El discurso de Pablo Grasso apenas si enciende algún tipo de emoción y él lo sabe; por eso sus ideas van de un lado al otro intentando “pescar” todos los votos que sabe que no tiene y principalmente están en el electorado que no lo conoce.
Por esos pasó estos últimos días en la zona norte, donde su imagen es apenas la difusa idea de un intendente de una comuna con muchísimos recursos económicos, que produce grandes festivales, sortea pasajes para Qatar y de vez en cuando recorre una obra que promete inaugurar. Pero hay otra cara de Grasso que él se ha ocupado de ocultar; sobre todo con apoyo de medios pagos, alquilados u oficiales.

Vidente, o corrupto

Además de saber que es el intendente de la capital de la provincia, algunos tienen el recuerdo de un Grasso al frente del Instituto de Desarrollo Urbano y Vivienda (IDUV), más preocupado por hacer publicidad de su gestión que por entregar casas.
Pero lo que se desconoce del intendente de Río Gallegos es más que lo que se conoce.
Aunque no trascienda demasiado por el cerrojo periodístico, la gestión de Grasso esta sospechada y denunciada por irregularidades en el manejo de la obra pública y por la discrecionalidad con la que la comuna “maneja” los negocios que van desde el transporte público a los principales proveedores contratados.
La última denuncia unió estos dos aspectos de la carrera política (siempre estuvo vinculado al Estado) la Comuna y el IDUV: entregó una obra a una empresa constructora mucho tiempo antes de abrir los sobres de la licitación. Obviamente, cuando se abrieron los sobres la empresa que ganó y fue adjudicada era la que ya estaba construyendo la obra.
Se trata de la, Licitación 025/23 para la construcción de la sede de una asociación civil local, que desde hace meses está en plena construcción a cargo de la empresa Ciapeco. El pasado 14 de julio cuando se abrió el sobre, esta firma fue quien resultó ganadora. O Grasso también es vidente, o su gestión es altamente corrupta.

Discurso frágil y vacío

El Grasso que vemos hoy en campaña, es el típico político que dice lo que quien está en frente quiere escuchar Y que promete hacer lo que no hizo hasta ahora.
Es que el intendente de Río Gallegos es parte fundamental de la gestión de la gobernadora Kirchner, y fundamentó gran parte de su labor como Jefe Comunal junto a Alicia. Es más evidente aún, la campaña la hace junto al vicegobernador Eugenio Quiroga y con Ministros de Gobierno.
Su discurso es tan frágil, que cuando dice: “no venimos a hacer demagogia”, sólo un minuto después promete: “nosotros vamos a construir mayores hospitales, vamos a construir escuelas, vamos a construir mejor salud, vamos a construir mejor educación, pero vamos a construir y vamos a reconstruir la dignidad de cada uno de los vecinos”. Si eso no es demagogia muy barata; en una provincia desbastada y sin los mínimos servicios básicos cubiertos y de la cual es también responsable; quien le escribe los discursos trabaja para la oposición.
Por eso cuando promete “un gobierno distinto” y enfatiza: “se terminó la época de imponer ideas. Tenemos que consensuar el trabajo para obtener los mejores resultados”, Graso muestra claramente que es poco creíble.

Campaña, con la nuestra

Grasso es poco creíble por donde se mire. Si se lo escucha en Río Gallegos parecería ser un ferviente defensor de las políticas oficiales; pero cuando sale de la capital, se lo puede oír defenestrando la gestión del gobierno provincial y reclamando cambios; que supuestamente él haría.
¿Cuál de los dos Grasso es el real? ¿Cuál de las dos caras de Grasso es creíble?
La respuesta está en su gestión, que es 100% K.
Nulos controles al gasto público: nunca respondió a la Justicia por las denuncias realizadas, ni a los pedidos del Concejo Deliberante.
Arbitrariedades e impunidad en los manejos de la obra pública y contrataciones municipales.
Falta de apego a las reglamentaciones en materia administrativa y en lo que hace al tratamiento del recurso humano municipal.
Todo esto verificable en cada conflicto o denuncia que Grasso se encargó de disimular, ocultar o silenciar mediante una “buena cobertura mediática” realizada principalmente por los dos medios oficialistas La Opinión Austral y Tiempo Sur, mas sus emisoras u otras páginas de noticias web, pagas con pauta de la Comuna.
De este modo, el oficialismo intenta construir la imagen de un supuesto “buen Intendente” y de una gestión activa, aunque en la realidad no es más que la fachada para generar un candidato en línea con el hartazgo de la gente en el gobierno K.
En este sentido, la campaña está siendo “reforzada” con millones que llegan a la Comuna desde Nación, que sumado a los fondos municipales que permiten un despliegue en toda la provincia. Hay que entender que lo que se menciona comúnmente como “aparato del Estado, no es ni más ni menos que dinero de los vecinos contribuyentes, usados en beneficio del propio candidato.
A la vista de los hechos, Grasso es más de lo mismo: un intendente kirchnerista con “poder” y con “fondos públicos” que usa a discreción.

Vendedor de humo

A mediados de semana, el máximo exponente de la venta de espejitos de colores en la provincia, dejaba en Las Heras una frase memorable: “les quiero decir que nosotros no venimos a ofrecer ningún espejito de color”.
Es que si por algo se caracterizó la gestión de Grasso es por un amplio abanico de recursos para distraer a los vecinos, generar “cortinas de humo” cada vez que recibe una denuncia, y contra atacar con algún evento gratuito que es bien difundido por la prensa oficial.
Se podría decir que en los dos primeros años en la intendencia Grasso se consagró como productor artístico en eventos en los que contrató por cifras millonarias –pagadas por todos los contribuyentes – a artistas internacionales y nacionales. Luego, cuando parecía que nada podía superar su gestión de “Pan y Circo”, llevó a cabo el sorteo de pasajes para el mundial de Quatar, con la sola condición de sacarse una foto con él o con otros funcionarios y subirla a las redes.
Esto no solo superó su falta de ética pública, sino que llevó a un extremo impensado la impunidad de su gestión espuria. Sólo hay que recordar que la ganadora fue una “vecina” demasiado cercana al “poder K”; algo que tampoco sorprendió.
Sus últimas declaraciones en su “gira” por Zona Norte, siguieron en esta línea de discurso vació e inconsistente. “Asumíamos la responsabilidad de tener un proyecto político que tenía como objetivo resolver los problemas estructurales”, enfatizó sin inmutarse frente a los militantes que vienen escuchando este discurso hace más de 30 años y que como ocurriera en Caleta son empleados municipales que tienen que asistir al acto no precisamente por convicción.
En definitiva, Grasso se puso el traje de candidato a gobernador que tanto reclamaba hacia adentro del oficialismo; y ahora no duda en prometer, mentir, negar o afirmar de acuerdo a quien tenga al frente. Más que un vendedor de espejos de colores, Grasso se consagró como un gran vendedor de humo.