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Buenos Aires
La ONU declaró esta fecha oficial con el fin de tomar conciencia sobre este carácter moral, aunque no es requisito en la formación de una persona; sin embargo, sus resultados terminarán siendo positivos.
El Día Internacional de la Solidaridad se conmemora cada 31 de agosto, donde la ONU recuerda que la solidaridad no es un requisito de carácter moral, sino también una condición previa para la eficacia de las políticas de países y pueblos.
Teniendo presente este aspecto en la vida cotidiana, eficacia política entre países y pueblos, se ayudaría a evitar ciertos conflictos entre entidades de alta potencia. De esta manera se evitaría tomar malas decisiones que afectan a millones de personas.
En un mundo con grandes diferencias entre pobres y ricos, el progreso verdadero se alcanzará con la cooperación entre todas las naciones y los pueblos para acabar con la pobreza. Además, asumir la responsabilidad ante quienes no pueden obtener los recursos suficientes para el desarrollo, cuyos derechos humanos y dignidad no se respetan, en muestra de una preocupación común.

Valor
El Día Internacional de la Solidaridad contribuye a promover y fortalecer los ideales de solidaridad como valores fundamentales para las relaciones en y entre las naciones, los pueblos y las personas.
El 15 de noviembre de 2000, la Asamblea General de las Naciones Unidas presentó una carta firmada por los representantes de Eslovenia, Malta, Bulgaria, Eslovaquia y Polonia para decretar al 31 de agosto como Día Internacional de la Solidaridad, siguiendo la línea que ya se había planteado en la Declaración del Milenio: la convicción de que el siglo XXI tendría que tener a la solidaridad como uno de los valores fundamentales para las relaciones internacionales.
En la Declaración del 31 de agosto como Día Internacional de la Solidaridad la ONU recuerda que la solidaridad no sólo es un requisito de carácter moral, sino también una condición previa para la eficacia de las políticas de los países y los pueblos. Es una de las garantías de la paz mundial.
Vivimos un período de grandes diferencias entre los ricos y los pobres. El verdadero progreso no se logrará sin la cooperación entre todas las naciones y los pueblos para acabar con la pobreza y sin la solidaridad con los desposeídos. Debemos asumir la responsabilidad ante los que no pueden obtener los recursos suficientes para el desarrollo, cuyos derechos humanos y dignidad no se respetan. Todos ellos son nuestra preocupación común.
Por consiguiente, debemos aspirar a que el siglo XXI sea la era de las naciones, los pueblos y los individuos consagrados a la solidaridad. Un camino en solitario lleva inexorablemente al aislamiento. Las estructuras supranacionales, fundadas precisamente en el principio de la solidaridad con el debido respeto a las particularidades locales y la diversidad cultural, ofrecen la posibilidad de un desarrollo pleno y estable.

Educar
Hace 17 años la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el 31 de agosto como Día Internacional de la Solidaridad para celebrar el aniversario de la fundación del movimiento “Solidaridad”, dirigido por el premio Nobel de la Paz en 1983, Lech Walesa.
Cuando hablamos de solidaridad, según expone Alicia Villar en su libro “Pensar la solidaridad”, expresamos la voluntad de adherirnos a la causa de otros, de asumir los intereses y las necesidades de otros como propias. Es decir, la solidaridad se trata de un valor que necesita fomentarse en la familia, en la escuela y en muchos más ámbitos.
Esta fecha es el momento ideal para inculcar en los niños y jóvenes este importante valor. La solidaridad es un valor que debe incluirse en el núcleo familiar y enseñar a los niños desde el principio.
La solidaridad puede enseñarse a los niños de muchas maneras. La más importante de todas, es a través del ejemplo. Recordemos que los niños son como esponjas, imitan actitudes, comportamientos y gestos que interiorizarán sin darse cuenta.
Para educar niños y futuros jóvenes solidarios es importante tomar en cuenta ciertos aspectos:
Enseñarles a compartir desde muy temprana edad.
Enseñarles a que sus deseos se verán satisfechos gracias a su esfuerzo.
Inculcarles la realización de las labores diarias de casa.
Asignarles responsabilidades que les permitan crear consciencia de ayudar a otros y formar un equipo.
Realizar obras sociales.
Fomentar la comunicación entre padres e hijos.
Despertar la preocupación hacia los demás.
Enseñar solidaridad a través de los cuentos
Varios cuentos y fábulas infantiles contienen mensajes positivos. Al compartir con los niños estas historias, los niños comprenden que lo bueno es compartir y ayudar al prójimo, y que lo bueno siempre triunfa.