JAVIER MILEI ROMPIÓ LA AGENDA DEL FORO ECONÓMICO MUNDIAL Y DEL PAPA FRANCISCO EN DAVOS
El pasado lunes 15 de enero, un buen amigo me dijo asombrado: “¿Viste que por fin viene el Papa Francisco a la Argentina? Lo dijo ayer en un programa de televisión italiano”. Por mi parte, me sorprendió que todavía haya gente buena e inteligente que pueda creerle a Bergoglio. El Papa Francisco nunca vendrá a la Argentina. Tiene miedo de la recepción que recibiría. De lo contrario, lo habría hecho durante los gobiernos de Cristina Kirchner, Mauricio Macrí o Alberto Fernández. No se trata de una cuestión política o electoral. Es una cuestión de puro cálculo. Ya tuvo la experiencia chilena, y sería catastrófico que algo similar le sucediera en su propio país, donde solo es amado tibiamente.
Y vendrá aún menos desde que escuchó las palabras de la presidenta Milei en Davos. En la misma reunión a la que Francisco envió sus sentidas bendiciones, Javier Milei pronunció un discurso en el que contradijo uno tras otro postulado más cercano al corazón papal: el socialismo, que en Argentina se llama peronismo; la falacia de la justicia social tal como la entiende el clero progresista argentino; y la Agenda 2030, en particular el postulado del cambio climático provocado por el hombre, que vertebra el magisterio de Bergoglio.
Peor. El discurso de Milei provocó la ira predecible de los progresistas de todo el mundo, pero las simpatías que despertó fueron mucho más fuertes, o al menos más fuertes. En otras palabras, el discurso ecologista y socialista de Francisco no tiene sentido en Argentina, pero el discurso “reaccionario” de Milei sí. Es decir, la popularidad del presidente argentino es mucho mayor que la del papa argentino; ergo, un populista como Bergoglio nunca se arriesgará a que tal desequilibrio se manifieste públicamente.
El Foro Económico Mundial de Davos se caracteriza por ser una reunión anual de grandes líderes políticos y económicos en la que se defiende el “capitalismo de Estado”, el intervencionismo público y la ingeniería social, es decir, se defiende un socialismo más o menos diluido. En otras palabras, Davos es el centro de poder de la política progresista, que se implementa en todo el mundo principalmente a través de organizaciones internacionales, universidades y medios de comunicación.
Después de la caída del Muro de Berlín y el consiguiente colapso del comunismo, los marxistas desarrollaron rápidamente un neomarxismo en el que las luchas ya no se libran entre burgueses y proletarios, sino de otras maneras: mujeres contra hombres, humanidad contra naturaleza, nacidos contra no nacidos, homosexuales contra heterosexuales, personas de color contra blancos y otras minorías, etc. Esta es la agenda general y la vulgata que se repite hasta la saciedad por parte de gobiernos, universidades y medios de comunicación. Y, eso sí, también de la Iglesia. Es Davos el que principalmente ha urdido esta calumnia que está envenenando a Occidente.
Javier Milei tuvo la audacia, no, no la audacia, sino la locura, de decirle a la crème de la crème del progresismo reunido en este foro que Occidente está en peligro por las políticas neomarxistas o progresistas o socialistas -que él entiende como sinónimos- que se han llevado a cabo durante décadas. ¿Quién se hubiera atrevido a criticar duramente el “sangriento crimen del aborto”, el feminismo o el discurso dogmatizado sobre el cambio ecológico frente a este foro? Solo un loco, como Milei.
Luisa Corradini, corresponsal progresista del principal diario argentino La Nación, escribió refiriéndose a una fuente anónima: “Dividido entre el asombro y cierta fascinación, el público que lo escuchó vaciló y también aplaudió la actuación del actor, quien en apenas 30 minutos celebró más de 50 años de los esfuerzos del Foro Económico por crear un capitalismo responsable y bien educado’, confirmó un funcionario del foro, que pidió el anonimato. Milei arrojó su asado a los pies de los cocineros del progresismo global.
Me gustaría destacar tres curiosidades:
- En primer lugar, la enorme respuesta positiva al discurso del presidente argentino en las redes sociales, el único eco válido hoy.
- En segundo lugar, si bien los comentarios y reacciones negativas de personalidades y de los principales medios de comunicación eran totalmente predecibles, la crítica es desconcertante, que también proviene de ciertos remanentes de un catolicismo conservador y nacional en Argentina que finalmente abrazan el discurso progresista.
- En tercer lugar, si finalmente se lee el mensaje del Papa Francisco al Foro, se encuentra que el discurso de Milei desmontó pieza por pieza los postulados de Bergoglio.
Precisamente por eso Bergoglio nunca vendrá a la Argentina…