo Criminal, Correccional y Penal Juvenil de Puerto Santa Cruz. La ahora, ex funcionaria presentó su renuncia que fue aceptada por el Poder Ejecutivo a partir del 4 de septiembre pasado; mientras cumplía con una suspensión y afrontaba un proceso de jury de enjuiciamiento por prevaricato. Todo se había desencadenado por la denuncia de dos trabajadoras de su juzgado, quienes aseguraron que las había citado fuera de horario y, al no responder, envió a la policía a sus domicilios. Fue el gremio de los judiciales (el mismo que ahora se niega a la reforma del sistema con la ampliación del TSJ de 5 a 9 miembros) quien impulsó la denuncia en el máximo organismo, que actuó con inusitada velocidad y multó a Ursino. Quien llevó a cabo el proceso de Jury fue fiscal Lisando De la Torre, otro “cuasi empleado” del kirchnerismo hijo político (en términos figurativos) de la ex gobernadora Alicia Kirchner ; y deste modo se consumó la maniobra que finalizó con el apartemiento de una jueza que no respondía a los cánones políticos del sistema judicial heredado por el gobierno de Claudio Vidal.
Habría que destacar que esta joven abogada nacida en Puerto Santa Cruz y madre de dos hijos, uno con discapacidad, llegó a jueza con el antecedentes de firmeza en sus conviciones, como la defensa de las mujeres y con causas contra abusadores y femicidas; además de impulsar derechos para niños y adolescentes víctimas de violencia.
Someter a la jueza
A días de haberse consumado la operación de “tenazas” sobre Ursino, ella salió a responder públicamente y defender su honorabilidad, trayectoria y profesionalismo y contó el proceso amañando al que fue sometida.
“Se suma a esta persecución institucional el escaso tiempo que se me otorgó para contestar la acusación: apenas cuatro días hábiles, plazo manifiestamente insuficiente para elaborar una defensa seria y adecuada”, explicó en referencia al proceso de Jury que enfrentaba.
Más aún, sobre la arbitrariedad de los mecanismos utilizados, resaltó que de manera insólita “dicha acusación partió exclusivamente del propio Tribunal Superior, ya que en ningún momento existió denuncia de particulares ni de justiciables respecto de un presunto mal desempeño”.
Entre otras anormalidades, la ex jueza mencionó que se encontró con “irregularidades en actas que fueron labradas respecto del juzgado a mi cargo, las cuales no reflejaban fielmente las circunstancias observadas. Denuncié ante mis superiores el acta de inspección de septiembre de 2024 por contener datos falsos; sin embargo, lejos de intervenir para corregir la situación, se redobló la presión y se dispuso una nueva inspección en febrero de este año, realizada incluso en mi ausencia, lo que vulneró gravemente las garantías mínimas de control y transparencia”, puntualizó en el articulo donde desenmascara al TSJ y su accionar corporativo.
Respecto a la actitud persecutoria, mencionó el hecho de haberla apartado de sus funciones constitucionales mediante la imposición de una ‘licencia extraordinaria’, figura que ni siquiera está prevista en el reglamento de licencias para magistrados y funcionarios del Poder Judicial de Santa Cruz. “Esa medida careció de sustento normativo y tuvo como único efecto neutralizar mi ejercicio pleno del cargo”, puntualizó.
“Otro hecho que buscó afectar mi reputación fue la imposición de una multa sobre mi sueldo sin haberse sustanciado previamente el sumario administrativo que exige la normativa vigente. La medida se fundó únicamente en la interpretación del representante gremial, pese a que las empleadas del juzgado nunca efectuaron en tiempo y forma denuncias por violencia laboral, tal como se alegó. Cabe señalar que, al intentar comunicarme personalmente con dicho representante gremial para esclarecer los hechos, nunca obtuve respuesta, lo que me lleva a pensar que este entramado también contó con la colaboración de ese sector para facilitar el avance del Tribunal Superior hacia mi desplazamiento y eventual destitución”, detalló la ex jueza en un descargo publico inédito para una funcionaria del poder judicial provincial.
Transparencia
Además de mencionar y puntualizar cada irregularidad, arbitrariedad y aberración jurídica con la que la acosaron, la ex magistrado no dudó en afirmar que ella ejerció su “cargo con responsabilidad, aun cuando ahora se pretenda utilizar mi situación para atacar al gobernador que aceptó mi renuncia”. Es preciso aclarar que ello constituyó el mecanismo legal correspondiente, ya que, tratándose de un cargo constitucional, es el único camino formalmente previsto.
En esta línea Ursino analizó el contexto en el que se da su caso y apuntó a las molestias e inseguridades que el cambio de sistema le genera a jueces que por décadas manejaron el sistema a su antojo.
“Desde mi experiencia personal, considero que el Tribunal Superior de Justicia debería conformarse de manera más plural y ajustada a los requisitos que la Constitución provincial establece para sus miembros, privilegiando trayectorias académicas y profesionales sólidas”, sentenció la ex jueza.
Luego no dudó en graficar la conducta de los integrantes de la cúpula judicial y dijo que: “No puede perderse de vista que quienes lo integran (al TSJ) gozan de la garantía de inamovilidad, y por ello deben responder a la población con actos institucionales serios, que aseguren seguridad jurídica para todos, como corresponde en una sociedad que necesita una justicia a la altura de su importancia”.
Ya en el final de su extensa publicación la ex jueza explicó que realizó el articulo para dejar constancia “de lo sucedido, en resguardo de la transparencia institucional y del derecho de la ciudadanía a conocer la situación, reafirmando mi compromiso con la independencia judicial, el Estado de derecho y el cumplimiento de la ley. Es una pena que la justicia busque mecanismos de ropaje legal para enmascarar situaciones irregulares, cuando debería ser el espacio que garantice imparcialidad, transparencia y respeto a los derechos de todos”, finaliza Ursino.