SOLO HAY QUE CRUZAR EL DANUBIO PARA DARSE DE BRUCES CON LA CARA MÁS COOL DE VIENA: ENTRE EDIFICIOS CLÁSICOS Y MUCHA HISTORIA, NOS VAMOS DE PASEO, DE COMPRAS Y DE BRUNCH.

Leopoldstadt es esa Viena que alardea de negocios hípsters por doquier. Que se sabe alternativa, multicultural y viva. Una Viena dispuesta a ofrecer una cara B de la ciudad: un barrio en el que la historia se marida con modernos cafés y restaurantes, mercados de productos ecológicos y fascinantes tiendas de diseño.

Leopoldstadt ocupa el distrito 2 de la capitalaustríaca, a tan solo dos pasos de los palacios, museos y monumentos más significativos del centro de la ciudad.

TIRANDO DE ORÍGENES

Para entender la idiosincrasia de Leopoldstadt lo primero es entender un poquitín de historia. Hay que imaginarse sus anchas avenidas y majestuosos edificios —porque la majestuosidad, en Viena, se halla más allá de lo que atesora el famoso Ring— allá por el siglo XVIcuando la inspiración veneciana se apoderó de la creatividad de algunos arquitectos y se levantaron edificios que más parecían pertenecer a la ciudad italiana que a la capital austríaca.

Hoy, acomodadas entre el Danubio y uno de sus canales, algunas de esas construcciones perviven en calles como Praterstrasse o Taborstrasse, solo que en vez de alojar a familias acomodadas, son la sede de modernos hoteles y restaurantes, tiendas y cafeterías con estilo.

La iglesia de San Francisco de Asís y el Danubio.
AlamyLa iglesia de San Francisco de Asís y el Danubio. Atrás el barrio Leopoldstadt.

Sin embargo, no siempre fue así: antes de que los vieneses, especialmente judíos, comenzaran a asentarse aquí, se trató de una zona pantanosa de condiciones insalubres no demasiado popular. Un simple trazado por el que los emperadores pasaban a caballo de camino al hoy animado parque del Prater, su coto de caza privado en aquel entonces.

Entre los edificios de carácter señorialactuales, hay uno que llama la atención: se halla en Tempelgasse y contiene los restos de la que fue, en su día, la sinagoga más grande de Viena, el Leopoldstädter Tempel.

Levantado en 1858 por el arquitecto Ludwig Forster en estilo neomorisco, fue destruido por los bombardeos del 10 de noviembre de 1938. En el mismo lugar, continúa habiendo una sinagoga a la que sigue acudiendo la comunidad judía.https://2f6b37732dcbe9d10c5756f0dfaecb85.safeframe.googlesyndication.com/safeframe/1-0-38/html/container.html?n=0

Los acontecimientos vividos en los últimos cinco siglos provocaron que, en más de una ocasión, esta tuviera que huir. Por ejemplo, cuando el emperador Leopoldo I decidió expulsarlos de la ciudad: de ahí el nombre que el barrio recibe hoy.

La desaparecida sinagoga de Leopoldstaedt.
AlamyLa desaparecida sinagoga de Leopoldstaedt.

LA ESPINA DORSAL QUE BULLE

Uno podría dedicarse a pasear por Tempelgassepor el simple placer de contemplar sus escaparates y negocios: desde la calle se intuyen proyectos de lo más interesantes al otro lado del cristal. Por ejemplo, el que se cuece en el popular Supersense.

Al cruzar las puertas de acceso al palacio veneciano donde se halla, es el ambiente cálido y acogedor de su cafetería el que abraza. Acodados en una de sus mesas, entre techos altos y paredes decoradas con molduras, nos damos el placer de saborear un delicioso café de especialidad acompañarlo de alguna de las tartas caseras que reposan en su vitrina.

Después, nos limitaremos a observar la vida pasar: a aquel señor de gesto serio que lee un periódico económico, a aquella joven que escribe en su cuaderno, a aquellas viejas amigas que conversan sin cesar.

HORA DE MERCADEAR

Pronto las calles comienzan a llenarse de vecinos cargados con bolsas de papel de las que asoma alguna que otra pieza de fruta o verdura. También flores: muchas flores —ni una casa centroeuropea sin su correspondiente ramo—, y quizás algo de queso, embutido o pan.

Vienen del vecino Karmelitermarkt, que ya animaba la confluencia entre las calles Krummbaumgasse, Leopoldsgasse y Haidgasse allá por el 1671. Desde entonces, y de lunes a sábado, su enfoque gastro no ha hecho más que aumentar.

No habrá mejor plan que deambular entre puestecillos arropados por toldos de rayas parar a echar un ojo al producto ecológico de Tewa o catar las propuestas bio de Zimmer 37. También para aprovechar y adquirir esos antojos con los que regresar a casa: no hay souvenir más exitoso que el que se puede comer.

El mercado en Karmeliterplatz, Leopoldstadt, Viena
AlamyEl mercado en Karmeliterplatz.

El aperitivo de turno, en la apacible placita rodeada de árboles y con un inmenso mural de telón de fondo en la que se halla Madai, y el café posterior, en Einfahrt. Si apostamos por el dulce —ay, esos golosos—, habrá que ir a Fett+Zukker, que con su estética vintage y sus pasteles, conseguirá volvernos locos de placer.

No muy lejos, en la Plaza de las Carmelitas —Karmeliterplatz—, donde se alza la iglesia católica de San José, se encuentra uno de esos negocios coquetos y con gusto donde todo, absolutamente todo lo que está en venta, tendría cabida en nuestras casas. En Wündertute se combina la moda con la decoración, la papelería e incluso la iluminación, todo de marcas independientes.

Un rico brunch en Das Kraus, y un vistazo a las piezas únicas a la venta en Design Galerie, nos harán amar aún más el barrio.

UN POCO DE VERDE

Y hablamos de verde de verdad: el Prater es uno de los pulmones de la ciudad, y sí, se encuentra en el distrito de Lepoldstadt. Una inmensa extensión de naturaleza que un día habitó todo un catálogo de animales salvajesy que desde 1776 pertenece al pueblo vienés: fue el emperador José II quien decidió regalarle el espacio.

En 1873 se celebró en él la Exposición Universal, y con la llegada de la mecanización, en el siglo XX, pasó a acoger el que es hoy el parque de atracciones más antiguo del mundo.

Prater y su parque de atracciones.

AlamyPrater y su parque de atracciones.

Así que habrá que pasear, sí, pero también dejar atrás los miedos y el vértigo y atreverse a subirse en algunos de sus más de 250 atracciones. La mítica Noria Gigante, uno de los símbolos de Viena, regala una vistas increíbles desde sus casi 65 metros de altura.

Si apetece un plan más tranquilo, también lo tendremos fácil: ¿qué tal deleitarnos con los platos más deliciosos de la cocina israelí en Neni am Prater, el restaurante de la última planta del vecino Superdube Hotel, con vistas directas al parque de atracciones?

El abrazo al diseño se desvela en su interior, pero también en la arquitectura, presente al volver la esquina. Descubrir el increíble Campus Universitario de Ciencias Económicas y Empresariales es participar de una clase magistral sobre arquitectura moderna.

La Universidad de Económicas y Empresariales en Leopoldstadt, Viena.
AlamyEdificios contemporáneos esperan en el Campus de Económicas y Empresariales en Leopoldstadt, Viena.

¿La razón? Los arquitectos más señalados del siglo XX y XXI, desde la iraní Zaha Hadid a Peter Cook o los españoles Carme Pinó y Eduardo Arroyo, dejaron volar su creatividad en él. Qué mejor final para esta exploración urbana de Leopoldstadt y la Viena más trendy que abrazados por el ingenio de estos grandes.