Ataques a Israel y Ucrania: cómo dos guerras distintas ensanchan las mismas fracturas geopolíticas

Las democracias occidentales y del Pacífico son el núcleo del apoyo a Kiev y al Estado judío. El nuevo estallido, como el anterior, exacerba la confrontación entre ese bloque y actores como Irán, Rusia, China o Turquía. La India, alineada en la crisis actual con Occidente, es la gran diferencia

En unos 20 meses, dos crisis gravísimas, de rasgos inusitados, han sacudido el mundo. Primero, en febrero de 2022, la invasión a gran escala de Ucrania por parte de las fuerzas rusas, un desafío frontal al orden global vigente. Ahora, una ofensiva sin precedentes de Hamás contra Israel con una réplica de rasgos brutales. Los dos conflictos no están conectados, tienen dinámicas y reacciones específicas. En términos geopolíticos, uno busca la voladura del proceso de acercamiento de Ucrania a Occidente; otro, de la normalización de relaciones entre Israel y los países árabes.

El ataque de Hamás evidencia la brecha en el mundo musulmán. Los países con mayores lazos con EEUU adoptan posiciones mucho más moderadas que los antagónicos.


Una diferencia fundamental entre ambos conflictos es la posición de la India, neutral en el caso de Ucrania, pero alineada con Occidente en el respaldo a Israel. Es el único entre los BRICS que se pronuncia así.

Importantes democracias de la región del Pacífico muestran su creciente alineamiento con las democracias occidentales en ambas crisis pese a la lejanía geográfica.

El grupo de países que respalda con claridad a Israel es, en gran medida, el núcleo del apoyo activo a Ucrania
Países que apoyan a Israel y sancionan a Rusia

Por qué Israel no apoya a Ucrania en la guerra contra Rusia

Israel ha sido neutral en Ucrania, pero el apoyo de Irán a Rusia le deja en una encrucijada. Si asegura la relación con Putin tendría que hacer más concesiones, pero mantener la equidistancia o acercarse a Kiev podría comprometer sus lazos con Moscú y poner en riesgo su seguridad nacional.

Por qué Israel no apoya a Ucrania en la guerra contra Rusia

No todos los aliados clásicos de Occidente han apoyado a Ucrania. Es el caso de Israel, que opta por una neutralidad interesada pese a haber condenado la invasión. Los amagos de acercamiento de los últimos meses han fracasado: ni los israelíes han obtenido el apoyo de Ucrania en las votaciones de la Asamblea General de la ONU sobre la ocupación de Palestina, ni los ucranianos han conseguido el armamento que les demandan a cambio. Con Rusia, el tono amigable de la última conversación en diciembre entre Vladímir Putin y el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu tampoco anuncia cambios en las relaciones.

Aún así, la neutralidad israelí con la guerra es extraña, en especial desde que Irán le envía armas a Rusia. Los drones iraníes han sido clave para el Ejército ruso, que los ha usado en ataques kamikaze contra objetivos militares y civiles. Aunque Irán fortalezca sus relaciones con Rusia y eso le ponga en peligro por tratarse de su enemigo regional, las propias conexiones de Israel con Moscú y su agenda en Oriente Próximo le obligan a tomar una decisión difícil.

Judíos rusos y buenas relaciones personales

La política interna israelí ha sido fundamental en la relación del país con Rusia y Ucrania. Con tres primeros ministros en el último año, la relación con el conflicto ha tenido altibajos. Bajo la dirección de Naftalí Bennett, el país optó por una neutralidad cordial para posicionarse como potencial mediador. Tras el fracaso de su Gobierno en junio, su sustituto, Yair Lapid, se posicionó más a favor de Ucrania. Rusia respondió a sus críticas iniciando procesos legales para cerrar la Agencia Judía en Moscú, una institución cultural sionista que promueve la migración judía a Israel. El nuevo Gobierno de Netanyahu, el más derechista de la historia de Israel, mantiene de momento esa postura neutral y los contactos con ambos. 

Sin embargo, la buena relación que Putin y Netanyahu tienen desde hace años puede influir en las decisiones de Israel. Antes de la guerra apostaron por estrechar lazos, a pesar del fuerte antisemitismo en Rusia. Sus respectivas derivas autoritarias también los acercan. Las políticas de Putin pueden servir de modelo para Netanyahu, que ya cuenta con proyectos para debilitar el poder judicial y reformas a la Corte Suprema, y que redoblará la represión contra los palestinos. En ese sentido, el Gobierno israelí se sentirá más cómodo con la Rusia de Putin que con el modelo de democracia liberal que promueve Biden. 

Otro factor importante es el más de un millón de judíos rusos que viven en Israel y que son un canal de influencia de Moscú sobre su política. A pesar de ser un grupo heterogéneo, son el 15% de la población del país y muchos mantienen el ruso como lengua principal, consumen medios rusos y son conservadores. Un caladero de votos para Netanyahu que ya fue clave en su primer mandato de 1996, cuando el partido judío ruso facilitó su llegada al poder.

Equilibrio en Siria entre Rusia e Israel

Siria también es clave para las relaciones entre Israel y Rusia. A pesar de que el largo conflicto sirio ha sido relegado a un segundo plano en la actualidad, el país se volvió un escenario de competición geopolítica entre las potencias regionales y actores no estatales. Rusia combatió como aliado del régimen de Bashar al Asad, mientras que Israel optó por salvaguardar su seguridad atacando a las milicias apoyadas por Irán, como la libanesa Hezbolá, y vigilando su control sobre los Altos del Golán, reclamados por Siria. 
Aunque Al Asad ha vencido después de diez años de conflicto, Israel sigue mirando a Siria como un frente estratégico. Y Rusia es un actor principal a tener en cuenta en él. Primero, porque los rusos controlan buena parte del territorio y el espacio aéreo del país. Esto no les ha impedido permitir incursiones de Israel para atacar a las milicias proxys de Irán y vigilar sus actuaciones. Si Israel quiere seguir monitorizando las amenazas a su seguridad en suelo sirio, necesita relaciones fluidas con Moscú. Por otro lado, Rusia tiene desplegadas tropas en la frontera siria e israelí. Si Israel se acerca a Ucrania, Rusia podría dejar de ejercer de muro de contención fronterizo a las fuerzas iraníes.

Irán pone a Israel contra las cuerdas

Con estos factores, la neutralidad de Israel respecto a la guerra en Ucrania tenía sentido. Pero la entrada de Irán en el conflicto le ha puesto contra las cuerdas. Al contrario que sus vecinos árabes, Irán ha mantenido su narrativa de que Israel no debería existir y ha desplegado presiones y ataques a través de Hezbolá o financiando al grupo palestino Hamás. El Estado hebreo no quiere que Teherán gane influencia en la región, y hasta ahora se ha servido de sus alianzas con grandes socios para evitarlo. Ya en 2015 presionó a Estados Unidos para que saliera del acuerdo nuclear con Irán.

Rusia e Irán también mantienen una relación compleja. Cuestionar el orden internacional capitaneado por Occidente les ha llevado a aliarse en cuestiones específicas, pero nunca han actuado como un bloque. Sin embargo, el apoyo armamentístico de Irán a Rusia en la guerra de Ucrania ha acercado posturas. Esas relaciones podrían traducirse en un trato favorable en conflictos como el de Siria. Rusia podría ceder parte de su control en la zona en favor de Irán, que podría presionar a Israel con más facilidad. Pero también en una colaboración más estrecha: Rusia seguiría beneficiándose de la tecnología militar iraní, e Irán encontraría un aliado en la defensa de su programa nuclear.

Para algunos analistas, es urgente que Israel decida. La neutralidad que le ha permitido hacer de contrapeso a Irán en Oriente Próximo puede no ser ya suficiente. Si asegura el trato favorable de Rusia, el Gobierno de Netanyahu tendrá que hacerle más concesiones o gestos. Esto incluiría desde postularse como mediador en el conflicto hasta negarse a cualquier intercambio de favores con Ucrania. Si, por el contrario, apuesta por Ucrania para acercarse a Estados Unidos y posicionarse claramente en contra de Irán, corre el riesgo de comprometer su seguridad. Sin garantías de éxito, Israel juega a la equidistancia por pura supervivencia.