La Antártida. Continente helado
XX Años de Campaña Antártica
Redacción: Mag. Karin SIlvina HIebaum
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La Antártida, también denominado Continente Antártico o Antártica, es un continente que circunda el Polo Sur. La definición más común comprende como Antártida los territorios al sur del paralelo 6.
Es el continente más elevado de la Tierra, con una altura promedio de 2.000 metros sobre el nivel del mar (msnm). Alberga alrededor del 80% del agua dulce del planeta. Es también el continente con el promedio de humedad más bajo de la Tierra, el de temperatura promedio más baja y el de elevación sobre el nivel del mar promedio más alta.
0º S, que coincide con la zona bajo el Tratado Antártico. Atendiendo más a la geografía física, el límite estaría en la Convergencia Antártica, incluyendo por ejemplo las islas Georgias del Sur y Sandwich del Sur (cerca del continente americano). Tiene una forma casi circular de 4.500 km de diámetro y presenta dos pronunciados entrantes que forman una angosta península en forma de “S”, proyectada sobre el extremo austral de Sudamérica.
El monte Erebus es un volcán activo de la Antártida situado en la costa oriental de isla de Ross. Su elevación es de 3.794 msnm. El punto más alto del continente es el Macizo Vinson, con 4.892 msnm .
La mayor parte de la Antártida se encuentra cubierta por un gigantesco inlandsis (calota o capa de hielo); el espesor promedio del hielo que cubre el continente es de 2.500 m; el máximo espesor registrado es de 4.776 m, en la Tierra Adelia ( 69°54′S 135°12′E, 135.2), lo que equivale a casi 5 km de hielo sobre algunos lugares de la estructura rocosa de la Antártida. Al inlandsis o calota glaciar de la Antártida corresponde aproximadamente el 90% de la criosfera del planeta Tierra.
En ciertas zonas, la calota glaciar supera ampliamente los límites del continente, formando extensas barreras sobre las grandes bahías del Océano Glaciar Antártico. Las más importantes son la barrera de hielo de Ross, la barrera de Ronne, la barrera de Filchner y la barrera de Larsen A (la Barrera de hielos Larsen B literalmente se fundió en el 2002 debido al calentamiento global). En ciertas zonas de contacto del límite exterior de las mencionadas barreras se forman zonas de aguas oceánicas superficiales relativamente cálidas, llamadas polinias. Este fenómeno se debe a la surgencia de las corrientes cálidas que se sumergen en la Convergencia Antártica, pero que, al chocar con las barreras, se encuentran forzadas a resurgir. De las polinias, la más conocida es la ubicada en el Mar de Weddell.
TOPONIMIA
Ártico proviene del vocablo griego αρκτικως «arktikos», “de la osa”, en referencia a la constelación boreal llamada Osa Menor, en la que se encuentra la Estrella Polar, que señala al Polo Norte, mientras que ανταρκτικως «antarktikos» significa “opuesto a la osa”; es decir, se alude al Polo Sur, que se encuentra ubicado en este continente, se considera que quien primero utilizó el nombre Antarctica para denominar al entonces “nuevo” continente fue el cartógrafo escocés John George Bartholomew en 1890
HIDROGRAFÍA
En la superficie solo existen algunos arroyos que corren en los días más cálidos del verano en el extremo norte de la Península Antártica, todo el resto de las aguas visibles se encuentra en estado sólido (hielo) formando ya sea el enorme inlandsis o calota de hielo, dentro del hielo continental antártico se incluyen glaciares gigantescos, los más grandes del planeta Tierra, entre tales glaciares destacan el Lambert, el Glaciar Scott, el Denman, el Mertz entre otros muchos que discurren casi radialmente desde el centro del continente hacia las costas en donde estos glaciares o forman barreras de hielo o directamente forman icebergs. Bajo la cubierta de “hielos eternos” se han encontrado varios lagos subglaciales como el Vostok; la existencia de tales lagos probablemente se deba a calentamiento geotérmico o a la gran presión que en ellos existe.
EL CONTINENTE PULSANTE
Durante el verano, el continente antártico tiene una superficie de 14 millones de km². Durante el invierno, el mar adyacente se congela, dando lugar a una banquisa, y su superficie aumenta hasta los 30 millones de km2. Esta característica, que se repite año a año con el cambio de las estaciones, le ha valido a la Antártida el nombre de “Continente Pulsante”. Durante el clímax del verano (hacia enero) menos del 3% del territorio queda libre de hielos (este deshielo ocurre principalmente en la Península Antártica).
En promedio el inlandsis o calota glacial-nival de la Antártida tiene una extensión de 22 millones de km², lo cual supone el 90% de los hielos superficiales existentes en el planeta Tierra y el 70% del agua dulce de la Tierra. Si esta calota se derritiera el nivel de los océanos se elevaría entre 45 a 60 metros. Por su parte, como en otros mares polares, el agua del Océano Glaciar Antártico puede mantenerse líquida a temperaturas de unos -2C (2 grados Celsius o centígrados bajo cero) porque las aguas saladas tienen un punto de solidificación (o congelación) menor que el agua pura.
En cuanto a las barreras de hielo (como la de Ross, Filchner, Larsen etc.), éstas han poseído discontinuidades en diversas épocas geológicas. Estas barreras (o plataformas de hielos) han desaparecido y reaparecido naturalmente según los ciclos de Milankovitch (pequeñas variaciones del eje del planeta Tierra que ocurren cada 20.000, 40.000 y 100.000 años).GEOGRAFÍA
La Antártida es el cuarto continente más grande, después de Asia, América y África, con 14.107.637 km². Su forma es aproximadamente circular y se ubica casi completamente al sur del círculo polar antártico.
Su extremo norte en la Península Antártica se encuentra a solo 1000 km de Sudamérica, mientras que las distancias de las costas más cercanas respecto a África son de 3800 km, de Tasmania 2530 km, de Australia unos 3135 km y de Nueva Zelanda 2200 km.
Se divide en Antártida Occidental o Menor más pequeña y Antártida Oriental o Mayor al resto del continente, ambas zonas se encuentran parcialmente separadas por una escotadura que se ubica entre el Mar de Weddell y el Mar de Ross; tal escotadura es llamada Antártida Hundida y se trata de una gran cuenca subglaciar delimitada por los Antartandes y los Montes Ellsworth al oeste y los Montes Transantárticos al este así como por la Meseta Polar en el sur, se ha hipotetizado que, en efecto, gran parte de la llamada Antártida Hundida se encuentra algunos metros bajo el nivel del mar debido al enorme peso de la calota glacial que tiene espesores de más de 2000 m. Al este del Mar de Ross y al oeste del Mar de Weddell, los dos mares más importantes y que más penetran hacia el Polo Sur, el resto del continente. Destaca la Península Antártica, en la parte Occidental, al sur del continente americano.
El Polo Sur de Inaccesibilidad se ubica en la Antártida, relativamente cerca del Polo Sur geográfico, este Polo de Inaccesibilidad es el más inaccesible de todos los del planeta Tierra y se ubica en la coordenadas ( 82°58´S 54°40´E, 54.667). A una altura de 3.718 msnm, en sus adyacencias se ha ubicado la base rusa Vostok.DÍAS Y NOCHES
Iluminación de la Tierra por el Sol en el solsticio de diciembre. En este período, puede verse que, independientemente de la rotación de la Tierra, en la Antártida es siempre de día.
En pleno verano (enero), los días en la Antártida tienen luz casi las 24 h del día a la media noche el Sol “baja” hasta la línea del horizonte para luego volver a “subir” en un movimiento sinusoidal aparente (solo existe desde la perspectiva), en el breve verano antártico las horas en que el sol está más próximo al horizonte son llamadas noches blancas, mientras que durante el extenso invierno los días permanecen en una prolongada penumbra. Al sur del círculo polar antártico hay al menos un día en que no se pone completamente el sol (solsticio de verano) y al menos una noche en que no sale completamente el sol (solsticio de invierno). En el polo sur geográfico el día dura 6 meses y la noche los otros 6 meses. Esto se debe a que el eje de rotación de la tierra está inclinado con respecto al plano de la órbita de la Tierra alrededor del Sol.
EL KRILL
Krill antártico
Entre las especies que viven en el Océano Antártico, destaca el krill, un pequeño crustáceo de 4 cm de largo que es la base de la cadena ecológica antártica y la fuente alimenticia de casi todas las demás especies (focas, ballenas, aves, pingüinos, etc). La abundancia de krill y su posible explotación como fuente alimenticia para la humanidad ha sido un tema de frecuente controversia en la comunidad científica. Ciertos resultados indicarían que la abundancia de este crustáceo es tal que podría explotarse sin poner en peligro la fauna antártica, pero otros especialistas opinan lo contrario.
Uno de los programas de investigación que se realizan es la evaluación de la abundancia del krill y su fauna asociada en los alrededores de las Islas Shetland del Sur, en el marco de un Programa Internacional para evaluar la abundancia del krill en el Océano Antártico.FLORA
Debido a las condiciones extremas del clima, en la Antártida existe poca vegetación, y de formas muy simples, como algas, musgos (como el Saniania uncinata) , y líquenes (como el Santona elegans), sin embargo la zona costera septentrional de la Península Antártica y las Antillas del Sur poseen dos plantas autóctonas basculares y fanerógamas: el clavel antártico (Colobanthus quitensis) y el pasto antártico (Deschampsia antarctica); ambas plantas crecen formando tundras y (en las zonas más septentrionales de las islas) pequeños colchones de tussoks; la Deschampia antárctica se destaca por su resistencia a las radiaciones ultravioletas y, por los compuestos que sintetiza se estudia su uso terapéutico para cánceres de piel.
Aparte de la flora vegetal, que prospera principalmente en las islas y en las costas de la Península Antártica, también se pueden encontrar en la misma zona antártica especies del filo hongo (Deschapmsia, Cephalosporium balanoides, Acrostalagnus etc.).FAUNA
La fauna es muy escasa en el continente propiamente dicho, pero abunda en el océano que lo rodea merced a que las aguas frías (si no están demasiado tiempo bajo el punto de congelación, es decir bajo los 0° C) son muy propicias para la existencia de gran cantidad de fauna marina. El leopardo marino, las focas de Weddell y los pingüinos son ejemplos de la fauna en la Antártida, llaman especialmente la atención peces adaptados a vivir bajo el 0°C como los pertenecientes a la familia de los Nototheniidae y de esta particularmente las especies Dissostichus mawsoni (bacalao antártico), Trematomus bernacchii y Trematomus hansoni cuya sangre y demás humores poseen glicoproteínas anticongelantes, también poseen estas cualidades los peces zoárcidos que viven a más de 550 m de profundidad en zonas abisales del Mar de Bellinghausen entre los que se destaca el anguiliforme Gosztonya antarctica.
Las aguas casi heladas que rodean a la antártida son el hábitat del mayor de los animales conocidos de todas las épocas: la ballena azul, y del mayor de los invertebrados conocido: el calamar colosal (Mesonychoteuthis hamiltoni), este calamar puede llegar a pesar unos 500 kg y tener (con los tentáculos) una longitud de más de 15 metros.
El aumento de solo 1°C debido al calentamiento global en las aguas del Océano Glacial Antártico amenaza con provocar un importante y brusco cambio ecosistémico especialmente en las aguas de las Antillas del Sur y en las aguas oceánicas que rodean el norte de la Península Antártica con la irrupción de especies depredadoras que hasta hace poco se mantenían alejadas por el frío, ya se observa a inicios del siglo XXI la irrupción de cangrejos y, más esporádicamente tiburones.
En la Península Antártica, y también en las islas subantárticas, se encuentran las skúas, aves rapaces pertenecientes a dos especies distintas, el escúa grande o marrón (Catharacta antarctica) y el escúa antártico (Stercorarius maccormicki), predadores de peces y de otras aves (por ejemplo cazan petreles).
Las demás especies, como focas, aves y otros tipos de pingüinos, sólo ocupan la zona costera que se descubre de hielo en el verano, a veces en forma de grandes colonias, de varios miles de ejemplares, pero cuando empieza el invierno migran con el casquete de hielo que se forma al congelarse el mar adyacente al continente.
El único representante de la fauna que pasa el invierno antártico sobre el hielo es el mayor de los pingüinos, Aptenodytes forsteri (pingüino emperador), cuyos machos se quedan incubando el huevo puesto por la hembra, que vuelve al océano.
En las zonas continentales septentrionales de la Antártida el principal predador es un ácaro llamado Raghidia gerlachei que se alimenta de pequeños insectos colémbolos como el Criptopygus antarcticus y Friesea grisea o moscas no voladoras como la Paruchlis steineniis o la Belgica antarctica, mientras que el insecto más difundido es un pequeño mosquito no volador de solo 0,5 mm de longitud.
En el desierto nival de la zona polar interior el único animal autóctono conocido es un diminuto ácaro llamado Nanorchestes antarcticus.CLIMA
Sobre casi toda la superficie del continente impera el clima polar, donde la temperatura promedio del mes más cálido no supera los 0 °C. El clima llamado de tundra, donde el promedio del mes más cálido supera los 0 °C, se presenta sólo en las zonas costeras más septentrionales, como en la Península Antártica, islas adyacentes e islas subantárticas. La temperatura media de esta región es de -17 °Celsius, y la más baja se registró en la estación antártica rusa de Vostok, el 21 de julio de 1983, cuando el termómetro marcó -89,3 °C, la menor temperatura registrada en la superficie de la Tierra.
Estas bajas temperaturas se deben, no sólo a su ubicación en la zona polar, sino a su gran altura media y la poca radiación solar que recibe. Además, entre el 80% y el 90% de la radiación que recibe es reflejada por el hielo merced a su albedo, evitando el calentamiento de la superficie. Es precisamente el albedo antártico el que le da gran importancia al clima de este continente ya que, al reflejar el color blanco de los extensos hielos el calor solar y devolverlo parcialmente hacia el espacio, se dice apropiadamente que la Antártida es “la refrigeradora de la Tierra”.
Menos del 3% del continente antártico se halla libre de hielos durante el clímax del verano (en enero) y de tal exiguo 3%, el 90% corresponde a las áreas más septentrionales de la Península Antártica.
Sin embargo, debido al calentamiento global, la Antártida pierde unos 152 km³ de hielo/año, lo que supone un aumento del nivel del mar de unos 0,4 milímetros. Posiblemente, los datos de meteorología y de climatología de Antártida, no den los promedios de temperaturas necesarios para fundir hielo continental (el único que puede hacer ascender muy notoriamente el nivel del mar), debido al calentamiento global en el verano meridional del 2002 se fragmentó y derritió la Barrera de Hielos Larsen B que poseía un área de 3240 km² y una antigüedad de aproximadamente 10.000 años.
Aunque algunas zonas -como la occidental- están experimentando una pérdida de hielo, los últimos estudios muestran un crecimiento del hielo marino antártico muy superior a dicha pérdida; una tendencia, además, en oposición a la que se venía dando desde la última glaciación. Según Curt Davis, la Antártida es “el único gran cuerpo de hielo terrestre que está ganando masa en lugar de perderla”. Sin embargo mapas satelitales de la NASA indican que el calentamiento global en el período 1998—2008 ha acelerado un 75% el deshielo del continente antártico; tal deshielo se presenta más patentemente en las zonas de latitudes y altitudes más bajas, las cuales se encuentran en la Antártida Occidental.
Estos datos contradictorios, sin embargo, tienen una explicación: las zonas cercanas a la costa y las zonas costeras están sufriendo una acelerada fusión de los hielos; por contrapartida las áreas centrales del continente antártico parecen estar teniendo un incremento de los hielos que quizás se explicaría precisamente (y paradójicamente) por el aumento global promedio de las temperaturas: al haber unos pocos grados más de temperatura es posible que el centro del continente antártico esté recibiendo flujos mayores de humedad atmosférica que rápidamente se precipitan en nieve y luego se transforman, también rápidamente, en capas estratificadas de hielo nuevo.
SOBERANÍA ARGENTINA EN LA ANTÁRTIDA: UN RECORRIDO DESDE COMIENZOS DEL SIGLO XX HASTA LA FIRMA DEL TRATADO ANTÁRTICO
El mapa bicontinental de la Argentina, obligatorio por la ley 26.651 desde 2010 y actualizado por la ley 27.557 de 2020, no es la excepción y sus antecedentes históricos se remontan a comienzos del siglo XX, cuando nuestro país comenzó a trazar sus límites en el continente antártico.
El objetivo de este artículo es abordar los principales hitos de la soberanía argentina en la Antártida, contextualizar la negociación por la firma del Tratado Antártico, explicar brevemente el funcionamiento del sistema al cual dio origen y finalmente ensayar algunas consideraciones en relación con los desafíos en el mediano plazo, como nación antártica en el siglo XXI.
Si bien no hay unanimidad respecto de la fecha exacta del descubrimiento de la Antártida –dado que varios países se lo atribuyen–, desde finales del siglo XVIII en la zona austral del Virreinato del Río de La Plata ya se realizaban actividades vinculadas a la caza de focas, lobos marinos y ballenas, que eran implementadas por los “foqueros” que contaban con la autorización del Consulado de Buenos Aires y navegaban mares antárticos. Existía un interés comercial relacionado con el aprovechamiento de estos recursos que fue motivando mayores exploraciones en estas latitudes, dando origen a lo que la historiografía llama la “era heroica” de la Antártida. Y es en este contexto cuando comienza a inscribirse la historia antártica argentina.
En 1902 la expedición sueca dirigida por Otto Nordenksjöld tuvo que esperar un año más para emprender su vuelta desde la Antártida. El buque “Antarctic” que iba en busca de los expedicionarios quedó atrapado en el hielo durante la travesía y terminó hundiéndose en el agua, lo que demoró el retorno y aisló a todos sus integrantes. La particularidad de este hecho es que el argentino José María Sobral, alférez de la Armada, formó parte de la expedición aportando sus conocimientos científicos y el rescate fue realizado por el Estado argentino a través de la corbeta “ARA Uruguay”, comandada por Julián Irízar, que pudo trasladar a todos los expedicionarios a salvo a fines de 1903.
El nacimiento del Sector Antártico Argentino
Tan sólo dos meses después se produjo el suceso que convirtió a nuestro país en el primero en asentarse de forma permanente en la Antártida tras quedar izada la bandera argentina en el continente el 22 de febrero de 1904. El Estado nacional había adquirido las instalaciones meteorológicas de la expedición escocesa a cargo de William Bruce en la Isla Laurie del conjunto de las Orcadas del Sur, donde además instaló una oficina postal. A la fecha, la base científica Orcadas continúa operativa y por este motivo nuestro país es el que posee mayor presencia ininterrumpida en la Antártida.
Este asentamiento no solo estuvo basado en un aspecto científico, dado que tan solo unos días después, el 29 de febrero de 1904, se creó la Compañía Argentina de Pesca (CAP), conformada por capitales argentinos y reconocida por el mismo Estado, cuyas instalaciones se ubicaron en Grytvtiken, situado en la Isla San Pedro del conjunto de las Georgias del Sur.
La CAP fue una empresa ballenera que realizó actividades de caza en la Antártida con capacidad para producir hasta mil barriles diarios de aceite de ballena, un recurso que en aquel entonces servía como combustible y lubricante. Es importante destacar que regían las leyes argentinas y una vez que el Reino Unido tomó conocimiento, envió a sus autoridades y se instaló en la isla bajo el argumento de que todo lo que se ubicaba al sur de Malvinas –zona que usurpa desde 1833 y desde donde se proyecta hacia la Antártida– se convertía en posesión británica (Fontana, 2018). La CAP finalmente dejó de funcionar en 1964.
Estos hitos iniciales fueron consolidando la presencia argentina en el continente antártico bajo el título jurídico denominado “ocupación efectiva”: es uno de los modos de adquirir un territorio en derecho internacional que consiste no solamente en ocupar un sitio, sino demostrar el interés por ejercer soberanía mediante el desarrollo de actos que excedan lo meramente simbólico. La conjunción de la actividad científica y comercial, sumada a la participación activa del Estado a través de rescates y asentamientos oficiales permanentes, fueron dando sustento a una política de Estado que se mantiene vigente.
Posteriormente, el contexto signado por las guerras mundiales trajo aparejado el interés de nuevos países por el continente antártico, lo que se fue traduciendo en la organización de expediciones con el objeto de ocupar el continente y fundamentalmente en la alegación de reclamos de soberanía por parte de siete Estados: Argentina, Chile, Reino Unido, Francia, Noruega, Australia y Nueva Zelanda. De todas las reclamaciones, solamente tres se superponen y corresponden a las de Argentina, Chile y el Reino Unido. Es relevante puntualizar que el reclamo británico comprende totalmente el argentino y gran parte del chileno. Por su parte, los de Argentina y Chile se superponen en menor medida entre sí. La pretensión británica tuvo como antecedente las Cartas Patentes de 1908 y 1917. La confección de la primera comprendía, además de la Antártida argentina y chilena y las Islas Malvinas, parte del territorio continental americano, lo que inmediatamente se tradujo en protestas formales que finalmente se corrigieron en la segunda carta, donde se suprimió esta porción. Este acontecimiento, lejos de parecer aislado o atribuirse a un error de cálculo, permite comprender las pretensiones británicas sobre el Atlántico Sur y la unidad geopolítica que significan las Islas Malvinas y la Antártida.
Fuente: Cancillería Argentina
Antártida Sudamericana
El orden internacional de la Guerra Fría incidió en el establecimiento de un régimen que contuviera a la Antártida, puesto que la contienda bipolar –caracterizada por desarrollar el conflicto en otras áreas del mundo y no necesariamente en los territorios de las dos potencias que estaban en disputa– requirió que esta situación no se trasladara al continente antártico. A este contexto general se suman otros elementos que configuraron la antesala en la discusión del Tratado Antártico.
Por un lado, el problema que suponía la existencia de reclamos de soberanía por parte de diferentes países, ya que su resolución implicaba un complejo trazado de límites y no estaba exento de escalar a un conflicto de mayor envergadura. Por otro , la tensión predominante entre la Argentina y Chile contra el Reino Unido, donde subyacía la superposición de reclamos antes señalada.
Desde mediados de la década de los cuarenta comenzaron a producirse varios sucesos en los cuales las fuerzas argentinas, chilenas y británicas realizaban demostraciones navales y se acercaban a los sitios donde antes había permanecido uno de ellos, retirando los objetos instalados y llegando incluso el Reino Unido a destruir las posesiones de los países sudamericanos en una ocasión.
En el marco de la “Operación Tabarín”, un operativo naval secreto durante la Segunda Guerra Mundial, el Reino Unido pretendió acrecentar su presencia en el Atlántico Sur y para eso organizó el establecimiento de bases y la destrucción de banderas y objetos argentinos, puesto que la presencia argentina se volvía adversa para los intereses británicos (Dodds, 2002). Esta puja decantó en una alianza argentino-chilena, que se materializó en las declaraciones conjuntas de los años 1947 y 1948, donde ambos países acordaron la defensa de sus derechos en la llamada “Antártida sudamericana”, reconociéndose mutuamente los reclamos de soberanía y comprometiéndose a entablar negociaciones para delimitar la porción yuxtapuesta en un futuro.
La situación era de tal magnitud que incluso el Reino Unido llegó a entablar demandas ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de la ONU contra Argentina y Chile en 1955. En ellas, solicitó que la CIJ declarara que sus títulos de soberanía eran válidos y que las reclamaciones argentina y chilena y sus actos soberanos eran ilegales bajo el derecho internacional, requiriendo que respetaran la soberanía británica y retiraran de esos lugares a toda persona o equipamiento de su nacionalidad (Ferrada Walker, 2015).
En el plano interno, estos hechos condujeron a la jerarquización de la política antártica argentina, principalmente durante los dos gobiernos peronistas, siendo Juan Domingo Perón el mentor de la alianza argentino-chilena anteriormente mencionada y quien llegó a describir en documentos oficiales la importancia de la Antártida como “el magno asunto” de Argentina. En este período se organizaron expediciones científicas y se instaló la mayor cantidad de bases en el continente, muchas de las cuales continúan cumpliendo funciones al día de hoy. Además, en el año 1951 se creó el Instituto Antártico Argentino, el primero en el mundo dedicado a investigaciones antárticas, y que sigue en pie. Un actor destacado en el desarrollo de esta política antártica fue el general Hernán Pujato, quien diseñó varios de estos hechos en un plan para consolidar la presencia argentina en la Antártida.
El Sistema del Tratado Antártico
El contexto descripto llevó a que finalmente se discutiera la regulación de la Antártida a finales de la década de los cincuenta en el marco de lo que se conoció como el Año Geofísico Internacional (AGI), que se desarrolló entre 1957 y 1958. Este evento científico viabilizó la negociación por el Tratado. Entendido como un ámbito de cooperación científica, participaron los siete Estados reclamantes y Estados Unidos, Bélgica, Japón, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y la Unión Sudafricana. Existieron distintas ideas en relación a la regulación de la Antártida, que van desde el establecimiento de un condominio internacional hasta la internacionalización del continente, condicionadas por el orden internacional imperante y el conflicto de intereses que representaban los reclamos de soberanía. El objetivo que pretendían principalmente las dos potencias era que el continente estuviera dedicado a la paz y a la ciencia, con el fin de apaciguar cualquier tipo de conflicto. Es importante destacar que la Antártida fue el primer espacio del mundo en lograr la desnuclearización a instancias de la Argentina con el apoyo de Chile.
Tras un mes y medio de debate, las negociaciones entabladas en la Conferencia de Washington concluyeron el 1º de diciembre de 1959, cuando los doce Estados participantes del AGI firmaron el Tratado Antártico. Hay varios elementos que fueron regulados para destacar: los reclamos de soberanía, el ámbito de aplicación espacial, la membresía, el proceso de toma de decisiones y el ámbito de aplicación temporal.
Resuelta la utilización pacífica de la Antártida, el tema más trascendente de las negociaciones fue el tratamiento de las reclamaciones territoriales de los siete Estados implicados y las dos potencias de la época. La resolución se concretó en el artículo 4 del Tratado, también conocido como “cláusula paraguas”, por medio del cual se resguardaron los reclamos de soberanía, estableciendo que ninguna disposición o actividad que se lleve adelante mientras esté vigente el Tratado puede interpretarse como una renuncia o menoscabo a la posición de las partes que los hubieran hecho valer precedentemente, tanto en lo que respecta a las reclamaciones territoriales como a sus fundamentos.
Además, se determinó que no se pueden crear nuevos reclamos o ampliar los existentes al momento de su firma. Por su parte, Estados Unidos y la URSS saldaron esta cuestión al reservarse el derecho de realizar reclamos de soberanía en un futuro. Esta norma fue muy novedosa en la materia y se constituyó en la piedra basal del Tratado, ya que permitió zanjar provisoriamente la discusión por los reclamos de soberanía –que tal como se explicó no dejaron de existir– para regular el continente antártico en un contexto particular. El ámbito de aplicación espacial refiere a la zona geográfica concreta donde rige el Tratado, en este caso comprende todo lo que se halla al sur del paralelo 60º Sur, incluidas las barreras de hielo que flotan alrededor del continente.
En lo concerniente a la membresía, el Tratado reconoce dos tipos de Estados Parte que lo integran: las Partes Consultivas y las Partes Adherentes. El primer grupo está conformado por los doce Estados que firmaron el Tratado y por aquellos que posteriormente adquirieron esta categoría, ascendiendo en la actualidad a veintinueve países.
La característica que comparten estos Estados es que llevan adelante actividades científicas de relevancia en el continente a través de la implementación de programas científicos y el establecimiento de bases. El segundo grupo lo componen los Estados que simplemente adhieren al Tratado, pero no desarrollan tareas científicas preponderantes, alcanzando a veinticinco países. La diferencia entre los dos grupos radica sustancialmente en el proceso de toma de decisiones. La instancia de mayor importancia en lo que respecta al funcionamiento del Tratado está dada por las Reuniones Consultivas del Tratado Antártico (RCTA), donde se abordan los distintos temas que hacen al continente y se adoptan medidas, decisiones y resoluciones (las primeras son jurídicamente vinculantes).
Las Partes Consultivas participan con voz y voto, mientras que las Partes Adherentes simplemente contribuyen en las deliberaciones. Para que una medida resulte aprobada debe contar con el consenso de todas las Partes Consultivas y para que entre en vigencia debe ser adoptada por todas las Partes Consultivas conforme a sus ordenamientos jurídicos. Estas particularidades han provocado algunas críticas a lo largo del tiempo al asociar al Tratado a un “club selecto”. Sin embargo, cualquier Estado puede adherir a sus disposiciones y formar parte, pudiendo alcanzar un estatus mayor al reunir las condiciones necesarias para constituirse como Parte Consultiva. A lo largo del tiempo, las RCTA se consolidaron como el principal mecanismo donde se fueron discutiendo otras temáticas que no habían sido contempladas al momento de firmarse el Tratado en 1959.
Desde entonces, se adoptaron otros instrumentos jurídicos que lo complementaron: la Convención para la Conservación de las Focas Antárticas (1972), la Convención sobre la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos (1980), el Protocolo sobre Protección del Medio Ambiente con seis anexos (1991) y el Acuerdo de Sede para la Secretaría del Tratado Antártico (2004), situada en Buenos Aires. Cabe señalar que en 1988 se adoptó la Convención para la Reglamentación de las Actividades sobre Recursos Minerales Antárticos, pero no entró en vigencia al no reunir el número de ratificaciones necesarias.
Este conjunto de normas dio origen a lo que actualmente se conoce como Sistema del Tratado Antártico (STA) y significa que las disposiciones de todos los instrumentos mencionados deben entenderse de manera congruente entre sí.
En lo que respecta al ámbito de aplicación temporal, es decir, si el Tratado rige durante algún tiempo determinado, es importante destacar que no tiene una fecha de terminación concreta. Por ende, sigue vigente mientras los Estados Parte lo sostengan. Sin embargo, se prevén procesos de revisión y enmienda según se pretenda revisar el funcionamiento del Tratado o modificar su contenido, respectivamente. Para cada instrumento que integra el STA rige un procedimiento distinto. Suele mencionarse el año 2048 como una fecha crucial de cara al futuro de la Antártida; concretamente, en ese año los Estados podrán optar si revisan el Protocolo de Medio Ambiente y en dicho marco una eventual modificación. Para que opere, se requerirá una doble mayoría que incluye a las tres cuartas partes de los Estados que eran Partes Consultivas en el momento de la adopción del Protocolo. La relevancia de este escenario se vincula con que el Protocolo, como contracara de la fallida Convención antes mencionada, prohibió expresamente la explotación de los recursos minerales permitiendo solo la investigación científica. Por lo tanto, el análisis de las tendencias que se vislumbran alrededor de la actividad relacionada con los minerales deviene sustancial en el mediano plazo.
El STA logró ajustarse a lo largo del tiempo en función de los cambios que se produjeron en el orden internacional adoptando nuevas regulaciones abordadas puertas adentro.
En la actualidad, los elementos más importantes de un Estado en la Antártida están dados por la ciencia, la diplomacia y las Fuerzas Armadas. En las últimas décadas se han potenciado varias actividades como el turismo, la bioprospección y la pesca. Asimismo, han surgido nuevos actores estatales y no estatales dentro del STA que comienzan a tener mayor gravitación en las decisiones. Entonces, resulta indispensable el estudio de la Antártida dentro del contexto internacional actual, caracterizado por nuevas reconfiguraciones de poder y tendencias vinculadas a los recursos naturales, dado que este continente nunca estuvo ajeno a los cambios mundiales y su regulación es el resultado de uno en concreto. En el escenario antártico, además de la preeminencia que tienen las potencias (overall powers), se destaca la presencia de otros Estados que cuentan con capacidades específicas (issue specific power) y cuya participación ha sido relevante para mantener el STA (Colacrai, 2013).
Conclusiones
En este sentido, y para finalizar, resulta pertinente mencionar que la dimensión bicontinental de la Argentina es una característica que debe plasmarse siguiendo la política de Estado que nuestro país sostiene desde 1904 y donde el mapa bicontinental resulta una hoja de ruta no solo para el continente blanco, sino en su relación con el resto de los espacios en disputa y en cooperación con el resto de la región sudamericana que participa en el STA.
El fortalecimiento de foros regionales como RAPAL –donde están nucleados los Estados sudamericanos–, la integración y el desarrollo del resto del país con la Patagonia, la inversión en ciencia y en Defensa, así como la especialización de la diplomacia, son factores de relevancia para acrecentar la posición de la Argentina dentro del STA; de manera que, en el marco de eventuales modificaciones que surjan en el continente, cuente con los elementos indispensables para defender los intereses nacionales, en su conjunto con una región enlazada geográfica e históricamente con la Antártida.