La guerra en Ucrania, el atentado islamista en Moscú, el atentado contra el primer ministro eslovaco o los ataques ucranianos en suelo ruso han aumentado el temor a un intento de asesinato contra Putin

Es un secreto a voces que el Kremlin emplea dobles bien entrenados del presidente ruso, Vladimir Putin, para su aparición en determinados actos públicos donde la seguridad no pueda estar 100 % asegurada.

También es un secreto a voces la mala racha que pasó el inquilino del Kremlin durante la pandemia de coronavirus, cuando se encerró durante meses y se aisló incluso de su círculo más cercano de colaboradores por miedo a contagiarse de COVID.

Al comienzo de la guerra de Ucrania algunos analistas esgrimieron aquel aislamiento para explicar la catastrófica decisión de iniciar la invasión.12

La eliminación del jefe del Grupo Wagner, Yevgueni Prigozhin, en agosto de 2023, y la purga de varios rivales políticos, junto con la victoria electoral en las presidenciales, parecía haber devuelto la confianza a Putin respecto a su seguridad.

Las imágenes de reuniones y encuentros con mandatarios extranjeros o, incluso, con aliados en larguísimas mesas donde ambos interlocutores se situaban en los extremos opuestos, parecían cosa del pasado.

Pero, como tantas cosas en Rusia, parece ser una ficción. Putin vive inmerso en una auténtica paranoia por su seguridad heredada de una dinámica conspirativa originaria de la Unión Soviética –o incluso de la Rusia zarista– que le lleva a vivir prácticamente encerrado en un búnker.

El atentado islamista en el centro comercial moscovita del Crocus City Hall el pasado 22 de marzo no ha hecho más que agravar la alerta de seguridad en torno a Putin.

Según publica The Moscow Times, los servicios secretos rusos, el FSB, teme un intento de atentado contra Vladimir Putin y ha llevado al extremo las medidas de seguridad en torno al presidente.

También la orden de detención contra Putin dictada por la Corte Penal Internacional por deportar a niños ucranianos ha pesado en la percepción de riesgo de seguridad para Putin.

Lo mismo que los constantes ataques ucranianos con drones contra objetivos en territorio ruso que, además de alcanzar a numerosas refinerías rusas, han llegado a caer sobre Moscú e, incluso, sobre el mismo Kremlin.

Recientes acontecimientos internacionales, como el atentado contra el primer ministro eslovaco Robert Fico, han aumentado la paranoia por la seguridad en el entorno del presidente ruso.

En definitiva, la guerra de Ucrania, las consecuencias de las sanciones internacionales, el aislamiento en el que ha caído Rusia en medio de un creciente autoritarismo y persecución política han enervado los ánimos en muchos sectores de la sociedad rusa, en particular entre los jerarcas rusos.

De puertas afuera, pocos son los que se permiten criticar al ‘zar’ y moverse de la foto, ante el riesgo de que los quiten de en medio. La muerte del opositor Alexei Navalni en la cárcel siberiana donde lo encarceló Putin es un claro aviso a navegantes.

Pero, de puertas adentro, no hay dudas de que dentro del Kremlin y de los servicios secretos hay un creciente malestar por la deriva de los últimos años.

Un funcionario ruso, que prefiere mantenerse en el anonimato, declaró a The Moscow Times que «el Kremlin se toma muy en serio la seguridad de Vladimir Putin. Está protegido por todo un ejército de guardias visibles e invisibles».

Según The Moscow Times, los servicios secretos han establecido un control absoluto de la rutina de Putin para evitar un atentado: analizan su comida antes de servírsela y usa chaleco antibalas en todos sus desplazamientos, aunque sea solo para salir del Kremlin, y francotiradores de los servicios especiales están permanentemente apostados en los tejados del Kremlin.

Según el diario moscovita crítico con el régimen de Putin, la reciente purga ejecutada por el FSB contra altos cargos militares podría deberse a esta obsesión de Putin por la seguridad y el miedo a un golpe interno, aunque también se ha especulado con que buscaría depurar responsabilidades por el estancamiento de la guerra. La verdad tal vez encierre un poco de ambas versiones.