Caleta Olivia
Hace un tiempo desde este lugar, hablábamos de la crisis medioambiental y la falta de conciencia de la sociedad de consumo, pese a sus desbastadores efectos. (.)
Hicimos también un llamado a uno de los poderes del estado, que no es otro que el de la justicia, para tratar de dinamizar una acción más agresiva, contra aquellos que destruyen sin cesar la aldea global. (.)

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Hicimos notar, que pese al grueso entramado de normas que condena al ataque al medio ambiente, la falta de escrúpulos de los unos, la falta de conciencia de los otros y el desconocimiento de los demás, generaban un combo explosivo, para que los desastres fueran cada día más comunes y pasaran cada vez más desadvertidos. -(.)
Tomamos nota que habían desaparecido especies en la Patagonia, que se habían secado algunos ríos, que las costas de los lagos se alejaban de su margen original y nada de ellos hizo que nos alarmáramos pues, en línea generales, los ciudadanos somos meros observadores de nuestro entorno, sin medir cuanta responsabilidad social tiene, esa mirada cómplice y silenciosa. (.)

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Hemos visto que el agua que antes era clara limpia y pura, pasaba a convertirse en algo distinto, ni tan clara, ni tan límpida, ni tan cristalina, pese a ello habilitamos el consumo humano.
Los que de alguna manera tomaron conciencia (y tuvieron capacidad económica), comenzaron a consumir agua mineral o el agua distribuidas en bidones, minimizando algunos efectos secundarios.
Mientras ello sucedía, las consecuencias brotaron, enfermedades infecciosas alérgicas, etc., algunas con consecuencias mortales. Ello frente a nuestros ojos, sin darnos el trabajo de pensar, sobre las causas e indagar sobre las conductas que debiéramos cambiar, y cuantas, y cuales las practicas que debíamos regular, en forma mucho más severa.

Así fue que lentamente el planeta, se fue convirtiendo en un sistema cada vez más vulnerable, cada vez más contaminado, donde los emprendimientos que generan trabajo y actividad económica, se llevan adelante, sin medir las consecuencias medioambientales, pues se externalizan los costos.

Ello bajo la premisa industrial, de que la ciudadanía que quiere progreso y trabajo, tiene por contrapartida, que tolerar, las externalidades de las explotaciones, contraprestación obligada, para quien desee ser destinatarios del desarrollo.
La máxima industrial con la que se actúa, es la de imponer esas condiciones, bajo la consigna imperativa, que, de no ser así, la actividad se convierte en antieconómica y los inversores, se retiran del mercado.

Soy plenamente consciente, que lo que acabo de describir, es una locura, pero es una locura, con la que convivimos a diario, sin tomar debida conciencia de la falsa premisa, sobre la que actuamos. Por eso la describo con claridad y con crudeza.
Pues bien, el planeta o nuestra casa común, esta desde hace largo tiempo mandando señales, algunas son alarmantes, como el derretimiento de los polos y el avance de las aguas del mar sobre el territorio costero. La destrucción glaciar es una clara señal, que estamos frente a un sistema de vida, que no es sostenible.

Cual fue la reacción de la humanidad…

Pese a lo antes descripto, la humanidad sigue procreando, sigue inmerso en el mundo consumista, sin medir consecuencias, pues los pesares llegarán, pero otros lo padecerán.
Lo contradictorio e insano, es que todos sin distinción, conjugamos la palabra amor y nos llenamos la boca invocando a nuestros hijos, a nuestros nietos, sin tomar conciencia de que ellos, serán los destinatarios de este desastre, que nosotros realizamos o silenciosamente permitimos, en nombre del progreso, de la paz social o de lo que se les ocurra poner como justificante.
Ojo, no es la única señal que recibe la humanidad de que las cosa que estábamos haciendo por acción u omisión no están bien.
Teníamos plena conciencia de que el mundo estaba sufriendo, la aldea global estaba mostrándonos en forma gráfica, efectos, del que me importa.
Muestra de ello la representa la destrucción de la fauna marina, graficada con películas, videos y relatos infinitos de la gente de la actividad, o de las mismas organizaciones mundiales que combaten sus prácticas, que demostraban y demuestran, en forma palpable cómo y dónde se estaban o se están, realizando esos verdaderos ataques contra el equilibrio ecológico.

Sin embargo, estas elocuentes imágenes nos pudieron haber generado, alguna mueca de espanto o el impulso inmediato, de cambiar el canal. Por aquello, de que, si no lo veo, no pasa. Y otras veces por la sensación que nos genera la brutalidad que expresaban algunas escenas, que desnudan una realidad, que choca con nuestra conciencia.
Pero lo cierto, lo concreto que más que escapar de la escena, por la vía que se haya elegido, estas impactantes y repulsivas imágenes, no lograron ninguna reacción en la humanidad toda. De hecho, hoy siguen llevándose adelante practicas tan o más aberrantes, con el agravante de que, infinitas especies están extinguidas. –

La desaparición de especies que antes frecuentaban nuestra fauna, la destrucción de la flora, son relevadores muestras para la humanidad toda, de que algo estamos haciendo mal, pese a eso hasta el día de hoy, jamás se logró una toma de conciencia generalizada, y solo algunos pocos denominados ambientalistas, en forma aislada, pretenden desde el ejemplo concientizar. –
Claro que todos sabemos que es un camino imposible, o Quijotesco, pensar que, desde esas prácticas, se puede lograr un resultado distinto al que han obtenido hasta la fecha.
Con ello quiero decir que el surgimiento de un virus que pone en pánico al mundo, no es la primera señal que recibe la humanidad, de que estamos transitando por el mal camino, desde hace un tiempo.

La única y brutal diferencia de esta señal, es que no tiene destinatario preciso, ataca a todos independientemente de la clase política o social que tenga y habiten donde habiten.
En definitiva, todos por primera vez se sienten afectados, vulnerables y expuestos, frente a una consecuencia generada por la irracionalidad humana. –
Por la generalidad de su consecuencia, donde están todos expuestos, es que la conciencia se pone en movimiento. Absolutamente todos sufren en forma idéntica, frente a la agresión del virus, tomando en forma acelerada conciencia, que puede ser solo el comienzo.
Es el tiempo de las consecuencias generales de un andar negligente y criminal de la humanidad, es el momento de entender que, sin modificaciones estructurales, estamos llegando al punto final.

Ahora, cuando la agenda no existe más, y se rompen los protocolos conocidos, poniendo en crisis la vida misma, la cosa tiene otro color.
Un pequeño virus, puso en jaque al mundo todo y le genero consecuencias económicas brutales y generalizadas, por eso ahora, tal vez logremos entender que, sin preservación del medio en el que vivimos, es imposible pensar en la vida. Es indispensable poner punto final a la creatividad destructiva del ser humano, pues ella nos ha llevado al final del camino.
Estamos frente al fin de un modelo, el fin de un sistema, las consecuencias se desconocen. La realidad se eleva como una clara evidencia. –
Es imperativo transitar un camino donde la agresión al medio ambiente y a los seres vivos del planeta, tenga un punto final.
(.) Tesis aprobada, en el curso de Especialización en Medio Ambiente, dictada por la U.B.A

(Por Nicolás Fernández Abogado, ex Diputado y ex Senador Nacional. DNI 12.649.780)