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Caleta Olivia
En los últimos tiempos nos han adiestrado, a través de las teorías psicológicas sobre cómo ser amigos de nuestros hijos entre otras del siglo que llegaron para contrarrestar el hecho de que la violencia ejercida sobre los menores de antaño era brutal y ciertamente lo era pero limites, no significa brutalidad y respeto, no significa violencia.
Abundantes textos nos enseñaron a cerca de que, quien ejerce la disciplina es cruel. Si bien es cierto que las relaciones padres- hijos no deben ser impositivas ni absolutistas, también se debe tener en cuenta que la experiencia siempre sí o sí es quien guía al inexperto y es natural y correcto que así funcione- solo bastaría observar la naturaleza y sus relaciones para comprender que la transferencia generacional es necesaria y una forma de cuidado-.
Entonces y para ilustrar la idea tenemos por ejemplo los típicos casos de, dar como padres más de lo que se puede o lo que en realidad, no es necesario;¿ por algún tipo de culpa o de carencia o sufrimiento propio de nuestra niñez quizá…?
Así trasladamos frustraciones, dolores guardados o bien una manera de criar que no nos convence del todo pero que, según la sociedad es la correcta, cuando en realidad, lo único certero es que, ésta forma nos lleva claramente es a una pérdida de control de las situaciones que debieran ser naturales en las relaciones con las generaciones nuevas; las cuales por supuesto necesitan guía como cualquier planta pequeña o bien “crecerá torcida”… ( Tal como lo anunciase cualquier maestro del siglo pasado).

Escenarios
Los escenarios entonces que abundan son niños gritando en lugares públicos, niños enojados con sus padres por no poder adquirir cosas innecesarias, malos tratos de hijos a padres, falta de límites en los tratos con adultos, una especie de desvalorización hacia la experiencia y la adultez y un errado culto hacia la juventud que cada vez adquiere menos valores y va mas equivocada por el camino de la vida.
Al decir errado quiero detenerme en este fenómeno de que,- si bien no en todos los casos pero sí en lo general- al tiempo corriente, nos encontramos con una juventud que no practicó la disciplina en ningún aspecto, que no conoce la abstención o el sacrificio a cambio de lo que se pretende obtener, que no comprende la importancia de límites, respeto o la escucha atenta y valorable y por tanto y muy equivocadamente están seguros que nacieron sabiéndolo todo- en algunos casos, aún, que vinieron a enseñar a los mayores-.
De ésta manera nos encontramos con una sociedad de jóvenes eternos que difícilmente recuperen el tiempo perdido en el cual no se fueron inculcando los valores necesarios para la inserción en la adultez ; esos valores que se incrustan paulatinamente a lo largo de la vida y que solo se logra en ese proceso gradual.
Es decir que estamos formando personas que no conocen la realidad de que el sacrificio y la constancia son parte de la vida, así como el respeto a todo lo que nos rodea; por tanto tenemos una sociedad bastante frustrada ya que al no conseguir las metas de modo automático solo por pedirlas o desearlas, entran en una frustración automática – que se transforma en enojo constante y que viene acompañada de una desilusión y búsqueda de salida sin conocer en absoluto el camino.; – sin entender que en la existencia nunca fue viable el “soplar y hacer botella”-.
En una sociedad en la cual los adultos inculcamos que es negativo que un gendarme revise las pertenencias, estamos reforzando la idea de que todos podemos por ejemplo cargar drogas o armas en un bolso, en lugar de enseñar que está bien el control para no estar en riesgo o a manos de delincuentes sorpresivos.
En un grupo social en el cual se juzga a un padre por decir “no” a un hijo, se refuerza la idea del dominio del hijo sobre el padre; en donde el hijo no sabe por supuesto, administrar ni elegir a qué se le debe dar prioridad en cuanto a los gastos del dinero.
En un lugar en el cual se ve bien la violencia como medio para conseguir los objetivos, se está enseñando que la los medios judiciales están de más.

Sociedad
En una sociedad en la cual no enseñamos el valor de la vida animal, estamos enseñando que solo yo tengo valor o derecho de existir; si en el mismo lugar no se enseña a recolectar mis desechos, estoy enseñando que está bien vivir en un basural y que eso es lo correcto. En un lugar en el que, llamarle la atención a un pibe provoca miedo, todo está mal.
A continuación la lógica consecuencia: nos quejamos de lo que sembramos y de lo que, no hacemos ningún intento por corregir y convivimos callados en un lugar en donde por supuesto, lo que nos rodea es la mugre y las enfermedades, la violencia, la evasión a las normas, la burla fácil y cruel, el ataque por el mismo ataque y el sálvese quien pueda.
Por último solo resta tomar conciencia y hacer un mea culpa sobre el lugar que deseamos y en el que seriamos felices y cambiar, amigándonos con y utilizando, la “disciplina” que es la única herramienta posible para un cambio, el cual, ya es tiempo de emprender para el bien de todos.
Cambiar evasión por disciplina seria entonces el meollo del asunto.