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La “famosa” Mesa Nacional que convocó el Presidente Alberto Fernández y la cual fue “copada” por el Kirchnerismo, es un espejo rebuscado de lo que ocurre con el oficialismo en Santa Cruz.
En ésta provincia, no habrá convocatoria interna y tampoco habrá dialogo; mientras que el “Cristi-Camporismo” definirá las candidaturas mal que le pese a Pablo Grasso y a Javier Belloni; poniendo a Leo Álvarez y a Pablo González en el compromiso de hacerse cargo de salir a jugar en la campaña.
Mientras tanto, “la familia” especula con sus posibilidades y analiza las ventajas y desventajas con el “cansancio” de Alicia en Santa Cruz; el “miedo” de Cristina a nivel nacional y las indefiniciones de Máximo, que sabe que Buenos Aires le queda grande y no descarta “ir” por Santa Cruz.

Mesa fallida

La “no foto familiar” con la que se cerró la mesa de dialogo del oficialismo fue una clara síntesis del resultado de esa malograda y fallida convocatoria de Alberto Fernández.
Fueron 33 asistentes, pero la única ausente (Cristina) le volvió a copar
el centro de la escena a Alberto y le marcó la cancha para que deja de
estar pensando en una reelección. Es que esta “mesa nacional” funcionó como ámbito de “catarsis”, en la que el Cristi-Camporismo golpeó con un puño la mesa y les dijo a todos que comenzaran a trabajar para un “operativo clamor” para Cristina. Ocurre que la familia Kirchner – en este caso madre e hijo- creen que son los “dueños de los votos” y por eso amenazan con vaciar al PJ.
De todos modos, esto no lo que creen los gobernadores, que en masa abandonan la idea de “sacrificarse” por el “proyecto K” y ya planean y organizan sus elecciones provinciales desdobladas.
Es evidente que en el Frente de Todos, no están todos, y que la “unidad” no es tal.

Cristina, o nada

Tal vez el error, es pensar que a la familia Kirchner le “importe” la política, y tal vez sea que le “interesa” para no perder el “poder”, o peor aún para no ir a prisión.
Aquí queda desenmascarada la mentira de Cristina. Ella no está proscripta, esta condenada y por un grave delito que la pone en el peor de los lugares: una funcionaria corrupta y ladrona. Ella y toda la estructura cercana que supo construir.
Esa es la estructura que hoy la sostiene desde La Cámpora y desde otros espacios beneficiados con los “cajas” de ministerios, intendencias y organismos del Estado. Pero esa es la misma estructura que es repudiada por la dirigencia que busca despegarse y mostrarse como una alternativa oficialista con aspiraciones a ganar una elección pese al pésimo gobierno de Alberto Fernández y obviamente de Cristina.
De todos modos, esta idea de algo nuevo y creíble dentro del oficialismo, en Santa Cruz es una utopía; ya que quienes manejan el andamiaje provincial siguen siendo los mismos.
En este contexto, las aspiraciones de Grasso, Belloni, Álvarez y González, están supeditadas a la conveniencia de la familia Kirchner; con lo cual, al igual que ocurrió en la fallida mesa nacional, el diálogo esta cerrado a “aceptar” la decisión de Cristina o el ostracismo. Lo mismo que le ocurre a Alberto y su proyecto.