Karin Silvina Hiebaum – International Press
Estaba en un airbnb en Nueva York cuando lo vi: un librito de tapa naranja, con una flor de loto y “True Love” (amor verdadero) escrito en grande. Normalmente ese título no hubiera llamado mi atención, ni hubiese hecho que tome una silla y me suba para alcanzar la repisa a dos metros de altura. Pero acababa de tener un romance intenso y estaba de buen humor para el tema. Lo cierto es que lo que encontré me sorprendió.
El libro, cuyo título completo es “True Love. A practice for awakening the heart” (Amor verdadero: una práctica para despertar al corazón), del maestro zen Thich Nhat Hanh, terminó siendo muy importante para mi. Me enseñó, de forma simple, a meditar, a comunicarme mejor, a comprenderme a mí misma y a los demás de manera más profunda, y en consecuencia, es fundamental para la forma en la que hoy entiendo al amor. Me refiero aquí a una definición amplia de “amor”: el amor propio, el amor romántico, y otros tipos de amor. Lo compartí con amigos y amigas de culturas y edades distintas, y todos quedaron encantados con el texto. Hoy comparto algunos conceptos claves en este artículo, con la intención de seguir difundiendo la práctica de despertar el corazón.
Los cuatro elementos o pilares del amor según el budismo
MAITRI (alegría-comprensión)
Es el deseo de hacer a alguien feliz, y la habilidad o capacidad para traer alegría a la vida de esa persona.
KARUNA (compasión-comprensión)
Es el deseo de aliviar el dolor de alguien, y la habilidad o capacidad para hacerlo.
Tanto maitri como karuna son pilares que requieren comprender a la persona, observarla y estar presente para ella. La práctica de la meditación consciente o mindful meditation son planteadas por el libro como el camino para lograr esa comprensión profunda y el estar presente en el momento presente.
En el día a día, por ejemplo, es la diferencia entre escuchar a un amigo con toda tu atención, o estar más atento al celular que a las palabras de alegría o de dolor de tu amigo. Me gusta que el maestro zen Thich Nhat Hanh utiliza ejemplos muy mundanos y sencillos para explicar sus argumentos, así que haré lo mismo aquí. Lo que el ejemplo que di recién requiere es que primero, tomemos consciencia de nuestra actitud, y guardemos el celular durante la charla. Luego, una simple respiración: inhalo, estoy inhalando, exhalo, estoy exhalando. Luego, mirar a nuestro amigo a los ojos y decirle, “acá estoy, te escucho atentamente y estoy feliz de hacerlo” (más adelante retomo estas frases o mantras simples). Es una cuestión de práctica: si nuestra mente divaga, solo volvemos a concentrarnos en respirar. Inhalo, estoy inhalando, exhalo, estoy exhalando.
MUDITA (disfrute mutuo)
Se trata de la alegría o disfrute en la relación interpersonal, ya sea amor romántico u otro tipo de amor -como puede ser el fraternal-. Hay muchos tipos de amor.
El maestro zen dice en el libro que “si no hay disfrute, probablemente no se trate de una relación de amor”. Sin importar lo dura o cortante que sea esta definición, coincido que una relación de amor, en su esencia, debería estar basada en el disfrute mutuo. ¿Disfrutas del tiempo compartido con el otro?
UPEKSHA (libertad)
El libro usa dos palabras para describir este pilar: ecuanimidad y libertad.
La ecuanimidad es la calma y compostura, especialmente en una situación difícil. Ahora bien, aquí el libro hace un salto explicativo, y no dice explícitamente de qué manera se relaciona la ecuanimidad con la libertad. Mi interpretación es que cuando a través de la meditación se logra la ecuanimidad, también es posible la libertad. O dicho de otra manera, que no podemos ser libres sin calma y compostura, que no podemos ser libres cuando estamos “atrapados” por miedos, angustias, preocupaciones, etcétera. La libertad quizás sea una de esas cosas a las que siempre aspiramos, aún si nunca la alcancemos por completo.
Este pilar o elemento del amor trata sobre amar en libertad. El maestro zen dice que debemos amar de manera de traer libertad a la persona que amamos, tanto externa como interna. Las preguntas que realizarnos a nosotros mismos y al otro significativo son: “¿tienes suficiente espacio en tu corazón, para ser?» y «¿tienes suficiente espacio alrededor tuyo, para hacer?”.
Los mantras o frases del amor, según Thich Nhat Hanh
El maestro zen presenta unos “mantras” o frases que haríamos bien en repetir en las relaciones afectivas. Son mantras o frases que uno también puede decirse a uno mismo (ver más abajo la sección sobre amor propio). Son muy sencillas, y deben ser dichas y actuadas desde el corazón, con honestidad. Según el maestro, pueden ser dichas hasta por teléfono, sin estar cara a cara con la otra persona, y así todo traen alivio, ayudan, nos hacen sufrir un poco menos y ser más felices.
El amor es estar presente.
Mantra: “Querido / querida: estoy aquí para ti”.
Ilustración de base: ShadeDesign | Shutterstock – Diseño final: Journeys of the Bee
Me tomó muchos años comprender algo que una teoría llamada “los lenguajes del amor” resume muy bien. Distintas personas expresan “el estoy aquí para ti” de distintas maneras. Hay por lo menos cinco maneras: verbalmente (con palabras), gestualmente (con caricias o abrazos, por ejemplo), pasando tiempo de calidad con nosotros, dando regalos, y haciendo sacrificios por nosotros. La forma en la que nosotros expresamos nuestro amor, el “estoy aquí para ti”, es usualmente la forma en la que esperamos recibirlo. Es decir, si a mi me gusta decir “te amo”, verbalizarlo, espero que el otro también lo verbalice. Lo cierto es que quizás el otro decide darme un regalo, en cambio, o hacer mis trámites por mi para aliviarme el día, pero quizás no puede o no sabe cómo expresarse con palabras. Así que a toda la sabiduría y sencillez de la explicación de Thich Nhat Hanh, le agrego lo siguiente: el amor es estar presente, y llegar a comprender y aceptar los lenguajes con los que se expresa ese estar presente.
El amor es reconocer la presencia del otro.
Mantra: “Querido / querida: sé que estás aquí y me hace muy feliz”.
Ilustración de base: ShadeDesign | Shutterstock – Diseño final: Journeys of the Bee
Thich Nhat Hanh dice “amar es reconocer al otro, ser amado es ser reconocido por el otro”. Un poco como la película Avatar, o algunos lenguajes indígenas americanos, en los que el saludo al otro se traduce como “te veo” (I see you).
Según el maestro zen, reconocer la presencia del otro es algo que debemos hacer a diario. Puede ser tan sencillo como respirar profundamente un par de veces, para reunificar nuestra mente con nuestro cuerpo, y “volver” al momento presente, y luego caminar hacia nuestro ser querido, mirarlo o mirarla a los ojos y decir o expresar “se que estás aquí y me hace muy feliz”. Hacer esto en la mañana, antes de salir corriendo al trabajo, o hacerlo en la noche, antes de cualquier otra cosa, es una forma clara de demostrarle al otro que lo apreciamos.
Puedes tocar una flor, o puedes tocarla de manera consciente -dice el autor-, que implica apreciarla por completo, sonreirle. Inhalo, sé que la flor está aquí, exhalo, le sonrío a la flor. Si tu mente no está realmente allí, el objeto no está realmente allí (si, muy similar a la línea de pensamiento “si un árbol se cae en el bosque, ¿hace ruido si nadie está allí para escucharlo?”).
Un atardecer puede ser hermoso, prosigue el maestro, pero si no estás atento y lo aprecias, no es hermoso para ti. ¿Cuántas veces no apreciamos los atardeceres y las personas de nuestras vidas? Cambiar esa actitud es fácil. Muy fácil. No dejes que te convenzan de lo contrario.
El amor es estar allí cuando el otro está sufriendo.
Mantra: “Querido / querida: sé que estás sufriendo y es por ello que estoy aquí para ti”.
Ilustración de base: ShadeDesign | Shutterstock – Diseño final: Journeys of the Bee
Pequeño ejemplo: una amiga muy querida estaba triste por una situación con su hermano. Habló con su pareja al respecto, y su pareja hizo un chiste. Ella se enojó con él: “¿Es que acaso no me conoce? Debería saber que este tema es muy delicado para mi, que no me gusta que bromee con las cosas que son importantes”. Luego, días después, con más calma pudo notar algunas cosas sobre esta situación, empezando porque las personas no responden como nosotros queremos, sino lo mejor que pueden en ese momento. Su novio estaba haciendo lo posible por hacerla sentir mejor, y había recurrido al humor para eso.
¿Podría haberse dado una comunicación con menos drama y malos entendidos? Según Thich Nhat Hanh, el novio de mi amiga podría haber dicho algo como “mi amor, sé que estás sufriendo y estoy aquí para ti”. O mi amiga podría haberse expresado de esta manera: “mi amor, sé que estás aquí para mi, haciendo lo posible por sacarme una sonrisa. Lo que necesito en este momento es que me contengas primero, antes de intentar hacerme reír”.
La práctica de la meditación consciente, y tener un grupo de personas cercanas con quienes hablemos este “idioma” y practiquemos esta forma de ser y de relacionarnos, es esencial para lograr una comunicación más asertiva, una resolución menos dramática.
El amor es superar el orgullo… y poder comunicar cuando uno está sufriendo.
Mantra: “Querido / querida: estoy sufriendo, por favor ayúdame”.
Ilustración de base: ShadeDesign | Shutterstock – Diseño final: Journeys of the Bee
Según el maestro zen, este mantra es el más difícil de todos, especialmente cuando estamos sufriendo y creemos que quien causa nuestro sufrimiento es una persona que amamos. Podemos entonces llegar a aislarnos, y querer sufrir en soledad, sin hablar con esa persona que amamos. Practicar el mantra significa superar el orgullo, y pedirle ayuda a esa persona especial, ayuda para entre los dos poder superar esa situación.
Pequeño ejemplo: hace poco, tuve una época complicada en el trabajo. Sentía que mis esfuerzos no eran reconocidos por mi jefa, y eso me hacía sentir poco valorada, y hasta me enojaba. Tenía ganas de decir algo, de “reclamar” reconocimiento, y después me imaginaba lo ridícula e infantil que podría sonar si siendo la adulta que soy, decía algo como “¿por qué a esta otra persona la felicitás y a mi no?”. Entonces empecé a leer el libro de Thich Nhat Hanh nuevamente, y me di cuenta de que podía recurrir a este mantra.
Primero escribí una carta que nunca entregué, pero que me sirvió para comprender mis propias ideas y sentimientos (resulta que a veces escribir es una forma de meditación). Y luego pude decirle a mi jefa, sin sonar a un reclamo, que me sentía rara, que me estaba esforzando mucho y que me sentía poco apreciada. Por suerte la respuesta fue excelente: mi jefa me agradeció por comunicarme, y me dijo que valoraba todo mi trabajo, que de hecho era algo que pensaba mencionar en la próxima reunión. Y además, me ayudó a avanzar en mi conocimiento personal cuando me dijo que también yo misma debía darme reconocimiento por todo lo que estaba haciendo, ya que “lo que es adentro es afuera”.
Notas sobre el amor propio
Todo lo explicado hasta ahora sobre las relaciones con los otros significativos, puede aplicarse a la relación con uno mismo, o incluso las partes de nuestro cuerpo. Un poco incrédula como soy, hace una semana tuve mi primera migraña y decidí darle una oportunidad a los mantras del maestro zen. Pasé un buen rato respirando profundamente, repitiendo internamente: inhalo, cerebro sé que estás ahí, exhalo, reconozco todo tu trabajo | inhalo, sé que estás con dolor, exhalo, estoy aquí para cuidar de ti. Me aseguré de que nadie me viera… tenía miedo de que alguien de mi familia me acuse de loca, y me mande a tomar un analgésico sin más. Lo cierto es que pese a mi incredulidad, la migraña empezó a ceder. No desapareció por completo (20 minutos de meditación no hacen magia), pero mi cerebro se sintió aliviado, literalmente.
También es posible hacer esto con emociones. Thich Nhat Hanh explica que el budismo no es dualista: no hay emociones buenas y emociones malas. El enojo, el miedo, la ansiedad, no son malas. Son. Están ahí, en el living room de nuestro ser, y debemos cuidar de ellas como una madre cuida y abraza a un bebé que llora, o como un soberano responsable se ocupa de todo lo que sucede en su territorio. El maestro nos recomienda pensar en estas emociones como el abono que tan necesario es para que crezcan las flores. Inhalo, sé que estás allí mi querido enojo, viejo amigo. Exhalo, esto aquí, haciéndome cargo de ti.
Para los ya convencidos, los invito a aprender y a practicar más meditación consciente. Para los incrédulos, los invito a probarlo por ustedes mismos. No hay absolutamente nada para perder, y en cambio, ¿pueden imaginarse todo lo que hay para ganar? No hace falta cambiar de religión o de creencia. Solo respirar… conscientemente.