Cuántas veces has naufragado en tus recuerdos o has fantaseado con planes que te gustaría llevar a cabo en un futuro muy lejano?
Karin Silvina Hiebaum – International Press
En general, las personas tenemos tendencia a vivir muy ancladas al pasado y a mirar constantemente al futuro.
No es que estas prácticas en sí sean malas; como siempre, depende de cómo reaccionemos ante las imágenes que nos provoquen. Pero si tenemos dificultad para gestionar nuestras emociones, este tipo de pensamientos pueden despertar ansiedad, culpa, estrés, remordimiento y otras sensaciones que fomentan nuestro desequilibrio emocional.
Por este motivo es muy importante aprender a vivir el presente. ¿A que te suena la expresión? Esta frase tan manida tiene un significado mucho más profundo de lo que parece.
Vivir el presente, tal y como lo concibe el mindfulness, es una práctica que va más allá del hedonismo puro y del “disfrutar del momento que estamos viviendo”. Se trata de una invitación a ser conscientes de los pequeños detalles que conforman nuestras experiencias, una filosofía que puede ayudarnos a lograr un mayor equilibrio interno.
realmente “vivir el presente”?
Sabemos que, de primeras, la frase “hay que vivir el presente” suena a perogrullada y a cliché. Pero es que no hay que entender el dicho como una fórmula mágica que debamos aplicar si queremos ser más felices.
Vivir el presente no consiste en tomarse al pie de la letra el “carpe diem” y hacer lo que uno quiera sin preocuparse por las consecuencias. ¿A qué nos referimos entonces?
Se trata de aprender a ser conscientes del momento que estamos viviendo, y a darnos cuenta de que nuestra frustración es fruto de las expectativas que nosotros mismos nos creamos.
De esta forma, al estar presentes en un instante concreto, podemos librarnos de la ansiedad y el estrés que nos provoca la incertidumbre que representa al futuro, o de las trampas que genera la memoria cuando viaja al pasado.
Así pues, vivir el presente nos ayuda a controlar cómo reaccionamos ante lo que nos ocurre, y lo hace, paradójicamente, invitándonos a renunciar al control de lo que sucede a nuestro alrededor.
Cómo vivir el presente
Para lograr hacer esto, es necesario entender que nuestra mente, por defecto, no sabe parar quieta. Nuestros pensamientos revolotean con libre albedrío y dibujan caminos y emociones que nos distraen de lo que pasa en torno a nosotros.
Para intentar encontrarle un sentido a ese vaivén, tendemos a etiquetar los pensamientos como “positivos” y “negativos”. Y, muchas veces, realizar esta categorización de forma automática o de acuerdo a unos patrones aprendidos es lo que nos conduce al malestar emocional.
Por ello, debemos tomarnos la idea de vivir el presente como:
Un ejercicio para practicar la introspección y la autorrealización.
Una herramienta para entender mejor la realidad que nos rodea y nuestros procesos mentales.
Una oportunidad para descubrir cosas nuevas, tanto a nuestro alrededor como sobre nosotros mismos.
Una invitación a parar y a estar en calma, a encontrar paz en el momento que estamos viviendo.
Gentileza de Foto: Susana Torres