«Presentí que la Historia estaba pasando junto a nosotros y nos
acariciaba suavemente como la brisa fresca del río.
Era el subsuelo de la Patria sublevada». (Raúl Scalabrini Ortiz)
Innecesario ya describir los pormenores, causas y antecedentes del
aquel histórico 17 de octubre que montado en una interminable y
espontánea marea humana construía un líder y el mayor movimiento
político de la historia argentina (y de gran parte del mundo). Pero lo
que resulta imprescindible conocer y rememorar son las consecuencias
de aquella gesta que insertó de una vez y para siempre a un vasto
sector de la sociedad argentina en el terreno de las decisiones políticas
del país, ocupando un lugar que no abandonaría nunca más.
Cuando el Pueblo vio que la Justicia Social era posible y no sólo un
sueño utópico, una vez que probó el sabor de la Justicia, ya no habrá
vuelta atrás y no habrá manera de vencerlos.
El 17 de octubre de 1945 se sembró en nuestra historia política el
germen de la revolución nacional y de su interpretación a través del
Movimiento Nacional Justicialista. El Peronismo.
Pero no sólo fue un génesis político y social que transformó la vida de
todos los argentinos, muchos conquistando derechos, pocos perdiendo
privilegios. Se instaló también como un faro referencial para todos los
sectores de la sociedad, que extiende sus efectos hasta nuestros días.
Ese 17 de octubre le enseñó a los trabajadores (activos y pasivos) que
la fuerza de su unidad y su conciencia de clase no los convierte en una
masa (como nos han querido hacer creer) sino en un movimiento
incontenible, indetenible, en busca de sus derechos, su dignidad y
libertad. En este trayecto de 76 años de historia, el peronismo ha
resistido y subsistido como una fuerza política viva que ha sabido
adaptarse a los vaivenes de la realidad, pero fundamentalmente
porque ha sido fiel a su raíz y a esa voluntad revolucionaria que lo llevó
a determinar, desde lo más profundo del Movimiento, que el Peronismo
sería revolucionario o no sería nada.
Ese convencimiento, como un mantra político, es el que, a pesar de los
golpes, de los fusilamientos, de los miles de compañeros muertos y
desaparecidos, lo ha mantenido invencible. Porque se podrá matar
hombres y mujeres, pero jamás se podrá matar una revolución.
Decimos que aquel 17 de octubre de 1945 transformó la vida de todos
los sectores de la sociedad argentina, porque su mensaje llegó también
a los sectores del privilegio. Llegó en forma de temor por el
espectáculo, grotesco para ellos, de ese «aluvión zoológico» que les
mandaba el mensaje de que ya no estaban solos en eso de tomar el
país como propio. También era de los sectores populares que contaban
con el Poder de movilización para defender y sentir como nunca a su
Patria, que ya no era sólo de los oligarcas y la «gente linda».
El 17 de octubre quedó instalado para el sector del privilegio como un
aviso: el pueblo tiene la fuerza para defender sus derechos y
conquistas, y para proteger a sus líderes. Quedó grabado a fuego en
sus mentes de explotadores como un fantasma que no desean repetir.
La repetición de un potencial 17 de octubre reeditado ha sido el freno
histórico a su impunidad. Ha sido el límite que les impidió avanzar
sobre Cristina, ya que a pesar de contar con toda la suma del Poder no
se sintieron capaces de imaginar la reacción del Pueblo si avanzaban
arbitrariamente sobre la conductora del Movimiento Nacional, como sí
lo hicieron con otros compañeros que sufrieron su encierro y
aislamiento.
El 17 de octubre de 1945 inicio la construcción de un puente político
que tiene su cabecera original en la Plaza de Mayo llena de Pueblo; y
que extiende esa construcción hasta esa misma plaza 76 años después.
La Historia del Peronismo sabe de conquistas y derrotas; de
compañeros y de traidores, de logros y decepciones, de felicidad y de
martirio. La Historia del Peronismo es una demostración de fuerza y de
resistencia. Una realidad que partió la Historia democrática argentina
en dos. Es la Historia de una voluntad que claramente aún está
pendiente por concretarse.
Es por todo esto que los dirigentes y representantes populares tienen
la responsabilidad de ser los canalizadores de esta fuerza, y no los
neutralizadores de la misma. Porque también es cierto que, así como
los fácticos le temen a la fuerza popular en un reeditado 17 de octubre,
también los dirigentes sociales sienten ese mismo temor por el
momento en que el Pueblo decida marchar con sus dirigentes a la
cabeza o con la cabeza de sus dirigentes.
Por Evita y por Perón. Por Néstor y Cristina. Por las Madres y las
Abuelas, y todos los muertos que entregaron su vida para que el Pueblo
no fuera sometido a los intereses de unos pocos.
Lealtad a los principios soberanos del Pueblo y a todos aquellas que, al
frente del Movimiento, lo sepan interpretar y traducir en hechos.
Hasta la Victoria, siempre.
Santa Cruz, 17 de octubre de 2021
Grupo de Peronistas Santacruceños (GPS)