Quien lleva décadas abogando por la adhesión a la Otan, encabeza todas las encuestas
Cai-Göran Alexander Stubb (Helsinki, 1 de abril de 1968), popularmente conocido por su tercer nombre, juró no volver a la política activa al abandonar su escaño en el Parlamento finlandés, allá por julio de 2017.
Bien es cierto que, con los 49 años que tenía entonces, dejaba tras de sí un extenso currículum de servidor público, que inició como influyente eurodiputado desde 2004 y prosiguió, a partir de 2008, mediante una meteórica carrera ministerial que le llevó a asumir sucesivamente las carteras de Asuntos Exteriores, Asuntos Europeos y Comercio, la mismísima jefatura del Gobierno entre 2014 y 2015, y Finanzas desde ese año hasta 2016.
La «retrogradación» se debió a que la formación que encabezaba, el Partido de la Coalición Nacional, de centro derecha, había perdido los comicios. Stubb, en la senda de esa cuasi perfección democrática que caracteriza a la vida política de los países escandinavos, aceptó ser ministro de Finanzas en el nuevo Gobierno.
Fue su último cargo estrictamente político antes de replegarse, primero, en el Banco Europeo de Inversiones en calidad de vicepresidente y más adelante, como profesor de Gobernanza Transnacional en el Instituto Europeo de Florencia.
Un puesto a medida para quien ostenta una licenciatura en Filología Francesa –además de su idioma natal y del de Molière, habla sueco, inglés y alemán–, un máster obtenido en el Colegio de Europa en Brujas y un doctorado en Política Internacional por la prestigiosa Escuela de Economía de Londres, lo que le permite agregar el rimbombante «Ph.D» a sus tarjetas de visita.
Mas el verano pasado decidió apartarse de una vida académica apacible para postular a la presidencia de Finlandia, rompiendo así su compromiso de 2017, que, en realidad, solo comprometía a sí mismo.
De momento, su inesperado bandazo parece el acertado, pues todas las encuestas le sitúan en cabeza de cara a la elección de mañana, si bien lo más probable es que deba afrontar una segunda vuelta el 11 de febrero.
Las competencias del presidente de Finlandia no son tan extensas como las del de Estados Unidos, pero trascienden las de un presidente con funciones estrictamente representativas y ceremoniales como, pongamos por caso, el de Alemania.
Sin ir más lejos, el ocupante del Palacio Presidencial de Helsinki está estrechamente a la determinación de la política exterior y de defensa, en colaboración con el Gobierno de turno, que goza de la confianza del Parlamento.
Por lo tanto, si Stubb gana los comicios presidenciales, cabe esperar un impulso europeísta y atlantista por parte de Finlandia: su historial para con la integración europea no precisa de demostraciones y lleva décadas abogando por la adhesión de su país a la OTAN, aunque cuando fue primer ministro todavía no se daban las circunstancias.
Ahora, ese anhelo se ha materializado y podría consolidarse con Stubb al frente de Finlandia, para solaz de Bruselas y Washington.