Buenos Aires
El 9 de abril de 1982, siete días después del desembarco militar en las Islas Malvinas, salió del continente una escultura venerada de 38 centímetros construida a base de arcilla cocida.
Pasaron 37 años: la imagen de la Virgen de Luján que acompañó a los soldados argentinos durante la guerra regresó al país, a las seis de la mañana, en un vuelo directo del Aeropuerto Internacional Leonardo Da Vinci-Fiumicino, de Roma.
Arribó temprano al aeropuerto de Ezeiza, donde fue recibida con honores por efectivos de fuerzas armadas, de seguridad y veteranos de guerra. La llevaba el obispo castrense, monseñor Santiago Olivera, escoltado por veteranos de guerra y una bandera argentina con la leyenda “Islas Malvinas, patria y soberanía”.
El monseñor, principal promotor de la restitución de la imagen, calificó su regreso como “un milagro”. “La Virgen nos habla de la fraternidad entre los pueblos, es madre de todos. Tenemos que empezar a vivir como hermanos, a pensar distinto. María nos recuerda que tenemos un Dios en común”, agregó en conferencia de prensa.
Paradero
Su paradero parecía desconocido. Cuando finalizó la guerra, la Virgen de Luján enviada para proteger a los soldados argentinos durante el conflicto bélico, se entronizó en la ventana oriental de la Catedral de San Miguel y San Jorge de Aldershot, en el condado de Hampshire, sede del obispado castrense británico, a través de la gestión del monseñor Dan Spraggon, dado que en la parroquia Saint Mary de las Islas Malvinas, donde permaneció a resguardo durante la guerra, había dos imágenes: unos turistas argentinos ya habían dejado una imagen décadas atrás.
La trasladaron a la catedral británica en memoria de los caídos durante el conflicto bélico, sin banderas, patrias ni distinciones.
Debajo de la santa patrona, una placa negra explicaba en inglés: “Los argentinos invadieron las Islas Malvinas en 1982 y llevaron con ellos esta estatua de Nuestra Señora de Luján. Después de su rendición dejaron la imagen con el prefecto apostólico de las islas, monseñor Dan Spraggon. Él se la presentó al padre Alfred Hayes, quien estaba con las fuerzas británicas a lo largo de la campaña”.
Comodorense
Jorge Palacios escoltó la llegada de la Virgen al país. Veterano del Regimiento de Infantería Mecanizado 25, una unidad militar ubicada en la localidad de Sarmiento en la provincia del Chubut, cerca de su ciudad natal Comodoro Rivadavia, fue el encargado de pasear la imagen en peregrinación luego de haber sobrevivido al bombardeo británico del 4 de mayo.
“Ese día casi pierdo la vida. Estuve una hora sepultado. Mis compañeros dicen que fue un milagro que siguiera vivo. En ese momento sentí que no me iban a rescatar. Mi mente se puso en blanco y empecé a despedirme de mi familia, de mis amigos, de todos mis conocidos. Recé a mi modo porque no podía mover los brazos. Yo sentí que hablé con Dios”, relató en diálogo con TN.
Dijo no haber sentido miedo ni desesperación, se había entregado en paz y le había pedido a Dios no tener una muerte lenta. En ese momento sintió que alguien estaba escarbando la tierra para rescatarlo. Lo recordó con emoción. “Cuando veo a la Virgen recuerdo a los caídos, a mis compañeros. Yo tuve la misión para ir a repatriarla y estoy tremendamente orgulloso y emocionado de haber representado a mis camaradas”, narró.
Desde que se enteró hace cuarenta días que iba a viajar al intercambio: “Desde ese día hasta hoy lloré por ella”.