Lectura del santo Evangelio según San Lucas

Lc 16, 10-13

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: El que es fiel en las cosas pequeñas, también es fiel en las grandes; y el que es infiel en las cosas pequeñas, también es infiel en las grandes. Si ustedes no son fieles administradores del dinero, tan lleno de injusticias, ¿quién les confiará los bienes verdaderos? Y si no han sido fieles en lo que no es de ustedes, ¿quién les confiará lo que sí es de ustedes?

No hay criado que pueda servir a dos amos, pues odiará a uno y amará al otro, o se apegará al primero y despreciará al segundo. En resumen, no pueden ustedes servir a Dios y al dinero’’.

DINERO

La sociedad que conoció Jesús era muy diferente a la nuestra.  Solo las familias poderosas de Jerusalén y los grandes terratenientes de Tiberíades podían acumular monedas de oro y plata. Los campesinos apenas podían hacerse con alguna moneda de bronce o cobre, de escaso valor. Muchos vivían sin dinero, intercambiándose productos en un régimen de pura subsistencia.

En esta sociedad, Jesús habla del dinero con una frecuencia sorprendente. Sin tierras ni trabajo fijo, su vida itinerante de profeta dedicado a la causa de Dios le permite hablar con total libertad. Por otra parte, su amor a los pobres y su pasión por la justicia de Dios lo urgen a defender siempre a los más excluidos.

Habla del dinero con un lenguaje muy personal. Lo llama espontáneamente «dinero injusto» o «riquezas injustas». Al parecer, no conoce «dinero limpio». La riqueza de aquellos poderosos es injusta porque ha sido amasada de manera injusta y porque la disfrutan sin compartirla con los pobres y hambrientos.

¿Qué pueden hacer quienes poseen estas riquezas injustas? Lucas ha conservado unas palabras curiosas de Jesús. Aunque la frase puede resultar algo oscura por su concisión, su contenido no ha de caer en el olvido.«Yo os digo: Ganaos amigos con el dinero injusto para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas».

Jesús viene a decir así a los ricos: «Emplead vuestra riqueza injusta en ayudar a los pobres; ganaos su amistad compartiendo con ellos vuestros bienes. Ellos serán vuestros amigos y, cuando en la hora de la muerte el dinero no os sirva ya de nada, ellos os acogerán en la casa del Padre». Dicho con otras palabras: la mejor forma de «blanquear» el dinero injusto ante Dios es compartirlo con sus hijos más pobres.Sus palabras no fueron bien acogidas. Lucas nos dice que «estaban oyendo estas cosas unos fariseos, amantes de las riquezas, y se burlaban de él». No entienden el mensaje de Jesús. No les interesa oírle hablar de dinero. A ellos solo les preocupa conocer y cumplir fielmente la ley. La riqueza la consideran como un signo de que Dios bendice su vida.
J. Antonio Pagola

MEDITACIÓN

El discípulo de Jesús debe tener siempre presente que el dinero es un instrumento del que se debe servir para alcanzar mayor perfección, y ayudar a los hermanos más pobres y débiles para que vivan de la manera que corresponde a los hijos de Dios

La introducción de esta perícopa se trata de una enseñanza dada por Jesús a sus discípulos (cf. Lc 16,1), en el mismo contexto que las anteriores del capítulo 15 (cf. 16,14 donde menciona a los fariseos como amigos del dinero y su reacción ante la parábola). Los personajes, un hombre rico y su administrador, quien es acusado de despilfarrar los bienes de su señor. Lo mismo que hizo el hijo menor con la herencia que le dio su padre (cf. Lc 15,13). El señor le pide un informe de gestión o rendición de cuentas por la acusación recibida, pues no seguirá más en el cargo. Desde ese momento el administrador se mete en una gran actividad (mental) buscando asegurarse su futuro (poder ser recibido en casa de sus clientes). Consciente de sus limitaciones (no tiene fuerzas para cavar y le da vergüenza pedir) decide llamar a cada uno de los deudores y hacerles una quita en la deuda para ganarse el favor de ellos. El dueño alaba la astucia del administrador que obró hábilmente.Anunciosblob:https://masprensa.com/807ca191-c617-4260-8242-7b1cf4d5feceINFORMA SOBRE ESTE ANUNCIOPRIVACIDAD

La parábola de hoy, con la exhortación de Jesús, nos enseña a aprender de los hombres del mundo, de quienes hacen negocios, para saber tomar decisiones rápidas e ingeniosas para alcanzar el fin de la vida cristianaInvita a recuperar la virtud de la prudencia en su sentido original humano y cristiano. Para Aristóteles la prudencia es una virtud intelectual, disposición que permite discernir correctamente lo que es bueno o malo para el hombre y actuar en consecuencia.

Para Cicerón, prudentia, deriva de providere: prever como proveer; virtud que sabe elegir ante un porvenir incierto en el momento justo y oportuno. Para San Agustín, prudencia es un amor que elige con sagacidad; no elige el objeto sino los medios para alcanzarlo. Para Santo Tomás de Aquino, de las cuatro virtudes cardinales, la prudencia es la que debe dirigir a las demás; sin ella, la templanza, fortaleza y justicia no sabrían qué hacer ni cómo, serían virtudes ciegas e indeterminadas. La prudencia se pone al servicio de fines que no son los suyos y sólo se ocupa, por sí misma, de la elección de los medios. El fin es claro: entrar al Reino de Dios por la puerta estrecha, que supone poner a Dios en primer lugar en nuestra vida y reordenar todo en función de esta opción fundamental; luego, ser fiel en las cosas pequeñas, que con el tiempo se vuelven grandes. Entonces, la riqueza injusta, los bienes materiales, pueden volverse un buen medio para alcanzar el fin si se sabe compartirlo y ser generoso con los pobres. A. Vanhoye considera que Jesús manifiesta que esas personas no se desaniman por las circunstancias, sino que encuentran soluciones, y pide que sus discípulos también sean astutos, ingeniosos, busquen soluciones hasta inesperadas. Un peligro real es perder de vista el verdadero fin de la vida, cuando el afán de riqueza se adueña de nosotros y terminamos orientándonos hacia el dinero como a nuestro dios, haciendo del mismo nuestro sentido último de la vida, entonces, el medio se vuelve el fin de la vida.Anunciosblob:https://masprensa.com/807ca191-c617-4260-8242-7b1cf4d5feceINFORMA SOBRE ESTE ANUNCIOPRIVACIDAD

Papa Francisco en el ángelus del 22 de setiembre de 2019: “La clave para leer esta historia está en la invitación de Jesús al final de la parábola: «Haceos amigos con las riquezas injustas, para que, cuando lleguen a faltar, os reciban en las eternas moradas» (v. 9). Esto parece un poco confuso, pero no lo es: las “riquezas injustas” son el dinero ―también llamado “estiércol del diablo”― y en general los bienes materiales. La riqueza puede empujar a la gente a construir muros, crear divisiones y discriminación. Jesús, por el contrario, invita a sus discípulos a invertir el curso: “Hacer amigos con las riquezas”. Es una invitación a saber transformar bienes y riquezas en relaciones, porque las personas valen más que las cosas y cuentan más que las riquezas que poseen. En la vida, en efecto, no son los que tienen tantas riquezas los que dan fruto, sino los que crean y mantienen vivos tantos lazos, tantas relaciones, tantas amistades a través de las diferentes “riquezas”, es decir, de los diferentes dones con los que Dios los ha dotado… Si somos capaces de transformar las riquezas en instrumentos de fraternidad y solidaridad, nos acogerá en el Paraíso no solamente Dios, sino también aquellos con los que hemos compartido, administrándolo bien lo que el Señor ha puesto en nuestras manos”.Anunciosblob:https://masprensa.com/807ca191-c617-4260-8242-7b1cf4d5feceINFORMA SOBRE ESTE ANUNCIOPRIVACIDAD

En síntesis, «el que ama al dinero y se pone a su servicio como si fuera un dios termina haciendo toda clase de males para acumular mayor riqueza: destruye a los demás y se destruye a sí mismo. El discípulo de Jesús debe tener siempre presente que el dinero es un instrumento del que se debe servir para alcanzar mayor perfección, y ayudar a los hermanos más pobres y débiles para que vivan de la manera que corresponde a los hijos de Dios» (L. H. Rivas). Llenos de la Gracia de Dios, pero inteligentes y creativos para transmitir la fe (cf. Documento Aparecida, n. 173; EG 33, audacia evangelizadora y creatividad pastoral que brotan del Evangelio para llegar a la necesaria conversión pastoral permanente hacia la acción misionera).

Esta reflexión nos ayuda a interpretar nuestra realidad.
Karin S. Hiebaum