El encuentro privado entre ambos en el que el expresidente manifestó su disconformidad. La hipótesis del Calabrés que incomoda a La Libertad Avanza.
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La reunión fue el viernes en la casa de un periodista. Mauricio Macri y Javier Milei volvían a verse después de la oficialización de Patricia Bullrich al frente del Ministerio de Seguridad y la filtración de Martín Menem como el elegido para presidir la Cámara de Diputados. En el entorno de Macri, incluso, hay quienes piensan que la publicación de esa noticia antes de su encuentro con el presidente electo fue para tabicar, también, ese lugar. El gap entre la expectativa que tenía el Ingeniero y la realidad que terminó decidiendo Milei fue parte del temario que sobrevoló el encuentro.
Según pudo reconstruir #OffTheRecord, el expresidente le transmitió que él pretendía brindarle gobernabilidad y aportarle capacidad técnica con las segundas y terceras líneas, pero advertía que su decisión -la de Milei- había sido que ese soporte se lo proporcionara el peronismo a través de las gestiones de Guillermo Francos. La mención no es inocente: Macri lo señala como uno de los mayores responsables de esta deriva justicialista -toda una exageración- de la próxima administración. Es esa cercanía con el peronismo, y no el veto de Macri, la que marginó -hasta el momento- a Mariano Federici, María Eugenia Talerico, Andrea Picasso y Jimena de la Torre de la administración Milei, cuatro de las figuras más resistidas de la gestión Macri. La consternación del expresidente es tal que llega a exteriorizar su incredulidad frente a hombres de negocios.
Sin embargo, no es la pasividad una herramienta de uso frecuente en Macri. “Para llevar adelante el cambio que Argentina necesita y al elegir su primer equipo, me pone contento que Javier Milei cuente con la probada experiencia de Patricia Bullrich en el Ministerio de Seguridad y con la capacidad que demostró Toto Caputo en momentos muy difíciles de la economía argentina. Les deseo a ambos el mayor de los éxitos en este compromiso personal que asumen. El éxito de Javier Milei es lo que deseamos todos los argentinos de bien”, tuiteó Macri antes del encuentro.
Lo que se conoce sobre el programa del equipo que liderará Caputo supone un foco inicial en la absorción de Leliqs, los pasivos remunerados del Banco Central, que el presidente electo calificó como el problema más urgente de la administración en materia económica. Lejos de ser una mirada unánime, economistas de todos los matices, cuestionaron el diagnóstico sobre ese instrumento, que surge, además, como contrapartida de los depósitos remunerados en pesos en poder de individuos y empresas. El riesgo es un resultado contraproducente a un costo elevado. Presionado, hasta el más progresista de los economistas con formación admite que la actual coyuntura fiscal necesita algún tipo de ajuste. Los riesgos asociados, sin embargo, no deberían menospreciarse. Como mostraron análisis en otros casos en el mundo, como por ejemplo la crisis griega, las proyecciones sobre los ajustes tienden a subestimar su efecto sobre la caída del PBI y por lo tanto sobre la recaudación.
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El plan de Caputo, que desplazó la idea de dolarización impulsada por Emilio Ocampo centrada en obtener dólares privatizando deuda intra estado, también involucraría nuevo endeudamiento en dólares para rescatar pesos. Toto es consciente de que Argentina no cuenta ni con credibilidad ni con reservas en el Central, por lo que cualquier acuerdo debería incorporar activos como garantías. Los más a mano son el Fondo de Garantía de Sustentabilidad de ANSES y la participación nacional en YPF. En ambos casos, necesitaría leyes del Congreso. Si la situación abriera paso a un despegue rápido del país, que permitiera recuperar acceso al crédito, las garantías quedarían como tales. Caso contrario -y hoy nada indica una rápida recuperación de la capacidad de Argentina de financiarse en el mercado- sería una enajenación del patrimonio público para cubrir un problema -uno de los pocos- que la mayoría ve como consecuencia y no como causa.
Otro obstáculo -y a pesar del deseo expresado en forma pública por Diana Mondino- es que Milei no asumirá el domingo con el acuerdo entre la Unión Europea y el Mercosur que fue rociado por las lágrimas de Jorge Faurie hace cuatro años. Durante tres, estuvo en un limbo, con un texto que no podía ser modificado ni estaba en condiciones de firmarse. Recién la llegada de Lula da Silva al comienzo de este año reactivó las iniciativas sobre un entendimiento digerible. Una negociación compleja, que apuntaba a resolverse en menos de un año, antes del 7 de diciembre, cuando Brasil dejaría la presidencia pro-témpore del Mercosur y unos días antes de que España deje la propia en el bloque europeo.
La negociación quedará en suspenso, en primer lugar, por la escasa disposición de los europeos para flexibilizar sus demandas ambientales. La ventaja relativa del Mercosur en productos agrícolas -incluso a pesar de las magras cuotas negociadas en algunos de ellos por Macri y Jair Bolsonaro-, aparece en riesgo por la amenaza de normativas internas europeas que no tengan en cuenta las distintas situaciones. Sin algún reconocimiento sobre la mayor preservación de la biodiversidad en Sudamérica respecto de Europa, un tratamiento teóricamente igualitario supondría que los europeos se beneficien de haber hecho una enorme deforestación que ya estaba concluida al iniciar el siglo XX para financiar su desarrollo. Sudamérica tiene margen para replicarlo de forma mucho más sustentable, pero no puede estar sujeta al mismo tratamiento que quienes ya lo hicieron. Si bien Argentina y Brasil tuvieron coincidencias a lo largo de la negociación, tanto la Cancillería como el sector industrial y el Ministerio de Economía tenían una mirada más favorable a impulsar la aprobación del acuerdo que la del gobierno argentino y de sus sectores industriales. Las últimas declaraciones de Lula respecto del acuerdo muestran, sin embargo, que ese entusiasmo no es a cualquier costo.
Volviendo al tuit de Macri, mucho se habló del pasaje en el que el expresidente confirma que la aceptación de Caputo y Bullrich fue a título personal. Sin embargo, pasó más desapercibido una definición que tiene una carga más densa -y preocupante para Milei- que es la de “primer equipo”. Macri, en privado, dice estar convencido que luego del primer semestre o, como mucho, del primer año, Milei lo va a ir a buscar. La corrección de los precios relativos, un paquete de leyes que generará encendidos debates, una inflación que -al margen de las responsabilidades compartidas- impactará en una sociedad sin resto y un ajuste que lo pagará en parte la casta, pero mucho la gente, con un gobierno sin experiencia en gestión, con un equipo armado en menos de 20 días, en minoría parlamentaria, sin intendentes, gobernadores ni acceso al crédito es un experimento que no se puede comparar en sus inicios ni con Cambiemos ni muchísimo menos con el de Carlos Menem y que torna verosímil la hipótesis de Macri. “Escupiendo sangre”, dice haber escuchado alguien. Un rumor malintencionado.
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