Entrevista a Cristina Romero, mamá preocupada por la educación en Santa Cruz.
Primera Parte.

-¿Sos una mamá cheta de CODEDCO?
Cristina Romero se sonríe apenas y comienza con sus conceptos. Es clara, contundente, franca. Vinimos hasta su casa para conocer su pensamiento sobre el problema de las clases presenciales y la realidad de la educación en Santa Cruz, desde el punto de vista de una mamá. Dice lo que piensa, con nombres propios si es necesario, sin filtros. No es políticamente correcta. No es política. Pero hace política. Es de esas mujeres que «van adelante». A las que buscan y les dicen «arrancá vos… nosotros te seguimos».
-Parece que en vacaciones nadie se enfermaba y teníamos libre circulación. Hay vacunas, pero no comienzan las clases. Mi hija va a CODEDCO y tienen materias extra curriculares. Pedimos que al menos esas clases se puedan dictar: inglés, música y natación. Cumpliendo todos los protocolos. El COE autorizó a dictar las tres materias. Del mismo modo en que esas materias se dictan en institutos privados. Se dictaron clases presenciales un lunes, pero el miércoles la directora fue intimada para no continuar con la presencialidad de esos espacios, porque se requería una nueva autorización del Consejo de Educación. Por eso, algunos padres de la Escuela comenzamos a marchar para que vuelvan las clases presenciales. El natatorio municipal funciona y hay natatorios privados que están autorizados, al igual que los institutos privados que dan inglés. Se dictan clases particulares en lugares donde se reúnen varios niños alrededor de una mesa, sin ningún protocolo ni control. Es por eso que peleamos. Creemos que las medidas no tienen razón sanitaria. Acá no se trata de ricos ni pobres, ni siquiera de nuestra Escuela. Convocamos a otros padres a que se sumen. Se pretende inventar una brecha para ensuciar nuestro reclamo, pero a los papás con niños en Escuelas públicas que necesitan arreglos para funcionar también les pedimos que sumen su reclamo. No pedimos por nosotros, sino por todos los niños.

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-Ser adinerados y con posibilidades económicas les permite a ustedes desarrollar una lucha, con costos que los padres de clase media no pueden afrontar.
La pregunta tiene una ironía, pero Cristina no está para esas cosas. Contesta sin siquiera sonreír:
-Yo no soy adinerada y mucho menos cheta. Soy ama de casa y cuentapropista. Me fabriqué un carro de pochoclo y trabajé muchos años vendiendo en la calle. Pochoclo, plantines, comida. Soy comerciante. Hoy vendo productos naturales de El Bolsón: hongos, dulces, medicamentos naturales y otros varios productos. Y con eso gano para pagar mi alquiler e invertir en la educación de mi hija. Creo que en parte quieren ensuciarme para que desista de reclamar y en parte para «ensuciar» el reclamo y que la sociedad no vea el estado deplorable de la educación en la provincia. Desde el vergonzoso salario docente hasta el deficiente mantenimiento de los establecimientos y los lamentables programas de estudio. Después de un año sin uso, donde podrían haber sido puestos en condiciones ¿Qué pasó con el dinero del presupuesto 2020 destinado a conservar los edificios escolares?
-Convengamos en que las condiciones de CODEDCO no son las mismas que las de casi todas las Escuelas públicas.
Cristina toma su cuaderno de apuntes. Lo consultará varias veces durante la nota, cada vez que dé alguna precisión o cite algún nombre. Se la ve ordenada y comprometida en su lucha.
-Hay gente que reclama por igualdad de oportunidades para educar, pero nosotros no somos responsables de las diferencias que hay entre diferentes establecimientos. Si el problema fuera que había problemas edilicios, tuvieron un año para corregirlos. Antes de la pandemia ya estábamos en paro, pero según el señor «Cacho» Alonso, Director Regional de Zona Norte, las clases no empiezan por problemas de salud y si todo se solucionara en lo sanitario, podría haber clases en Caleta. Estuve en la vecina Comodoro Rivadavia y el centro de la ciudad está lleno de chicos con sus mochilas, yendo o viniendo de clases. ¿Qué problema sanitario hay en Santa Cruz más grave que el de Chubut?
-Según las autoridades provinciales y nacionales, el problema es la gente que confluye cuando dejan o buscan a los chicos en la Escuela y el hecho de que en las aulas no hay espacio.
Cristina Romero frunce el ceño.
-Las aulas son un lugar seguro y no se contagian los niños ahí. Tenemos -vuelve a consultar su cuaderno- … 17 mil alumnos en Caleta Olivia, sin contar los niveles terciario y universitario. Esos niños no van a las aulas ¿dónde están? En los bares, en las plazas, en la costanera, en las canchas, en casa de sus amigos o primos. Están en grupos de todos modos y grupos menos cuidados que en la Escuela. Una madre con varios niños va a un natatorio, a patín, a una cancha, etc. Y al final del día cada hijo estuvo en grupos diferentes, sin cuidados adecuados salvo excepciones muy contadas, cuando podría haber hecho todo eso mismo en la Escuela, con protocolos y más protección. El lugar más seguro para un niño es el aula.
-¿Por qué pasa esto?
Interrumpe la pregunta. Esta respuesta la enoja un poco.
-Porque una persona con educación aprende a defender sus derechos. Te ponen un bozal para que no hables, te mantienen sin educar y sin conocer tus derechos y entonces no tendrás como defenderte. Hay Escuelas con ratas, con problemas edilicios. Todas o casi todas las Escuelas no cumplen las normativas vigentes para edificios. Y eso viene de varios años. Y para cumplirlo habría que hacer inversiones que nunca se hicieron. La cuarentena les sirvió para disimular las carencias de su gestión. Nos están haciendo pelear al pueblo con el pueblo, pero no ponen tanques de agua, ni sacan las chinches, ni construyen Escuelas, ni pagan mejor a los docentes. Pero en temas de salud hay otro tanto de faltas. Excede esta charla, pero argumentos similares se usan para justificar el ahogo de los servicios de salud cuando sabemos, porque vivimos acá, que nunca se hizo nada para mejorarlos.
(Continuará)