Por Jorge Sánchez

Los enfoques de la complejidad se proponen explicar fenómenos que no son lineales, trazan una trayectoria histórica y producen cambios por la interacción de agentes que siguen intereses propios bajo circunstancias generalmente cambiantes. Resultan en la emergencia de nuevas configuraciones de la realidad que tienen condición de irreversible. Este es el caso de los procesos sociales. Genéricamente organizan la división del trabajo y la distribución del poder. El mercado y las instituciones representativas en la modernidad occidental.
Meses atrás el electorado argentino decidió sacar del poder al progresismo hegemónico durante más de dos décadas. Tiempo suficiente para reducirlo a un disfraz que escondió el obsceno oportunismo de buena parte de su dirigencia. Literalmente, confirmamos la Ley de Hierro de las Oligarquías. Con ella, Robert Michels bautizó al fenómeno que aleja paulatinamente a los líderes revolucionarios de las masas, para convertirlos en conservadores y hasta perpetradores al ejercer el poder. Tal como atestiguan en Argentina los indicadores sociales de varias instituciones incluido el INDEC.
La preferencia electoral de 2023  resultó en un gobierno cuya agenda precipita cambios que ya operaban en la región sur de Chubut. El más importante sin dudas es el agotamiento del patrón de desarrollo regional. El reciente anuncio de YPF S.A. consignando su decisión de prescindir de activos de baja productividad solo hace ostensible una circunstancia anterior. El cambio tecnológico y la transición energética rezagan el atractivo de la principal actividad de los últimos cien años. A la recíproca, durante ese período fue organizada siguiendo un modelo corporativista que no promovió el desarrollo de nuevos mercados, sino la distribución de rentas. Ello, junto a otras circunstancias como la habitual volatilidad económica nacional han inhibido inversiones en otras explotaciones que desaprovechan la enorme dotación de recursos naturales y genéticos de la región. Lo que enfrentamos en este sentido es la estricta contracción de las actividades.
Lo anterior no significa la ausencia de alternativas. Pero motorizarlas depende menos de alguna voluntad planificadora que de los incentivos institucionales ofrecidos en el tiempo para el desarrollo de actividades económicas. Junto a la volatilidad económica nacional, la restricción más importante es un sistema político orientado a la captura de rentas estatales. No solamente por el desperdicio de recursos públicos que representa  como viene quedando en evidencia en la ciudad y en la provincia. Sino además por el demérito a la empresarialidad que inhibe la función social de generar nuevas actividades demandantes del empleo de recursos y de generar riqueza promoviendo la calidad de vida en la región. La necesidad por cambiar es evidente. Los agentes del cambio o las relaciones que lo vehiculicen, todavía no. No dejemos de pensar. 

Jorge Sánchez es Consultor Asociado en Claves ICSA Master of Business Administration por Broward International University, Diplomado en Políticas Públicas por UNPSJB, Diplomado en Economía Austríaca por ESEADE y en Negocios Internacionales por UNLZ. Las imágenes son producciones del artista local Mauro Esains.