Desde la llegada de Pablo Gonzáles a la petrolera YPF, la mayor empresa estatal de la Argentina, fue tomada como un “botín de guerra” y poco a poco la estructura se plagó de dirigentes de La Cámpora, todos cercanos a Máximo Kirchner y leales a la condenada vicepresidente, Cristina Kirchner.
La gestión de González al frente de la compañía fue tan desastrosa que, hace un mes alcanzaron una caía histórica – de las tantas que venía teniendo – y cotizando a la baja en Wall Street, con un -4,5. No se trataba de un rendimiento que extrañara al Mercado ni a la Industria. De abril 2022 a julio 2022 cayeron un 49%y de julio de 2023 a septiembre 2023 sufrieron otra caída del 27%. Con esos números negativos, cualquier CEO, o directivo de una empresa petrolera privada habría sido “eyectado” de su sillón; pero en el caso de González en la empresa estatal podría ser motivo de estudio. Porque el peor presidente de la compañía en su historia, no sólo fue sostenido en el cargo, sino que además se lo premió con la posibilidad de rodearse de un grupo de “militantes” a su servicio. En realidad, al servicio de Máximo y Cristina.
Los más “veteranos” funcionarios de la compañía tenían en claro que el santacruceño “no sabía nada de petróleo” y que su puesto estaba absolutamente condicionado por la política; pero nunca se imaginaron que, pese a su falta de idoneidad, González pretendiera conducir los destinos de la empresa valiéndose de otros ineptos en la materia.
Esto se materializó hace dos años cuando creó la denominada “Unidad Presidencial”, en donde convocó al exsubsecretario de Energía Eléctrica Federico Basualdo, Santiago Carreras (quien en su momento fue el encargado de cerrar el trato con Messi para que publicite la marca YPF; también el economista Hernán Lechter y Santiago “Patucho” Álvarez, el amigo del Máximo Kirchner cuya renuncia se conoció la semana pasada en medios de versiones de posibles investigaciones por corrupción por viajes a Qatar.
Los resultados de la gestión de esta “banda” están a la vista y el fin de ciclo también alcanza a YPF; no sin algunos escándalos.
Pretensión audaz
Así llegó YPF a su realidad de hoy; y ese es el contexto en el que trascendieron renuncias masivas con González a la cabeza; en una lista que incluye al industrial y diputado masista Ignacio de Mendiguren, el exgobernador de Mendoza Celso Jaque y la exdiputada peronista (cercana al Instituto Patria) María del Carmen Alarcón. Todos miembros de la cúpula de la compañía.
Tal vez sería una actitud entendible (la de renunciar) en el marco de la llegada de una nueva gestión; pero lo que volvió a superar la capacidad de asombro de todos, es la pretensión expuesta hacia adentro de la compañía, de cobrar indemnizaciones, como si hubieran sido despedidos
Según reveló el medio especializado Econojournal, “la idea inicial de dirigentes camporistas en YPF como “Santiago “Patucho” Álvarez, Desiré Cano, Santiago Carreras, Darío Garribia, Matías Bezi, Federico Basualdo y Hernán Letcher era cobrar una indemnización como si estuvieran siendo despedidos de la compañía”. La nota que da detalles del ambiente que se vive hoy en YPF fue firmada por el periodista Nicolás Gandini, y expone una situación que genera sorpresa y polémica por la audacia de la pretensión de estos funcionarios.
Si bien Gandini aclara que algunos de los que renunciaron no estarían del todo de acuerdo en “cobrar” estas indemnizaciones. A su vez, el diario La Nación indagó al respecto y la respuesta que obtuvo de fuentes de La Cámpora que hasta ahora tenían injerencia en la petrolera fue que “la mayoría ya renunció, y los que no renunciaron es porque tienen tareas pendientes que hay que finalizar. Pero nadie se va a querer quedar”, admitieron.
Por otra parte, se menciona que en la nota de Econojournal se citan fuentes de YPF que dijeron estar “trabajando con las indemnizaciones”, que de producirse alcanzarían montos millonarios, cercanos a los US$100.000”.
En definitiva, la gestión de González en YPF termina como comenzó, sin la intención de llevar a la mayor empresa estatal del país a la eficiencia y la productividad en beneficio del país; y claramente, buscando beneficio propio.