maduro

Caracas
El presidente venezolano, Nicolás Maduro, acudió al congreso de las Juventudes Revolucionarios dispuesto a subirles el ánimo en medio de la tragedia venezolana. Para ello, profundizó en el relato de la Venezuela perfecta, “muy exitosa en lo social y campeones mundiales en política”, aquella en la cual los migrantes sólo huyen del paraíso engañados y “con el bolsillo lleno de dólares”, según aseguró el mandatario.
“Lo mínimo que llevan son 5.000 dólares. Eso es platica. Hay que ver lo que es la campaña contra Venezuela, yo la califico de estúpida, porque nos quieren imponer una crisis humanitaria de emigración”, añadió el mandatario, quien dice estar convencido de que con las “falsas informaciones” sobre el éxodo masivo de su pueblo se busca un golpe de Estado o la invasión imperialista. En cambio, la Organización de Naciones Unidas opina lo contrario: “El movimiento transfronterizo no tiene precedentes en la historia reciente de América”.
Como tantas veces ocurre en la Venezuela bolivariana de las dos dimensiones, la oficial tan distante de la real, el discurso gubernamental pretende tapar el sol con las nubes de la propaganda.

Crisis
Durante la crisis del pasado agosto, cuando medios de todo el mundo recogieron las imágenes de los venezolanos transitando a duras penas por las carreteras de países como Colombia y Ecuador, el principal obstáculo de los que huían de la gran crisis es que ni siquiera llevaban dinero para pagar el transporte.
Con el actual salario mínimo al precio oficial, un venezolano necesitaría trabajar al menos 14 años para reunir los 5.000 dólares; si cambiase en el mercado paralelo, la espera se prolongaría durante 23 años.
Para Naciones Unidas, ya 2,3 millones de criollos han abandonado el país, una cifra que el Centro por la Justicia y el Derecho Internacional eleva hasta cuatro millones.
Luis Almagro, secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), ha viajado a Colombia para comprobar personalmente la dimensión de la crisis en el país más afectado. Más de un millón de venezolanos viven ya en la nación vecina, que además sirve de puente para el tránsito al resto del subcontinente. “Colombia no es capaz de soportar esta situación sola”, ha insistido su canciller, Carlos Holmes.
Además de su constante diatriba con Bogotá, el Gobierno bolivariano adelantó que emprenderá acciones internacionales para denunciar “el trabajo esclavo, la xenofobia, los delitos de odio y el maltrato brutal en contra de mujeres y niños venezolanos” en los países de acogida. La revolución se ufana tras haber repatriado a 2.780 venezolanos entre los varios millones huidos del país.