Nos encontramos en un momento decisivo en la historia de la humanidad, en el que el mundo está al frente de una crisis inminente: alimentar a la población global del futuro. Con una población proyectada a superar los 10 mil millones hacia 2050, el desafío de incrementar la producción alimentaria en un 60% es monumental. Pero, si tenemos en cuenta que la agricultura aporta cerca del 30% de las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera, ¿cómo produciremos suficiente comida, saludable y nutritiva, sin poner en riesgo al medio ambiente?

En esta misma encrucijada, el cambio climático ha hecho cada vez más difícil tener cultivos de calidad o siquiera, tenerlos. Tan solo este año, fenómenos como incendios, huracanes y tormentas tropicales han hecho que producciones enteras de cultivos desaparezcan. Esto, más allá de mejorar se espera que solo empeore con el tiempo. Se calcula que estos fenómenos se han duplicado en los últimos 30 años y podrían derivar en más de 122 millones de personas en inseguridad alimentaria y pobreza en los siguientes siete años.  

Las superpotencias del futuro 

Esta situación ha hecho que la competencia por recursos naturales también sea una constante. Lo vemos en países de Medio Oriente, en donde la batalla por recursos como el agua y producción de comida se intensifica, lo cual ha colocado a la agricultura en el centro de la discusión política y económica mundial. En un mundo en que la escasez de recursos continuará, en veinte o treinta años, las potencias no serán aquellos países con petróleo, oro o una divisa fuerte; serán potencias quienes puedan producir alimentos. Es aquí donde los países de Latinoamérica tienen una oportunidad única para adquirir influencia y ventaja en el escenario global. 

Esta región no solo cuenta con los recursos naturales suficientes, hectáreas de tierra potencialmente arable y una ubicación geográfica privilegiada, sino que también se está convirtiendo en la fuente de frutas y verduras más importante. De acuerdo con datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) cerca del 90% de la producción total de la región se destina a exportación. Tan solo en 2021, la región fue responsable del 17% de las exportaciones hortofrutícolas globales. Su impresionante historial en la exportación y su enorme potencial de crecimiento la posicionan no sólo como un jugador clave sino como el líder esperado en el mercado alimentario global.

Los verdaderos protagonistas del cambio

Sin embargo, más allá de hablar de naciones como un intangible, debemos hablar de aquellos que lo hacen posible. Latinoamérica cuenta con más de 15 millones de agricultores responsables de la producción de alimentos y que a pesar de ello, son una industria con poca visibilidad en el panorama internacional. 

Los agricultores enfrentan diariamente numerosos retos, desde la volatilidad de los precios hasta la falta de acceso a mercados globales y tecnologías avanzadas; además de que conllevan todo el riesgo en la producción y comercialización de sus productos si algo sale mal. En el contexto de un mercado global, hemos relegado a los agricultores a un mundo de opacidad y fragmentación, en el que no cuentan con la certeza necesaria para poder subsistir, planear, invertir, crecer o expandirse. 

Si queremos que nuestra visión de Latinoamérica como una potencial mundial sea una realidad, es momento de voltear a ver a quienes pueden hacer esto posible. Para esto se requiere una fuerte inversión, de gobiernos e iniciativa privada, en tecnología, infraestructura y expansión de sus redes comerciales. 

El mundo y su supervivencia están en un punto de inflexión. El objetivo es que, para 2031, el mundo comience a mirar a Latinoamérica como la región preferida para obtener frutas y verduras. 

Pero, si queremos que además en 2050 la región sea la principal fuente de producción hortofrutícola para la población mundial, entonces los próximos años serán determinantes en la consolidación de Latinoamérica como un proveedor clave en el panorama alimentario mundial. 

Dándole la importancia que requiere y tomando acción inmediata, es como los países de la región podrán ser superpotencias en esa fecha no tan lejana y con los agricultores, tantas veces relegados históricamente, al frente de esta vital transformación.