Por Gonzalo Jiménez

«Todo el mundo sabe cómo te ves, pero pocos saben cómo eres.» Nicolai Maquiaveli

El «teorema de Baglini», que esencialmente sostiene que las propuestas de un candidato se vuelven gradualmente más moderadas cuanto más se acerca a ganar el cargo, más radicales son inicialmente. Esto es cierto todos los días, en todas partes del mundo.

Javier Milei, sin embargo, pone en duda esa suposición porque es un personaje tan extraño y misterioso. Según todas las encuestas, podría ganar la segunda vuelta, acabando con el monopolio absoluto que las dos grandes coaliciones, unidas tenuemente por su apoyo u oposición al kirchernismo, tienen sobre el escenario político nacional. Esto sería similar a lo que sucedió con Donald Trump, Vladimir Zelensky o Jair Bolsonaro. Incluso Cristina Fernández, quien admitió públicamente que espera un escenario de tres tercios y la consiguiente necesidad de un balotaje en el que ya no confía tanto en la participación de su fuerza política, tenía en mente esta probabilidad.

El mesiánico líder de La Libertad Avanza no ha dejado de enumerar las acciones disruptivas y, en ocasiones, incluso repulsivas que enfrentaría como Presidente desde su repentina aparición en el horizonte mediático. Y ahora, en un momento en que puede estar en condiciones de triunfar -al menos en teoría, tanto los votantes del Frente de Locos como los de Juntos para Qué se inclinarían por él, si su propio candidato fuera excluido de la segunda vuelta de elecciones

Democracia directa a través de consultas públicas para superar algunas resistencias del Congreso, reducción drástica del gasto público, modificación de la educación pública gratuita mediante el uso de un sistema de vales, tarificación de la atención médica en hospitales estatales y residencias médicas, público (seguridad)-privado (hotel ) la gestión del sistema penitenciario, la privatización de las empresas que generan pérdidas, la derogación de la ley del aborto y el establecimiento de la protección del niño contra daños son todos cambios propuestos. , por nombrar algunas, son solo algunas de las sugerencias a las que me refiero; Sospecho que estaré totalmente de acuerdo con muchos de ellos.

Milei contradice directamente el teorema mencionado hasta el punto de que cabe preguntarse si él, que evidentemente carece de estructura territorial para sustentar su candidatura, cuenta con un equipo técnico fuerte para ocupar los puestos clave de la administración pública (que, en todo caso, sería resueltas por la propia vocación argentina de acudir en auxilio del vencedor), del número de fiscales necesarios en toda la nación para defender sus votos, y del número de jueces necesarios para supervisar el proceso.

El jueves, Cristina Fernández fue la única actriz en un programa conducido por un recién convertido a su fandom; obviamente, no le hicieron preguntas incómodas, pero aun así, ella misma mostró un temor nunca antes visto