Un verdadero “terremoto” es lo que se vive hoy en las “altas esferas” de YPF, la petrolera de bandera nacional conducida (?) por el santacruceño Pablo González. Es que dentro de la compañía ya presienten los fuetes cambios que pretendería imponer el Presidente electo Javier Milei a partir de la llegada de Horacio Marin, el CEO que reemplazará a González en la nueva gestión.
Sumado a la incertidumbre de los directivos actuales, adentro de la empresa creen las acusaciones cruzadas y las “mandadas al frente” por la enorme cantidad de desaciertos ocurridos en los últimos años, producto de la improvisación, la falta de profesionalismo de muchos de los funcionarios puestos por el gobierno, la politización de la estrategia empresarial y sobre todo por sospechas de corrupción.

Funcionarios “eyectados”

La semana pasada comenzaron a trascender los problemas internos, que se materializaron luego en una serie de renuncias (casi obligadas) de varios de los principales directivos.
En principio, el pasado miércoles se supo que Alejandro Lew, gerente financiero de la compañía, dejaba su cargo a partir del viernes 1 de diciembre. Esta información no fue pública en los medios, sino a través de un breve comunicado enviado a la Comisión Nacional de Valores.
Inmediatamente después, la empresa si hizo pública la “renuncia” de Santiago “Patucho” Álvarez a su cargo de director suplente por las acciones clase D, “por razones de estricta índole personal”. Paralelamente, se consignó que Álvarez dejaría de desempeñarse como vicepresidente de Asuntos Corporativos, Comunicación y Marketing a partir del 1 de diciembre. También se anunció que Gustavo Medele, dejaría de desempeñarse como vicepresidente de Sustentabilidad y Excelencia Operacional a partir del 7 de diciembre. Si bien, en todos los casos, tras la reunión de directorio se pretendió establecer – hacia afuera de la compañía – que se trataba de renuncias por cuestiones personales, lo cierto es que estas “bajas” fueron producto de las fuertes discusiones y “pases de facturas” que comienzan a revelar lo que fue la gestión de Pablo González al frente de la petrolera Estatal.

Sospechas de corrupción

A estos tres casos de directivos que dejan la empresa podrían sumarse otros de aquí a la llegada de Marín; ya que el perfil que pretende imponerle quien hasta ahora se desempeñaba como presidente de Exploración y Producción de Tecpetrol, es “absolutamente profesional”. También está en claro que el nuevo CEO arribará con su propio equipo.
En contra posición, la YPF de González se encontraba en una “meseta de gestión” donde las decisiones respondían mas a cuestiones políticas que a una estrategia operativa, comercial y de negocios. Y de las decisiones políticas tomadas en los últimos tiempos, también se desprenden las acusaciones internas y sobre todo las sospechas de corrupción.
En el caso de Lew, fueron fuentes oficiales que dejaron trascender que el ejecutivo fue desplazado de su cargo por la supuesta responsabilidad que habría tenido en el desabastecimiento de combustible que se produjo durante la última campaña electoral e incluso hicieron referencia a sospechas de corrupción y aseguraron que fue denunciado, aunque sin dar mayores precisiones”, de acuerdo a lo publicado distintos medios nacionales.
Vale recordar que desde el Ministerio de Economía responsabilizaban a Lew por la crisis de desabastecimiento en plena campaña. Al respecto la agencia oficial de noticias TELAM había revelado que Lew tuvo fuertes cruces con varios integrantes del equipo económico conducido por el ministro Sergio Massa por la demora en la importación de dos barcos cargados de combustibles que estuvieron esperando en el Río de la Plata. De ese feroz cruce con el entonces candidato Massa, derivó una denuncia por “maniobras de corrupción” cuyos detalles se conocerían próximamente. “El director de General de Aduanas, Guillermo Michel, prepara una denuncia penal y presentaciones ante la Comisión Nacional de Valores y la SEC -organismo que regula los mercados en los Estados Unidos-”, revelaron fuentes de Economía.

Ineptitud y gastos millonarios

En el caso de Santiago «Patucho» Álvarez, aunque se insistió en que dejaba el cargo por voluntad propia, desde el interior de la compañía dejaron trascender que fue “eyectado” por su pésima gestión, en donde preponderaban decisiones incongruentes e inconsultas, que en muchos casos pueden terminar en la Justicia.
Hasta la semana pasada Álvarez, ocupaba el cargo de director suplente por las acciones clase D y vicepresidente de Asuntos Corporativos, Comunicación y Marketing, aunque carecía de experiencia absoluta. Como antecedente se podría mencionar que pasó por el directorio de canal 7 (la TV Pública) y luego tuvo una fallida y polémica gestión al frente de TELAM, cargo que dejó repudiado por los trabajadores de la agencia oficial de noticias. En ambos puestos, se caracterizó por la “militancia” y no por sus habilidades o conocimientos profesionales. Se podría definir como un “Camporista puro” alineado absolutamente a Máximo Kirchner y difundidor del ideario “K” a través del blog “Un Día Peronista” y del suplemento joven “Ni a Palos”, del diario oficialista Miradas Al Sur. Con este perfil “ultra”, Álvarez, como todo “empleado fiel” de sus “jefes políticos” pasó por todos los cargos en donde lo “pusieron”; un perfil muy similar al que hasta la semana pasada era su jefe directo Pablo González.
“Patucho” fue asesor legislativo de la Comisión de Comunicación Social en la Legislatura porteña; luego se desempeñó como subgerente de Relaciones Institucionales de Aerolíneas Argentinas, y entre 2016 y 2020 fue director creativo en Monteagudo Agencia, desde donde cráneo el branding de Unidad Ciudadana y Frente de Todos. De todos modos, su hito en la carrera de militante K, fue la creación de la figura del Nestornauta; caricatura que pretendía darle “épica” al relato del ex presidente Néstor Kirchner.
Pero tras su llegada a YPF, comenzó a ser muy evidente su inexperiencia para estar a la altura de lo que requería una empresa petrolera.
Si bien todo esto podría suponer una errónea decisión política, derivada en la necesidad que tenía el “Camporismo de “controlar millonarias cajas”; lo que surge de su gestión también son sospechas de corrupción.
Puntualmente se menciona la organización de varios vuelos al mundial de fútbol de Quatar; con todo pago por empresa para personas allegadas o amigos personales. Estos “tours”, habrían costado millones de pesos que no se podrían justificar como operaciones de la compañía.

Fin de un ciclo

Mientas siguen las intrigas y cruces internos en YPF, la gestión de Pablo González concluye desdibujada, sin resultados y hasta altamente sospechadas.

Así termina un ciclo que dejó poco y nada al sector petrolero; y solo por la “productividad” de Vaca Muerta y por algunos “parches” no terminó en una debacle histórica para la industrial.
Como un “castillo de naipes” la gestión de González quedó desbaratada por lo endeble de su conocimiento y solidez para estar al frente de la empresa estatal más importante de la argentina.
Tal vez la explicación más clara para entender esta “oportunidad” perdida de que un patagónico haya pasado por la petrolera que nació en el sur del país la expuso el Daniel Montamat. Según el expresidente de YPF y ex secretario de Energía de la Nación, la injerencia de la política en términos de conducción para una empresa que debe dar resultados y desarrollar una política energética, es absolutamente contra producente.
“En YPF hay que separar cuadros políticos para que no controlen la operativa”, dijo Montamat. Además, opinó que
“hay que reformular completamente la reorganización industrial del mercado energético y petrolera argentina”.
En una entrevista con el diario Perfil también consideró que ésta YPF (en referencia a la gestión de González) tiene que ser replanteada y no es tanto en la estructura profesional, sino que en la planta algunos cuadros son políticos y hay que separarlos para que no controlen la parte operativa”, sentenció.
Cuando asumió el santacruceño al frente de la empresa, estaba en claro que sabía “poco y nada” de la industria petrolera y que ocuparía un rol de “comisario político” a la vez que controlador de la caja: el resultado está a la vista y por fortuna su gestión llegó a su fin.