Buenos Aires
Julio de Vido recibió ayer la visita de su esposa, Alessandra Minnicelli, y sus hijos en el penal de Ezeiza.
El ex ministro de Planificación Federal se encuentra detenido desde el miércoles pasado en el Hospital Penitenciario Central (HPC), donde fue sometido a varios estudios médicos ya que es insulino dependiente.
Según pudo saber La Nación, el ex funcionario kirchnerista se preparaba para reunirse con sus familiares en el penal. Entre hoy (por ayer) y mañana (hoy) podría definirse su eventual traslado a la cárcel de Marcos Paz, donde se encuentra preso Roberto Baratta, amigo personal y ex número dos de De Vido en la extinguida cartera de Planificación Federal.
En caso de que se resolviera que De Vido quede detenido en Ezeiza, debería determinarse si permanece en el HPC o pasa a otro pabellón.
El sábado el abogado del ex funcionario, Maximiliano Rusconi, afirmó que el juez federal Luis Rodríguez resolverá en no más de “diez días” la situación procesal de De Vido en la causa por presunta malversación de fondos en la remodelación de Yacimientos Carboníferos de Río Turbio.
Rusconi volvió a cuestionar ayer a los sectores de la sociedad que festejaron la detención del diputado y condenó que el ex funcionario esté entre rejas preventivamente “sin siquiera haber sido indagado” y por lo tanto, sin “respetarse el principio constitucional de inocencia”.
Chaleco y casco
Por lo pronto, el ex ministro tiene prevista en su agenda una salida: el miércoles próximo será trasladado a Comodoro Py para sentarse en el banquillo de los acusados en una nueva jornada del juicio por la tragedia de Once.
El tribunal pidió que sea trasladado a primera hora y que se use la fuerza pública si se niega. Su defensa dice que no está obligado y que hay una movida para “sumar más fotos”.
De Vido cuenta las horas para llegar al miércoles. Ese día no sólo cumplirá una semana encarcelado sino que será un momento clave: se reanuda el juicio oral por la tragedia de Once, en donde debe responder por su responsabilidad en la muerte de 51 personas en febrero de 2012. El Tribunal Oral Federal 4 exigió su presencia en el debate.
Si su defensa no logra impedirlo, fotógrafos y camarógrafos podrán conseguir la ansiada imagen del ex ministro kirchnerista, con esposas, chaleco y casco, que él tanto intentó esquivar.
Ya hubo un primer click. Una foto “robada” con un celular en donde se lo veía caminando por el pasillo del cuarto piso de Comodoro Py 2002, saliendo esposado del juzgado de Luis Rodríguez, tras notificarse de su detención por las causas por Río Turbio y gas licuado.
Por esa foto, el subsecretario de Asuntos Penitenciarios, Juan Bautista Mahiques, ordenó un sumario para detectar al culpable. Los abogados defensores vieron quién fue. Pero a la foto se agregó la difusión de una captura de pantalla con el fichaje del ex ministro y sus huellas digitales en el ingreso al Servicio Penitenciario Federal.
La defensa de De Vido ya pidió explicaciones por esas filtraciones, mientras busca cumplir con el deseo de su cliente de no asistir al juicio de Once el miércoles próximo. “Están jugando a sumar más fotos. Que todos puedan tenerlo en la tapa del diario y en el horario central de los noticieros”, dijeron a Perfil allegados al ex ministro.
Para la defensa, De Vido no está obligado a ir el miércoles próximo. El TOF 4 no lo ve así.
Al día siguiente que De Vido cayó preso, los jueces Pablo Bertuzzi, Néstor Costabel y Gabriela López Iñíguez libraron oficio a los jueces Rodríguez y Claudio Bonadio –los que detuvieron al ex ministro– para que “tengan a bien disponer el traslado” de De Vido “a primera hora del 1 de noviembre” con la intención de “no frustrar la continuidad del debate”.
“En caso de que el nombrado se niegue a ser trasladado, se disponga su traslado por la fuerza pública”, escribieron. Una ironía para el entorno de De Vido porque el diputado desaforado ya no puede manejarse libremente.
“Si De Vido no quiere estar presente, está en su derecho. Pero el juicio es oral y debe informarlo en la audiencia”, responden en tribunales. Como hasta ahora no lo hizo, lo esperan el miércoles.
En la última audiencia del juicio, el 11 de octubre, De Vido se sentó en el banquillo. Se negó a declarar, con la promesa de hacerlo más adelante. Cuando le preguntaron si tenía causas penales, dijo “varias”. Nunca creyó que dos de ellas se activarían en tiempo exprés para detenerlo. Si en el juicio de Once lo encuentran culpable, se enfrenta a una condena que puede llegar a 11 años de prisión.