Es increíble ver la situación que padece hoy la República Argentina, representada en uno de los barrios más bonitos de la ciudad de Buenos Aires, llamado Recoleta, donde reside la vicepresidente Cristina Fernández de Kirchner y numerosas familias tradicionales de la misma localidad
Ante el allanamiento y derrumbe de las calles de este barrio, ocasionados por grupos corruptos pertenecientes al kirchnerismo y a La Cámpora, se presenta una total debilidad de actuación del supuesto gobernador de esta localidad, llamado Rodríguez Larreta com a quien en ningún momento tomó medidas de autoridad con la seguridad y la policía local.
Esta supuesta persona com a poseedora de malos antecedentes ya conocidos en otros artículos, Desea postularse como presidente De la nación Argentina en el 2023. Sabiendo que se trata de una persona non grata para muchos ciudadanos y de poca credibilidad en el ámbito de ejecución institucional.
A este conflicto, se suma la opinión vulgar de la montonera Patricia Bullrich, quien también bajo el mismo frente llamado juntos por el cambio, y presidiendo el partido propuesta republicana coma de carácter socialdemócrata, presenta una crítica frente al accionar del señor Rodríguez larreta .
Cabe entender, que de no poder llevarse un orden y diálogo dentro de un mismo frente, ya demuestran estas personas y su entorno, que no están en condiciones de ejecutar un poder cómo es la representación de una presidencia de la nación.
Segun Domitila Dellachal, del diario La Nacion afirma, sobre la causa marcante de la intimidad de los vecinos de Cristina Kirchner en Recoleta: reuniones, estrategias y cansancio
Se recopiló testimonios de los vecinos autoconvocados, que tienen su propio grupo de chat desde que la militancia copó el barrio; estudian medidas para que se vayan los manifestantes
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“Están tratando de sacarnos de quicio”. Así lo definen los vecinos de la vicepresidenta Cristina Kirchner. Desde el último lunes por la noche, la intersección de Juncal y Uruguay, en el barrio porteño de Recoleta, es territorio ocupado por la militancia kirchnerista. Con grupos que fluctúan de tamaño según el horario, los cánticos y la interrupción intermitente del tránsito se han vuelto algunos de los condimentos que afectan la vida diaria.
El último viernes, en el quinto día de movilizaciones, un abogado de 43 años dio inicio a un grupo de vecinos autoconvocados. Con una carta que daba detalles hasta escatológicos de postales que han registrado en la calle, se dio inicio a un colectivo donde decantan emociones e ideas en busca de soluciones. “Hay que parar esto, pero sin agredir”, observa Cristina, una vecina tocaya de la vicepresidenta.
En diálogo con LA NACION, Malu -que es madre de cuatro hijos y no disimula su agotamiento- afirma: “No estoy en contra de las manifestaciones de la gente, pero cuando empiezan a perjudicar la libertad del otro ya estamos en problemas”.
La mujer detalló que los dormitorios de su domicilio dan hacia la calle Uruguay. “Los ruidos hasta bien pasada la medianoche son insostenibles”, expresa. Mientras charla con este medio, se escuchan sonidos de bombos y cánticos de fondo. “Mi hija de 10 años no quiere volver a casa y me pide que nos mudemos. Tiene mucho miedo”, agrega.
El último sábado, la Policía de la Ciudad instaló vallas en cuatro puntos que rodeaban la intersección más afectada. En cuestión de horas, la militancia derribó el improvisado muro y se enfrentó con agentes de la fuerza porteña. La tensa situación culminó con miles de personas en la zona, que no se descomprimió hasta que la vicepresidenta Cristina Kirchner habló frente a sus seguidores.
Tras los cruces, autoridades porteñas y nacionales fijaron una serie de reglas de convivencia para que comulguen los derechos de las partes involucradas: vecinos y manifestantes. La militancia kirchnerista, según informaron fuentes de la Policía de la Ciudad a LA NACION, se comprometió a varios puntos: no cortar la calle, no instalar parrillas, no vender objetos ni bebidas en la vía pública, no utilizar bombos ni explotar pirotecnia. La promesa duró poco.
“Hace una semana que estamos así”, protestan. En el grupo de chat de los vecinos se evalúan distintas formas de expresión pública, en busca de una solución. Mientras un puñado incita a un cacerolazo o alguna acción más activa, la amplia mayoría pide mantener la calma. “Creo hay que pensar bien cada paso: uno en falso hará que la cosa se ponga peor”, señala Juan, al defender una postura más medida. “Todos estamos podridos de esta situación. Violencia genera más violencia”, remarca María José.
Y continúa: “No es miedo. Es pensar antes de actuar. Si les seguimos el juego va a terminar todo peor”.
Solo sobre la calle Uruguay entre Juncal y Arenales hay un colegio primario de mujeres, un jardín maternal, un centro terapéutico para personas con discapacidad y un geriátrico. La vida de todos los miembros de estas comunidades se ha visto afectada esta última semana, sobre todo por la tarde, cuando el caudal de militantes tiende a aumentar. Los comercios, por su parte, tampoco pueden trabajar normalmente y denuncian pérdidas de cientos de miles de pesos.
La militancia, que desde el último lunes se acerca a Recoleta, refuta las acusaciones en su contra. “El pueblo ejerció su derecho a manifestarse con amor, pacíficamente”, dijo este fin de semana el canciller Santiago Cafiero, uno de los funcionarios que se hicieron presentes en los alrededores de la casa de Cristina Kirchner.
“Hace una semana que no se puede descansar, ni trabajar, ni estudiar en casa”, advierte María.
Cantar el himno nacional, encender velas y colgar banderas. Los vecinos buscan alternativas silenciosas pero poderosas –según aseguran- que sirvan para llamar la atención de autoridades. “Ya se levantaron varios amparos en los juzgados correspondientes”, cuentan. Mañana incluso tienen previsto reunirse con un parlamentario de Juntos por el Cambio.
“La estrategia de provocar es clara. No habría que entrar en el juego, sino, seguirán viniendo”, resumen los vecinos, quien señalan: “Mientras, desde el Gobierno aprovechan para distraer del caos económico q se avecina entre tarifazo e inflación”. Lo único que piden -o, más bien, ruegan- es recuperar la normalidad.
A la Ex Montonera Patricia Bullrich, tambien conocida como Carolina Serrano, le pareció «débil» la actuacion de la policía porteña
La represión en Recoleta desató otro round entre Bullrich y Rodríguez Larreta
El intento del jefe de Gobierno porteño de mostrar su mano dura frente a las manifestaciones de apoyo a Cristina Kirchner no le alcanzó para congraciarse con los «halcones» del macrismo. La exministra de Seguridad le reprochó que no se hayan mantenido las vallas y lanzó: «Nos erosionaron el carácter».
Tal como lo observó Cristina Kirchner en su discurso del sábado cuando le pidió a la oposición de que «dejen de competir entre sí para ver quién odia más y quién le pega más a los peronistas», la presidenta del PRO, Patricia Bullrich, aprovechó el fin de semana para echar nafta a la interna de Juntos por el Cambio y calificó de “débil” al gobierno porteño por permitir que las movilizaciones populares tomen las calles.
«La Ciudad siempre está con las calles tomadas. Nos ven débiles por eso” y por eso «quiero representar un Juntos por el cambio que no se deje manejar por el kirchnerismo», lanzó la presidenta del PRO en un claro desafío a Horacio Rodríguez Larreta.
Como si fuera poco, el ex legislador del PRO, Federico Pinedo, salió en defensa de Bullrich, al sostener que la ex ministra “no dijo ayer nada diferente de lo que dijo en los últimos siete años en materia de seguridad”. A través de Twitter salió a tomar posición en la interna macrista y definió que “la inflación, la inseguridad y la defensa de las instituciones son nuestros adversarios”.
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El desastre total con la tibia defensa del larretismo
Quien salió a responderle fue el secretario de Seguridad porteño, Marcelo D’Alessandro: “Me llaman mucho la atención las declaraciones de Patricia Bullrich sobre el accionar de la Policía de la Ciudad”, dijo y sostuvo que la fuerza que conduce y reprime actuó con “profesionalismo y responsabilidad, sin dejarse amedrentar incluso por dirigentes políticos devenidos en manifestantes”.
Las expresiones de la líder de la denominada “ala dura” de JxC fueron hechas durante una entrevista a TN luego de que el gobierno de la ciudad acordara con el Ministerio de Seguridad nacional quitar las vallas que rodeaban la casa de la vicepresidenta de la Nación, escenario de la represión contra manifestantes, funcionarios y legisladores del kirchnerismo.
Tras la represión, Bullrich recomendó más dureza
“A mí me parece que cuando vos ya tomás una decisión de cercar la casa de la vicepresidenta para cuidar a la vicepresidenta y a los vecinos, la tenés que mantener. Si poner las vallas fue un error, la tenés que mantener”, disparó Bullrich.
Luego insistió: “En materia de seguridad, no podés tener miedo. Cuando vos tomás la decisión de poner la valla, la mantenés. Y no te corrés de ahí. Lo que te están poniendo en duda no es la valla, eso es simbólico. Ponen en duda tu Gobierno”.
Luego contó por qué no estuvo en la foto de presunta unidad que intentó mostrar la oposición durante la conferencia que el jefe de gobierno porteño hizo el sábado después de la represión contra la masiva movilización en Recoleta.
«Me llamó Larreta», contó Bullrich. «Le dije: «Yo voy si hablo, si puedo poner la posición concreta de lo que creo». Y siguió con sus críticas al mandatario porteño. «No podemos regalar al desorden y la falta de ley. Porque cuando tomás un símbolo y decidís que no van a pasar, estás marcando qué vas a hacer cuando seas gobierno. Y acá en la Ciudad somos gobierno», desafió.
«Nos erosionaron el carácter»
Además, la ex ministra de Seguridad hizo una comparación entre la gestión porteña con la suya durante el gobierno macrista: «Yo cuando puse vallas en el Puente Pueyrredón no me pasaron nunca». Sin embargo, ayer, cuando se quitó parte del vallado por acuerdo con la cartera se Seguridad nacional, «nos erosionaron el carácter», cuestionó.
D’Alessandro salió a defenderse como pudo y llamó a Bullrich a la re flexión. “Su actitud resulta funcional al kirchnerismo, que pretende caos y violencia. Es momento de unirnos y dejar de lado las mezquindades políticas”.
Como Moraleja: desen cuenta argentinos, que se necesitan nuevas represntaciones de liderazgo. Tanto el Frente de Todos como Juntos por el Cambio representan a la misma torta frita en busca de un poder y cargo.