El líder de China, Xi Jingping, y el presidente de Rusia, Vladímir Putin.

Karin Silvina Hiebaum – International Press

La Unión Europea se está tomando en serio la elusión de las sanciones impuestas a Rusia por la guerra en Ucrania.
Después de imponer a Rusia diez rondas de sanciones a una velocidad récord, se ha hecho dolorosamente claro que no todo está funcionando según el plan. Bruselas ha detectado un aumento inusual de las exportaciones de productos fabricados en la UE a países situados en la periferia de Rusia o políticamente próximos al Kremlin.

Casualmente, estos productos, que incluyen piezas de maquinaria, válvulas, grúas, semiconductores, productos químicos e incluso electrodomésticos como microondas, lavavajillas y congeladores, están estrictamente prohibidos en el comercio UE-Rusia.

Estas transacciones anómalas no suelen corresponderse con las necesidades económicas o las tendencias históricas de los países compradores, lo que lleva a los responsables políticos a concluir que gran parte de estas mercancías se desvían subrepticiamente a Moscú y se utilizan para apuntalar a las fuerzas armadas que intentan invadir Ucrania.

En otras palabras, elusión.

Esto explica por qué el nuevo paquete de sanciones de la UE, aprobado este miércoles tras mes y medio de negociaciones entre bastidores, tiene como objetivo principal reprimir la evasión. Las sanciones afectan a tres empresas de Hong Kong, dos de Emiratos Árabes Unidos, dos de Uzbekistán, una de Siria, una de Armenia y una de Irán, todas ellas sospechosas de ayudar al Kremlin a hacerse con productos incluidos en la lista negra.

Es la primera vez que empresas con sede en China, uno de los mayores socios comerciales del bloque, se ven directamente implicadas en la dura respuesta de la UE a la guerra de agresión rusa.

Pero la verdadera novedad del último paquete de sanciones es una herramienta radical que permitirá a Bruselas perseguir a países enteros, y no a empresas concretas, sospechosos de permitir la elusión. La herramienta se activará cuando la evasión se considere generalizada, sistemática y duradera, y tenga lugar en una variedad de empresas, y restringirá la venta y transferencia de un producto, o grupo de productos, al país bajo escrutinio.

En la práctica, la herramienta declarará al país cómplice activo en la elusión, o al menos como participante permisivo que hace la vista gorda.

Sin embargo, tendrá sus inconvenientes.

Los funcionarios de la UE insisten en que la herramienta se activará como “último recurso” en circunstancias excepcionales, cuando otros métodos, como las relaciones diplomáticas y las restricciones selectivas, no hayan dado resultado.

La Comisión Europea sólo propondrá la activación tras realizar un análisis exhaustivo de los datos y entablar consultas con el país sospechoso. A continuación, los Estados miembros decidirán por unanimidad si siguen adelante.

El mecanismo se aplicará a los productos incluidos en la lista negra que sean ensamblados por empresas de la UE o en territorio de la UE, y no a los fabricados en otros lugares, y que podrían aumentar la capacidad de Rusia para hacer la guerra en Ucrania.

“No apuntamos a proveedores alternativos”, ha asegurado una fuente europea. “Siempre hay un vínculo con la UE”, ha avisado.

Una vez activada, la herramienta antielusión será objeto de revisión constante y se desactivará si el país sancionado ofrece garantías suficientemente convincentes de que la elusión se erradicará definitivamente.

Dadas las estrictas condiciones para superar y los riesgos diplomáticos que conlleva señalar públicamente a otro país como facilitador de la elusión, es poco probable que la nueva herramienta se active con frecuencia y regularidad.

En su lugar, funcionarios y diplomáticos sugieren que David O’Sullivan, enviado especial de la UE para las sanciones, utilizará el mecanismo como una estrategia para incitar a los países a respetar la normativa del bloque. En los últimos meses, O’Sullivan ha viajado a Emiratos Árabes Unidos, Turquía, Kirguistán, Kazajstán, Uzbekistán, Serbia y Armenia, y la próxima visita está prevista a Georgia.

The EU’s latest spring to put a stop to countries that help Russia evade sanctions

Karin Hiebaum de Bauer

The European Union is taking seriously the circumvention of the sanctions imposed on Russia for the war in Ukraine.

After imposing ten rounds of sanctions on Russia at record speed, it has become painfully clear that not everything is working according to the plan. Brussels has detected an unusual increase in exports of products manufactured in the EU to countries located on the periphery of Russia or politically close to the Kremlin.

Coincidentally, these products, which include machinery parts, valves, cranes, semiconductors, chemicals and even appliances such as microwaves, dishwashers and freezers, are strictly prohibited in EU-Russia trade.

These anomalous transactions do not usually correspond to the economic needs or historical trends of the buying countries, which leads political leaders to conclude that much of these goods are surreptitiously diverted to Moscow and are used to shore up the armed forces that are trying to invade Ukraine.

Given the strict conditions to overcome and the diplomatic risks involved in publicly pointing out another country as a facilitator of circumvention, it is unlikely that the new tool will be activated frequently and regularly.

Instead, officials and diplomats suggest that David O’Sullivan, the EU special envoy for sanctions, will use the mechanism as a strategy to encourage countries to respect the bloc’s regulations. In recent months, O’Sullivan has traveled to the United Arab Emirates, Turkey, Kyrgyzstan, Kazakhstan, Uzbekistan, Serbia and Armenia, and the next visit is planned to Georgia.

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