El gobierno iraquí, cercano a las posturas de Teherán, anunció represalias contra Estados Unidos por lo que considera una violación de su soberanía

Paso a paso, la tensión bélica en Oriente Medio aumenta a la par que la región se precipite en una pendiente sin fin hacia el conflicto total.

Estados Unidos ha ejecutado esta noche una oleada de ataques de precisión contra milicias terroristas financiadas por Irán en Irak. El objetivo fueron tres instalaciones que el Pentágono localizó en una base aérea iraquí.

El secretario de Defensa estadounidense, Lloyd Austin, confirmó el ataque y explicó, en declaraciones recogidas por The Guardian, que «las fuerzas militares estadounidenses llevaron a cabo ataques necesarios y proporcionados contra tres instalaciones empleadas por la milicia Kataeb Hezbolá (conocida también como Hezbolá iraquí), respaldada por Irán, y otros grupos afiliados a Irán en Irak».

«Estos ataques de precisión son una respuesta directa a una serie de ataques contra el personal de Estados Unidos y de la Coalición en Irak y Siria por parte de milicias patrocinadas por Irán», añadió Austin.

Se refería el secretario de Estado de Defensa al ataque el sábado contra la base aérea iraquí de Ain al Asad fue alcanzada por misiles balísticos y cohetes lanzados por milicias proiraníes en Irak. Cuatro miembros del personal estadounidense sufrieron heridas graves con lesiones cerebrales irreversibles.

No se trató de un incidente aislado. Desde el inicio de la guerra de Gaza, las fuerzas estadounidenses en Irak y en Siria han sufrido 150 ataques por parte de milicias financiadas por Irán.

Estados Unidos mantiene una pequeña presencia militar de 900 soldados en Siria y 2.500 en Irak que desempeñan tareas de asesoramiento en materia de seguridad a las autoridades locales para prevenir el resurgir de núcleos terroristas de Estado Islámico.

El gobierno iraquí –que mantiene una afinidad política con Irán– consideró que el ataque estadounidense es una «agresión intolerable» y anunció «medidas para preservar la vida de los iraquíes».

«Es una agresión y una flagrante violación de la soberanía iraquí que no ayuda a bajar la tensión», advirtió el asesor de Seguridad Nacional iraquí, Qasem al Arayi.

Todos los grupos atacados por Estados Unidos, incluido el Hezbolá iraquí, forman parte de una coalición de grupos armados chiíes y proiraníes denominado Fuerzas de Movilización Popular, que cuentan también con el patrocinio y la protección del gobierno iraquí.

El grupo funciona como contrafuerte para apuntalar al gobierno chií proiraní de Bagdad, a la vez que defiende los intereses iraníes en Irak.

Sin embargo, en una sociedad como la iraquí donde aproximadamente la mitad de la población es suní y la otra mitad chií (con una pequeña minoría cristiana), el creciente poder de las Fuerzas de Movilización Popular es un fuerte elemento de discordia.

La discriminación a la población suní por parte del gobierno chií fue, precisamente, la chispa que provocó el auge de Estado Islámico en el norte de Irak durante el verano de 2014.