Pablo Grasso: entre la mezquindad política y el desprecio por el bienestar de los vecinos, pretende “bloquear” el proyecto Escuelas del Viento y “recaudar” 100 millones de pesos.

La frase “es la economía, idiota” tuvo relevancia durante la campaña presidencial norteamericana de 1992, y sirvió para que Bill Clinton le marcará las prioridades de la gente a su adversario George Bush (padre).
Es que son las realidades de su comunidad las que deben marcar las prioridades de un funcionario con responsabilidades; y en el caso de Santa Cruz, es evidente que más de 30 años de gestión kirchnerista han devastado (todo lo contrario a desbastado) al sistema educativo.
Y es por esto que el proyecto de Escuelas del Viento que se lleva a cabo en la ciudad capital de Santa Cruz es una señal positiva de un cambio de mentalidad y sobre todo un entendimiento de la realidad de la gente y sus prioridades. Sin educación, no hay futuro.
Es por esto que la novedad respecto a que el intendente de Río Gallegos Pablo Grasso pretende cobrar más cien millones de pesos en conceptos como tierras, servicios y otros confusos ítems, en un momento en el que lo que reclama y necesitan los vecinos es educación de calidad, con infraestructura acorde y con equipos técnicos, pedagógicos y profesionales de primer nivel, no se podría calificar de otra manera que de “idiotez”.
Todo esto si no estuviéramos en plena campaña electoral, y en momentos en donde Grasso viene de perder como candidato a gobernador y pretende “aferrarse” a su sillón de Intendente.
La derrota – para él inesperada – parece además haberlo sacado de eje, no sólo en la gestión municipal, sino también en el “cálculo político”; y tal vez sea ésta la razón por la que, de manera evidente pretende bloquear uno de los proyectos más extraordinarios en materia educativa, por tener su origen en la Mutual 12 de octubre y el sindicato petrolero; sector de donde proviene Claudio Vidal, el gobernador electo que echó por tierra sus ambiciones de suceder a Alicia Kirchner.

Dañar en vez de construir

El intento de Grasso de pretender cobrar 100 millones de pesos a los impulsores de la “Escuela del Viento”, que se construye en Río Gallegos, sin mediar ni siquiera un interés en conocer el proyecto – que ya es realidad en la zona norte de la provincia – es cuanto menos llamativo, pero ésta actitud lo describe absolutamente: Grasso solo está interesado en sostener su actual “poder”, y para esto no duda en dañar en vez de construir.
Y si de construir se trata, la paradoja está en que tanto él, cuando fue Presidente del Instituto de Desarrollo Urbano y Vivienda (IDUV) y ahora su hermana en ese cargo, han logrado lo que parecía imposible (teniendo en cuenta la capacidad administrativa y autonomía que tiene ese ente para destinar fondos a obras), derrochar presupuesto y no construir ni una sola escuela para que los niños y jóvenes santacruceños accedan a infraestructura de calidad.
Este caso fue expuesto ayer por el gobernador electo Claudio Vidal, que se mostró indignado por las absurdas pretensiones de Grasso, a quien además le anticipó que la gestión que asumirá a partir del 11 de diciembre lo llevará ante la Justicia.
Lo del intendente de Río Gallegos podría describirse como mezquindad política, falta de sentido común o de interés en los asuntos que importan a los vecinos; o simplemente falta ambición desmedida. Sea lo que sea, el video grabado y publicado desde las instalaciones de las Escuelas del Viento por el gobernador electo – posteo que se hizo viral rápidamente – pone en claro las cosas y muestra sin filtros el perfil de quienes gobernaron Santa Cruz y pretenden seguir haciéndolo: no responden a los intereses de la gente, sino a sus propias ambiciones.

Que es el proyecto Escuelas del Viento

Es una institución que se estima que contendrá 900 alumnos en los tres niveles: inicial, primario y secundario técnico con orientación en producción agropecuaria.
Será la primera técnica de gestión privada y la segunda con esa orientación, después de la Agropecuaria de la de Gobernador Gregores. Tendrá una cuota similar a la de los colegios confesionales y será financiado por el Sindicato Petrolero y Gas Privado de Santa Cruz a través de la Mutual “12 de septiembre”. Abrirá sus puertas a la comunidad con el ciclo lectivo 2024.
El establecimiento está ubicado en un predio de dos hectáreas, donde además existe un invernadero de más de 500 metros cuadrados, donde habrá un sector de hidroponía experimental y otro para la siembra del suelo.