¿Por qué tus hijos sí deberían jugar a videojuegos?


Según concluyen esos estudios, los videojuegos no solo favorecen el desarrollo cognitivo del cerebro, sino que además resultan una altamente efectiva herramienta de aprendizaje por su alto grado de motivación e interacción directa con los conceptos a impartir.

Lara Croft no lo sabe, pero sus legendarias aventuras en la PlayStation han hecho más por la arqueología que muchos libros de texto. Además de la protagonista de la saga Tomb Raider, hay un sinfín de personajes de videojuegos que, aunque no lo parezca, despiertan vocaciones tempranas y enseñan historia, geografía o matemáticas a millones de escolares y adultos en todo el mundo. ¿Quién dijo que las videoconsolas no cultivan el intelecto?

La importancia de los videojuegos en la sociedad

Hace tiempo que la industria de los videojuegos perdió la inocencia. Hoy es un sector maduro y admirado por su músculo tecnológico, su capacidad innovadora y su visión empresarial privilegiada. Los números no engañan: cerró 2022 con unos ingresos globales de más de 180.000 millones de dólares y una previsión de que este número supere los 200.000 millones en 2025, según la compañía de inteligencia de mercado Newzoo.

Con estas cifras es normal que los videojuegos dominen el ocio audiovisual, muy por delante de la música y el cine. Ni siquiera Hollywood ha podido con un rival que cuenta con 3.200 millones de jugadores en el mundo y, en concreto, éxitos como Fortnite con más de 230 millones de usuarios activos mensuales. La fiebre por este videojuego traspasa fronteras y ya inquieta a un gigante como Netflix más que Disney y HBO, sus competidores directos en la batalla por liderar los contenidos audiovisuales en streaming.

Las claves del ‘game-based learning’

Los beneficios de los videojuegos han llegado también a la enseñanza con el game-based learning o aprendizaje basado en los juegos electrónicos. Este método educativo utiliza lo bueno de los videojuegos para transmitir conocimientos a los estudiantes y se fundamenta en tres puntos clave:

  • Dinamiza la educación: transforman el aprendizaje en un juego divertido, emocionante y sin clases aburridas. Esto hace que los alumnos asimilen y retengan los contenidos casi sin darse cuenta.
  • Incrementa la motivación: convierten a los estudiantes en los protagonistas de la historia y premian su esfuerzo con medallas, vidas extra, bonus, etc. Así consiguen captar y mantener su interés por aprender.
  • Facilita la práctica: permiten aplicar los conocimientos adquiridos sin crear situaciones de peligro. Este es el cometido, por ejemplo, de los simuladores de aviación y navegación.

Videojuegos para el aprendizaje: los ‘serious games’

Dentro del game-based learning existen unos videojuegos educativos conocidos como serious games (videojuegos serios). Este segmento específico para la enseñanza tiene como finalidad formar a los estudiantes en materias concretas, el aprendizaje de idiomas o el entrenamiento de profesionales como policías, pilotos, bomberos o personal sanitario, entre otros. Los videojuegos educativos constituyen un mercado global en auge que prevé ingresar 24.000 millones de dólares en 2024 sólo en Estados Unidos —un 685% más que en 2021—, tal y como publica el portal Statista. A continuación, repasamos algunos de ellos:

  • Dragon Box acerca una disciplina como la geometría a los más pequeños.
  • Extreme Event prepara para afrontar desastres naturales y fomenta el trabajo colaborativo.
  • Pacific sirve para entrenar el liderazgo y la gestión de equipos.
  • Spore es útil para enseñar biología, en concreto la evolución de los seres vivos.
  • Duolingo impulsa el aprendizaje de idiomas como el inglés, el francés o el alemán.
  • Blood Typing, desarrollado por la Academia Sueca, educa sobre tipos de sangre y transfusiones.

Los beneficios de jugar a videojuegos

El impacto de los videojuegos en la sociedad los ha convertido en objeto de estudio. Por ejemplo, Andrew Przybylski, psicólogo del Instituto de Internet de la Universidad de Oxford, ya en 2014 publicaba un estudio en la revista Pediatrics en el que establecía cuántas horas debían destinar los niños a los videojuegos. Su conclusión fue que aquellos que jugaban menos de una hora eran emocionalmente más estables, mientras que aquellos que jugaban alrededor de tres horas desarrollaban problemas a la hora de socializar. Por tanto, con moderación los videojuegos, además de mejorar el aprendizaje, impulsan otra serie de beneficios. A continuación, repasamos algunos de ellos:

  Mejoran la capacidad de respuesta

Según la Universidad de Rochester agilizan la capacidad de lidiar con imprevistos al plantear problemas y establecer un tiempo para resolverlos.

  Fomentan el trabajo en equipo

Según el californiano Institute for the Future (IFTF) las partidas con varios jugadores con un objetivo común refuerzan la capacidad para resolver problemas de forma colaborativa.

  Estimulan la creatividad, la atención y la memoria visual

La Universidad de California asegura que estimulan estos aspectos al plantear retos que obligan a concentrarse, a usar la imaginación y a recordar los detalles para resolverlos.

  Mejoran la estrategia y el liderazgo

Los videojuegos ponen a sus protagonistas en situaciones de mando, mejorando su capacidad para resolver conflictos, dirigir a otros personajes y tomar decisiones según la Universidad de Pittsburgh.

  Enseñan idiomas

Según la Universidad de Helsinki facilitan el aprendizaje de otras lenguas a través de las instrucciones en pantalla, los chats para comunicarse con otros jugadores o la propia narración de la historia.

  Favorecen el pensamiento crítico

El Tecnológico de Monterrey ponía en valor en un artículo el trasfondo ético, filosófico y social de estos juegos y su capacidad para hacer reflexionar a los jugadores y mejorar su pensamiento crítico.

El papel de los padres respecto a los videojuegos

Pese a esto, los videojuegos continúan generando suspicacias entre los padres. Y algo de fundamento tiene: la Organización Mundial de la Salud (OMS) incluyó en 2019 la adicción a los videojuegos (Gaming Disorder) en la Clasificación Internacional de Enfermedades. A la hora de iniciar a los niños en los videojuegos conviene tener en cuenta, en primer lugar, aspectos como el sistema PEGI —o su equivalente en Estados Unidos: ESRB—, que orienta a los padres sobre la conveniencia o no de ciertos juegos estableciendo una edad de uso recomendada.

La revista de divulgación científica Psychology Today ofrece una serie de consejos para los padres:

  • Verificar el contenido de los juegos. Los padres deben tener control sobre el tipo de videojuegos a los que dedican tiempo sus hijos. Optar por los educativos en lugar de los violentos.
  • Fomentar el uso de videojuegos colaborativos. Cuando los niños juegan junto a otros socializan y establecen alianzas. Hay que evitar convertir este tipo de ocio en una actividad solitaria.
  • Establecer límites de tiempo. Hay que establecer reglas. Por ejemplo: pueden jugar durante un par de horas después de haber hecho sus tareas, no antes.
  • Seguir las recomendaciones de los fabricantes de videojuegos. Por ejemplo: no sentarse cerca de la pantalla, jugar en una habitación bien iluminada, no jugar con el brillo al máximo, etc.

En nuestra próxima nota esteraremos dialogando con el especialista en Videojuegos, José Francisco Hiebaum