Por Guillermo Ritondale
Entonces ¿merecemos la extinción?. Creo que la democracia argentina lleva suficiente tiempo como para aprender de errores y «parir» propuestas superadoras.
En 2001 cantamos «que se vayan todos» y para recomenzar lo encumbramos ¡A Duhalde! Que era parte del problema desde 20 años antes. A partir de ahí, el gobernador de una de las provincias con menos caudal de votos del país llegó a Presidente.
Y luego de ese ignoto gobernador y su familia, llegó a Presidente de la Nación ¡El Presidente de Boca!
Pero no fue la primera sorpresa. Duhalde fue propuesto para resolver la crisis de un Presidente sin carisma cuyo slogan de campaña había sido «Dicen que soy aburrido», encumbrado por una Alianza formada de apuro para terminar el proceso iniciado diez años antes por otro Presidente que, cuando fue precandidato en la interna de su partido, era el hazmerreír de propios y extraños.
Sometió a propios y expulsó a extraños. Los expulsados habían estado seis años en el Gobierno, luego de ganar, en el regreso de la democracia, una elección que todos descontaban que ganaría «el partido que nunca perdió una elección». Y ahora tenemos un Presidente que es un monigote sin ideas.
Contar los devenires presidenciales sin nombres nos permite ver que, de uno y otro lado, TRES AÑOS ANTES DE LA ELECCIÓN, ninguno soñamos quién sería elegido.
Faltan tres años para la próxima elección ¿Por qué esta vez no participamos del trabajo de «creación» del candidato, para que sea uno de nosotros, uno de los que estamos cansados de esta grieta en la que nos pretenden atrapar? Un intachable, un honorable, alguien que no sea «el menos malo». No solo para Presidente. En tres años elegimos gobernadores, diputados, concejales, intendentes. El año que viene tenemos el primer «ensayo».
Cuando hablamos de políticos, nos enfocamos en los corruptos, en cómo hacen sus fortunas, en los acomodados, en los que siempre están prendidos y no dan espacio a nuevas ideas.
Pero yo conozco una abogada exitosa que se juega por lo que piensa con una convicción fabulosa. Podés estar de acuerdo o no, pero no hay sorpresas. Sabés quién es cuando te sentás.
Y cuando te levantás seguís sabiendo de ella lo mismo que al llegar. También conozco a una señora desconocida por el «gran público», que vive en un barrio humilde y con muchas privaciones, pero dedica su vida a preparar más de doscientas raciones de comida para la gente de su barrio.
Pide por toda la ciudad, hace sus gestiones por su cuenta, sin movilidad propia. Y el único mísero ingreso que tenía se lo quitaron porque, en la elección del año pasado, no quiso identificar su comedor (que funciona en su casa) con una bandera partidaria.
Conozco docentes que son parte del problema de la educación y que no ponen nada de su parte a favor de educar.
Pero también conozco a los que están hartos de ser el jamón del sándwich en la pelea entre ADOSAC y el Gobierno, que lleva décadas. Que no soportan la mediocridad en que va cayendo la educación y donde, claramente, el Gremio es cómplice porque como dijo alguien más sabio que yo «Nunca vas a obtener un resultado diferente, haciendo siempre lo mismo» Docentes que piden a los dirigentes de su Gremio QUE RENUNCIEN.
El Gobierno ya demostró que nos quiere ignorantes para someternos, pero la dirigencia Gremial debería dar un paso al costado y permitir que otros intenten un nuevo plan de acción. Baradel y tantos otros también.
Es una cuestión de honor, palabra que hay que volver a googlear para recordar su significado. ¿Cuál es la función de un Gremio? Evitar el avasallamiento de los trabajadores por parte de la patronal. Bue… nada que agregar.
Conozco también excelentes, probos y responsables empleados municipales y provinciales que detestan la mediocridad y el acomodo y que trabajan haciendo lo mejor por cada ciudadano.
Seguramente quien lea esto conoce también personas honorables en lo que hacen. El almacenero que es honesto y no cobra de más, el que te fia si no cobraste.
El honesto y dedicado Pastor o Sacerdote que consagran su vida para mejorar a su comunidad.
Tal vez ninguno de ellos tenga ganas de ser candidato, pero debemos conocerlos y hacerlos conocer, hablar con ellos, pedirles que nos ayuden a enfocar el perfil de los hombres y mujeres que deben ser los nuevos dirigentes.
Hay que crear lugares de discusión abierta, no para lavar cerebros sino para enseñar a pensar. Enfocar nuestros modelos sociales en esos héroes anónimos.
Todos sabemos de los «pibes chorros» y de los borrachines. También todos conocemos jóvenes excelentes, trabajadores, estudiosos, dedicados y honestos, ávidos de un espacio donde correr y desplegar sus alas.
Todos tenemos nuestros problemas, pero quienes los generan NOS TIENEN DOMINADOS. Nos generan las carencias y pasamos nuestra vida trabajando para resolverlas, mientras ellos generan la próxima carencia.
Debemos crear espacios donde alentar a que cada uno venga a decir lo que piensa y a escuchar lo que piensa el otro.
Donde NO EXISTA LA VERDAD porque en Ciencias Sociales no hay verdades sino opiniones que se van moldeando entre quienes las expresan.
Salgamos de la trampa de la grieta. SEAMOS MILITANTES DE LA VIDA. No nos dejemos arrastrar por las falsas dicotomías que solo benefician a quienes las alientan. Si me puedo juntar con un hincha de cualquier equipo para organizar un torneo de fútbol, donde luego seremos acérrimos rivales (aunque no enemigos) ¿Por qué no me puedo juntar con quienes piensan distinto para hacer algo nuevo por nuestra comunidad? NO NECESITO A LOS QUE SIEMPRE ESTUVIERON, DE UN LADO Y DE OTRO.
El país no necesita grietas, ni vivir hablando del pasado ni del origen de los problemas. Es tiempo de empezar a hablar de las soluciones. Juntos. Y ENTENDER QUE QUIENES ALIENTAN LA GRIETA, DE UN LADO Y DE OTRO, SON EL PROBLEMA.
Los demás debemos armar el nuevo escenario social. Después habrá tiempo para ubicarnos cada uno en su tribuna y pelear, con otra altura moral e intelectual, por la idea de cada uno.
Si logramos eso; no solo nos salvaremos de la extinción.
Pasaremos el resto de nuestras vidas aprendiendo y enseñando a convivir mirando el futuro. (Segunda parte)