La cancelación del Gran Premio de MotoGP argentino ha sido la última consecuencia del recorte presupuestario del nuevo gobierno del país.
La llegada de Javier Milei a la presidencia del gobierno argentino prometía un cambio en las políticas del país y, como reconoció desde el inicio, “un periodo duro con unas decisiones” que iban a cambiar el modelo vivido hasta ahora. Lo que no entraba en los planes y en los grandes titulares era que afectara de manera inmediata al deporte albiceleste y los tradicionales eventos en su suelo.
El grito de ¡Afuera! que popularizó durante su campaña electoral, acompañado en algunas ocasiones con una motosierra en la mano, avisaba de que llegaría un periodo de recortes en costes que consideraba superfluos. En principio, los más señalados eran los gastos en cargos políticos de diferentes ministerios, pero en estas primeras semanas también ha repercutido en competiciones que se celebran en Argentina.
El pasado miércoles, la empresa Dorna, propietaria de la organización del Mundial de motociclismo, anunciaba la suspensión del Gran Premio de Argentina que se iba a celebrar en el circuito de Termas de Río Hondo el primer fin de semana de abril y que este año cumplía el 10º aniversario de su estreno. Por lo tanto, la tercera cita del campeonato no se llevará a cabo y el calendario se quedará en 21 carreras.
“Debido al entorno actual en Argentina, el promotor del evento ha comunicado que actualmente no puede garantizar los servicios necesarios para que el Gran Premio se lleve a cabo en 2024 de acuerdo a los estándares de MotoGP”, escribían en un comunicado conjunto la Federación Internacional de Motociclismo, la asociación de equipos y la propia Dorna. Ante la noticia, el expiloto y propietario de la empresa organizadora Orly Terranova señalaba, en declaraciones en VisionAuto, directamente al gobierno de Milei: “No tuvimos ninguna respuesta, ninguna, a los pedidos al gobierno nacional efectuados en diciembre y en lo que ha pasado de enero. El gobierno nacional no apareció, no gestionó, no cumplió”.
Otro de los eventos suspendidos en las últimas semanas tiene que ver con los Juegos Olímpicos del próximo verano. Buenos Aires iba a organizar la última y decisiva Copa del Mundo de espada en el ranking olímpico para terminar de dilucidar los esgrimistas que conseguirán su clasificación a París 2024. Entre ellos, el español Yulen Pereira, que necesita una remontada tras iniciar tarde su competición en este ciclo olímpico por su participación en Supervivientes y una lesión a finales del año pasado, se iba a jugar allí una hipotética plaza olímpica junto al equipo. Estaba agendada del 22 al 24 de marzo y también ha sido suspendida.
La Federación Internacional de Esgrima ya anunciado que, por la importancia de la cita, ha tenido que buscar una alternativa con urgencia para que se celebre y no interfiera en los puntos totales del ranking. En los últimos días, se ha dado a conocer que se ha llegado a un acuerdo para que la capital georgiana Tbilisi sustituya a Buenos Aires.
Recortes de presupuesto y privatización de clubes
Además de los eventos que se celebran en suelo argentino, las decisiones del nuevo gobierno también están perjudicando a los deportistas del país. La degradación del Deporte a una subsecretaría dependiente del Ministerio del Interior provoca una reducción a la mitad del presupuesto. Esto, según varios medios argentinos, pone en riesgo las inversiones en infraestructuras, los clubes de barrio y la organización de competiciones de cantera en las diferentes disciplinas. Por si fuera poco, los deportistas paralímpicos dependen de la financiación de las escuelas deportivas y, a siete meses de los Juegos en París, podrían ver afectada su preparación.
Esta situación se une al provocado, ya desde la campaña electoral, con los clubes de fútbol. Los planes de Milei para privatizar las entidades deportivas con el método de Sociedades Anónimas Deportivas despertó un fuerte rechazo entre los clubes que llegaron a mostrarse en contra de los planes en comunicados publicados de manera conjunta. Como esta, las modificaciones de la Ley del Deporte podrían romper la independencia de las organizaciones deportivas e, incluso, provocar sanciones a deportistas y federaciones argentinas a nivel internacional.
“No hay dinero“, responde el gobierno de Milei a los periodistas que consultan sobre la inversión en deporte en este año olímpico. Tres palabras que señalan a las claras cuáles serán los planes para este y los futuros años del nuevo dirigente argentino, que también ha decidido meter su motosierra y su ¡Afuera! en el deporte.