autismo

Con motivo de recordarse el día internacional de concientización sobre el autismo, la autora del libro “Cocina biomédica”, Macarena Oyarzo recordó el caso de su hija Maia, señalando que el trastorno “hace casi 8 años llego silencioso, con recurrentes otitis, anginas, sinusitis, vómitos descontrolables e inflamación intestinal, fiebre, gases,
llantos interminables que nos dejaban agotadas a las dos y una bebé que no podía ir al baño normal.
“Si nos ponemos a pensar un poco, todos estos síntomas me estaban avisando que algo no estaba bien, pero silenciosamente iban a ir en aumento, hasta hacer perder el poco lenguaje incorporado a sus 15 meses (mamá, papá, galletita, pan, hola, leche)”, comentó.

Diagnóstico
Siguió relatando que “a los 18 meses Maia se desconectó del mundo, perdió todo lenguaje, todos estos síntomas mencionados anteriormente fueron en aumento (también aumentaron las dosis de antibióticos y del famoso yogur para ayudarla a que pueda tener una evacuación “normal”) y llego el famoso “tiki-tiki” para comunicarse. Todo era gritos, llantos, no comía (todo lo vomitaba) no podía peinarla por el dolor que le causaba, y los momentos de “paz” llegaban solo al poner la TV y que ella se perdiera en ese mundo mágico de colores del Mundo de Mickey Mouse… (pobre del que se le ocurriera sacarlo). Movimientos de balanceo, hipersensibilidad auditiva, hipersensibilidad a nivel piel, pelo, boca. Aleteo y caminar en puntitas de pies entre tantos otros síntomas”.
Más adelante indicó que “así estuvimos por años, buscando respuestas. A los 3 años y 9 meses llegó el esperado y terrible diagnostico: Autismo severo-TGD ne con discapacidad mental y un dulce comentario del Dr. “con suerte va a ir al baño”. Dolió mucho, y ese dolor es inexplicable. Busqué, busqué y busqué hasta que un día de septiembre del 2012 gracias a un mensaje de mi amiga del secundario Lucia Toncovich empezó a cambiar nuestras vidas. Vi un vídeo de la Dra. Rosella Mazzuka donde hablaba y explicaba la relación de todos estos síntomas con la alimentación y el tan importante factor ambiental. Leí y escuche audios de la Dra Leticia Dominguez-Shaw toda esa noche y no lo dudé. Al otro día empezamos un camino de recuperación que sigue día a día”.

Alimentación
Aclaró que prefiere hablar de recuperación y no de cura porque “mi hija va a tener que llevar una alimentación saludable y un cuidado con los artículos de limpieza e higiene que utiliza de por vida. Si mi hija consume alimentos no permitidos o comienza a utilizar productos químicos vuelve a desconectarse y el autismo vuelve a nuestras vidas”.
Macarena Oyarzo opinó que el 99% de la gente que hace este mismo camino te asegura que no vuelve atrás… que no vuelve a consumir estas drogas permitidas como lo son el T.A.C.C (trigo, avena, cebada, centeno), azúcares, lácteos-caseina, soja, aditivos, conservantes y colorantes artificiales, porque son drogas que la sociedad acepta”.
“Parece una película o una pesadilla”, dijo en referencia a lo vivido antes de los cambios alimentarios, añadiendo que “hoy también puedo ver a mi hija y a tantos chicos que se recuperan o están en proceso de recuperación y es inevitable emocionarme. Porque ellos son los verdaderos héroes en estas historias, ellos llegan a sufrir dolores incomprendidos para nosotros, no solo físicos, sino que también emocionales porque no pueden decirnos que les pasa”.

Una vida plena
“Yo sí hablo de autismo porque no me canso de contar una y otra vez la historia de Maia, porque no me canso de golpear puertas, porque dejo a mis hijas y a mi marido para viajar con mi compañero de ruta, el Dr. Nicolás Loyacono a casi todas las provincias de Argentina y a otros países para decirles: -Hey!!! no te parece que tiene que haber algo de lógica en todo esto y una explicación científica a lo que les pasa a
nuestros hijos? Por favor, no nos quedemos en la “aceptación”… se puede conseguir mucho más!”, enfatizó mientras anticipaba el próximo viaje a Barcelona para dar conferencias sobre estos temas. Su insistencia no se detiene: “hoy hay mucha información y todos podemos elegir, pero con la salud de la gente no se juega, con el
planeta, que es nuestra única casa no se juega. Este es un camino donde no solo aprendemos a volver a alimentarnos, este es un camino donde aprendemos a respetar nuestro medio ambiente, donde nos tenemos que comprometer en dejar un mejor lugar para los que vienen”.
Explicó que “hoy Maia si bien quedó con secuelas a nivel lenguaje, vive una vida plena, feliz…sin enfermedades recurrentes, sin dolores… donde nos puede contar sus sentimientos, nos miente (evento maravilloso que sólo un padre o madre en una situación similar comprende mi alegría) nos dice: “tuve una pesadilla” y logra contarnos
todas sus emociones, donde puede leer y comprender lo que esta haciendo…Es una escritora maravillosa, no me canso de leer sus redacciones… donde puede reírse de chistes porque los comprende, o cuando no entiende algo se acerca a preguntar, y así despejar sus dudas”.