Ursula von der Leyen junto a Joe Biden en Bruselas, en una imagen de archivo© Efe
Entre la cautela y la esperanza. La Unión Europea ha acogido con alivio la renuncia de Joe Biden a la carrera presidencial, después de semanas plagadas de malas noticias en las que la debilidad del candidato demócrata parecía dejar en bandeja la presidencia de Estados Unidos a Donald Trump. La UE lleva meses intentando asimilar una vuelta de Trump a la Casa Blanca. Pero si hasta ahora esta posibilidad parecía muy posible, pero no segura, en las últimas semanas las cancillerías europeas habían comenzado no solo a estar muy preocupadas sino a entrar en pánico.
En las últimas horas se han multiplicado las alabanzas por la decisión de Biden. «Ha tomado muchas decisiones difíciles gracias a las cuales Polonia, Estados Unidos y el mundo están más seguros y la democracia es más fuerte. Sé que usted fue impulsado por las mismas motivaciones cuando anunció su decisión final. Probablemente la más difícil de su vida», ha reaccionado el primer ministro polaco, Donald Tusk.
El ministro de Asuntos Exteriores español, José Manuel Albares, también ha destacado el «sentido de Estado» y la «altura de miras» ante una decisión que ha calificado de «valiente». El mismo adjetivo ha sido utilizado por el ministro de Exteriores de Luxemburgo, Xabier Bettel. Aún es pronto para saber si un candidato alternativo, elegido casi en tiempo de descuento (Biden ha apoyado a la actual vicepresidente Kamala Harris), podrá evitar la victoria de Trump.
Bruselas es cautelosa a la hora de mostrar favoritismos. De momento, la única que se ha pronunciado es la ministra belga de Exteriores, Hadja Lahbib, quien ha calificado a Harris como una «mujer fuerte». Las cancillerías europeas temen que un segundo mandato de Trump incluso más complicado y traumático que el primero. Como un aviso a navegantes, el aspirante a la Casa Blanca ha elegido como número dos a J.D Vance, quien se opone de manera contundente a seguir enviando ayuda militar a Ucrania y cree que Estados Unidos debe centrar sus intereses de seguridad en el Indo- Pacífico y no en la vieja Europa.En su anterior mandato, Trump supo rodearse de figuras apaciguadoras que conseguían mantener los canales diplomáticos abiertos, frente al frenesí tuitero de su jefe. Si Trump era el poli malo, el ex secretario de Defensa, James Mattis, y el ex vicepresidente, Mike Pence, eran los buenos.
Nadie espera apelaciones a la colaboración por parte de J.D. Vance, el senador por Ohio que representa como pocos el aislacionismo que ha triunfado en el Partido Republicano en los últimos años, tras ser fagocitado por el trumpismo. «La cantidad de munición que podemos enviar ahora a Ucrania está muy limitada no solo por la voluntad de América o el dinero sino también por la capacidad de manufactura americana», aseguró durante la pasada Conferencia de Seguridad de Múnich. Tras votar en contra del paquete de 61.000 millones de euros para el país, cuya aprobación se retrasó durante meses, Vance también alertó de que «los americanos no tolerarán otra guerra sin fin».
En caso de que gane las elecciones el próximo 5 de noviembre, Trump va a encontrarse a una OTAN muy diferente a la que dejó. Ha sumado dos miembros más, lo que ha duplicado las fronteras de la OTAN con la Alianza y, tras la invasión de Ucrania, muchos países han incrementado sustancialmente su gasto en Defensa. Ahora, 20 países de los 32 miembros de la organización militar cumplen el límite del 2% del PIB, pero puede que esta cantidad siga pareciendo insuficiente a EEUU a esta altura del partido, ya que esta meta se estableció hace diez años, después de que Rusia invadiera Crimea. Tras el comienzo de la guerra en Ucrania en febrero de 2022 la UE se ha visto obligada a dar un salgo geopolítico, pero hay dudas sobre el alcance pero admite que sin EE UU peligra su defensa.