Karin Silvina Hiebaum Corresponsal
En mi viaje a Baleares en el mes de febrero, para apoyar la campaña del PLIE (proyecto liberal español), tuve una gran charla con diferentes españoles y de ahí decidí escribir esta reflexión.
Un valioso libro de Michael Freeden sobre el liberalismo recién publicado nos puede ayudar a entender la inmensa polisemia de esta palabra que tantos partidos diferentes reivindican hoy.
acuerdo con el barómetro del CIS de enero de este año, un 10,3% de los entrevistados se define como liberal. De hecho, un 8,6% de los votantes de Podemos se declara liberal. Ese mismo mes, Pedro Sánchez afirmaba en una entrevista que aspira “a representar no solo a la parte socialdemócrata de nuestro país, sino también a esa corriente liberal que representa [la] tolerancia, el respeto a las minorías, los derechos y las libertades”. Ciudadanos se declara reiteradamente liberal y forma parte del ALDE, el grupo liberal del Parlamento Europeo. Francisco José Contreras, un pensador político influyente en Vox, ha publicado un libro titulado ‘En defensa del liberalismo conservador’. Pablo Casado habla de un renovado “contrato liberal” para regir la política española.
Por eso que resulta lógico preguntarse qué demonios significa la palabra “liberal”. Porque es evidente que significa muchas cosas, quizá demasiadas. Y por ahora solo me he referido a España: en Estados Unidos, significa “muy de izquierdas”; en Francia, “bastante de derechas”; en Reino Unido, “progresista pero no tanto, partidario del libre mercado, pero con matices”, y así podríamos seguir.
No existe una única, inequívoca cosa llamada ‘liberalismo’. Todos los liberalismos que han existido, y que existen, seleccionan deliberada o inconscientemente ciertos ítems del enorme repertorio liberal acumulado y excluyen otros, porque algunos elementos son incompatibles entre sí y porque las modas y prácticas intelectuales cambian.” Lo dice Michael Freeden en ‘Liberalismo. Una introducción’, un valioso libro recién publicado por la editorial Página Indómita que nos puede ayudar a entender un poco la inmensa polisemia de esta palabra que resulta. Pero eso no significa establecer qué es el verdadero liberalismo: seguramente no exista (lo cual es bueno), aunque cada uno tengamos nuestra propia definición y nos irrite ver cómo otros utilizan el término con un contenido completamente distinto. Aun así, como veremos, hay límites.
Un territorio común
Freeden establece un territorio común que todos los liberalismos, al menos en teoría, deberían compartir. “¿Cuáles son las ideas que, independientemente de su posición espacial o de su peso relativo dentro de cada manifestación del liberalismo, se pueden encontrar en todos los liberalismos?”. Freeden señala siete: las nociones de libertad, racionalidad, individualidad, la creencia en el progreso, la sociabilidad (la idea de que, más allá del individualismo, somos interdependientes los unos de los otros), el apego a los universales humanos (hay derechos y rasgos que conciernen a todos, sea cual sea nuestra religión, nacionalidad, etnia o cultura) y la necesidad de limitar el poder.
El objetivo del liberalismo no es tanto la existencia de un partido puramente liberal, sino que todos los partidos asuman partes del ideario liberal Estas ideas pueden ser compartidas por muchas personas que ni siquiera se consideran liberales, pero estoy de acuerdo con Freeden en que deben estar en el centro de cierta visión del liberalismo. Por eso mismo, muchas veces se afirma que el liberalismo, en este sentido amplio, es la ideología ganadora de nuestro tiempo. Quizá, como se ha dicho reiteradamente, su objetivo no es tanto la existencia de un partido puramente liberal (ya vemos lo difícil que es eso), sino que todos los partidos asuman partes del ideario liberal, aunque sean pequeñas. Por fortuna, creo que eso ya ha sucedido en buena medida, sobre todo en cuestiones relacionadas con el pluralismo, la tolerancia y un sistema de mercado más o menos grande. Pero como dice Freeden, no todo lo que se llama liberalismo lo es: “el uso retórico del término ‘liberal’ es común en algunos círculos que, evidentemente, no son liberales: con demasiada frecuencia, dichos círculos emplean la expresión de un modo laxo, limitado y particularmente tendencioso (…). El objetivo puede ser resguardarse bajo el paraguas del liberalismo para endulzar algunas píldoras desagradables, como las que los no liberales desean que la gente se trague. Muchos partidos populistas y de derechas han tomado ese camino en los últimos años. Otras veces, la intención puede ser crear una caricatura hostil del liberalismo (…). Ese es el camino tomado a menudo por marxistas o por pensadores posmodernos”. Creo que es una descripción muy precisa. Lo mejor del libro es que reconoce el pluralismo del movimiento liberal y acepta las tensiones internas de sus diferentes versiones ‘Liberalismo. Una introducción’ apareció en su versión original inglesa dentro de la colección ‘Very Short Introductions’, una serie de la Oxford University Press que publica libros introductorios, de carácter un poco académico, a cuestiones complejas. Como la mayoría de ellos, esta es una obra útil e ilustrativa, que aclara conceptos y ordena la discusión. Pero lo mejor del libro de Freeden es que reconoce el pluralismo del movimiento liberal y acepta las tensiones internas que tienen sus diferentes versiones, y al mismo tiempo denuncia que su polisemia es enorme, pero no total, y que no basta con creer en una forma u otra de libre mercado para alardear de ser liberal.
En cierto sentido, pues, el liberalismo ha triunfado. Lo que ya no sabemos bien es qué significado dan a la palabra los políticos y los pensadores de partido cuando la utilizan. En España, por ejemplo, las ideas económicas de Keynes suelen identificarse como la antítesis del liberalismo, cuando Keynes fue siempre un liberal. Es más, fue miembro del Partido Liberal británico y dijo -y pensemos en ello para estas elecciones inminentes- que “es probable que el Partido Liberal no pueda servir al Estado de mejor forma que proporcionando ministros a los gobiernos conservadores e ideas a los gobiernos laboristas”. ¿Les suena?