Caleta Olivia – Por Natalia Quilis, docente en Lengua y Literatura
El juego es una característica de los infantes, ellos pasan su tiempo entretenidos imaginando, es decir jugando con su mente; no es raro escuchar o asistir como testigos, sobre el hecho que algún nene/a divaga dialogando con su amigo/a imaginario.
También lo hacen con su cuerpo físico: correteando, por ejemplo en la cachadita o escondidas; o con sus manos: elástico, soga, rango, armando o encastrando etc.
Solemos verlos a menudo también jugando concentrados con su mente resolviendo problemas o en juegos de mesa, crucigramas, sopas de letras, entre otros.
Pues bien, así es natural verlos crecer, de hecho actualmente, los vemos jugar en redes o con juegos electrónicos hasta bien superados los veinte.
En mi casa paterna el ajedrez era una distracción que reunía a la familia en campeonatos hasta bien entrada la mañana… Tengo los mejores recuerdos de aquellos momentos compartidos.
Pero el interrogante es… El juego, es un acto de inmadurez? Otra de las cuestiones es que por lo general, en la adultez es el género masculino, quien continúa reuniéndose para jugar, ya sea fútbol, naipes o algún otro deporte o lo que fuere; ellos mantienen la costumbre mucho más asiduamente que las mujeres.
Será porque nosotras nos tomamos la madurez mas a pecho o porque nos hacemos más serias con el tiempo, la maternidad, el trabajo; que nos olvidamos de jugar? Será que nos parece inmaduro jugar aunque mas no sea con la familia?
La verdad es que la mayoría de los adultos contemplamos el tiempo de juego como tiempo muerto o desperdiciado. Cuando en realidad, el no jugar, o no reír, es el verdadero desperdicio…
Conexión
En el caso de los chicos es de admirar de qué manera se conectan y disfrutan con el juego, yo lo compruebo en mis clases al proponerles alguna competencia entre varones y nenas en el aula. Sorprendidos y tímidos aceptan la propuesta de un dígalo con mímica, para expandir y reforzar la expresión oral y la concentración o alguna lectura en voz alta representativa de alguna obra dialogada o un ahorcado o tuti-fruti.
En realidad hay alguien que considere que el juego es una inmadurez? Todavía existe quien crea que hay cuestiones más importantes o que no se detengan a observar que la vida consiste en uno?
Cuando jugamos nos entretenemos, nos acercamos, nos olvidamos de las preocupaciones, nos conocemos; muchos son los beneficios que el juego nos regala. Muchas son las virtudes del compartir con fines recreativos.
Una cuestión es madurar o envejecer y otra muy diferente es dejar de disfrutar las cosas buenas de la vida.
En fin, creo que debemos poner en práctica el jugar, ya que, quien no aprendió a jugar, tampoco aprendió a madurar…