La arista más peligrosa de Javier Milei, el presidente argentino, es su política de guerra social. Con enloquecidos discursos trata de darle cobertura ideológica y convertir a su credo a sectores acomodados y conservadores que creen que podrían beneficiarse. Que la mayoría de sus conciudadanos , incluidas sus víctimas, le haya votado no habla de vigor democrático si no de desesperación social.
La politóloga Antonella Marty asegura que el presidente de Argentina, Javier Milei, no tiene “empatía” con respecto a la situación de pobreza que enfrentan millones de argentinos. Asegura que Milei vive “en otra realidad” y que no se avizora un repunte en la economía del país, a pesar de las medidas que está tomando el Gobierno.
Milei volverá a España en junio, a recoger un premio del Instituto Juan de Mariana, un grupo autodenominado liberal, que hace unos meses se despachó con un informe en el que aseguraba que los trabajadores españoles pagaban de promedio el 43% de su salario a Hacienda. Un conglomerado de datos mal sumados sobre impuestos, mezclados con cotizaciones sociales y con gastos cotidianos.
Los impuestos, el eterno asunto, son un ariete habitual de las ideologías populistas de extrema derecha para penetrar entre influyentes sectores sociales. Esta semana, algunos de los jefes de los grandes fondos de capital de Wall Street han divulgado que votarán a Donald Trump en las presidenciales de noviembre. Estos son los casos de Stephen Schwarzman, presidente de Blackstone o Bill Ackman, de Pershing Square. Wall Street apoya los planes de nuevas rebajas fiscales, menos intervencionismo y más desregulación, que pregona el convicto expresidente.
Un reducido grupo de personas con ganancias descomunales. Según el Financial Times, 30 altos ejecutivos de esos fondos han incrementado su riqueza bursátil en más de 40.000 millones de dólares desde principios del año pasado. Solo Schwarzman se ha apuntado 12.000 millones. Ciertamente son pocos, pero no desdeñables, pues quienes acaparan tanto dinero tienen maneras discretas de influir en los espíritus de muchos.
En España, algunos líderes políticos, más allá de Vox y Santiago Abascal, coquetean con las políticas económicas de Milei. Y también hay sectores de la derecha política, del llamado liberalismo y del poder económico, que sueñan con que algún día en España se haga algo parecido.
Por ejemplo, Isabel Díaz Ayuso, la presidenta madrileña y una de las más entusiastas admiradoras del libertario, del que ha dicho que “solo con las reformas que Milei aplica se pueden cambiar las cosas, porque lo contrario ya lo conocemos, y es pobreza masiva”. Ella es a la vez impulsora y expresión de la corriente de fondo. Esa es la vía de penetración de las ideas monstruosas en la despensa de verdades oficiales aceptables. Acaban, al final, siendo de uso cotidiano por parte de las fuerzas tradicionales. La italiana Giorgia Meloni es el mejor ejemplo. La potencial aliada de la derecha tradicional, Alberto Núñez Feijóo y Ursula von der Leyen.
Wall Street se ha rendido a las promesas de rebajas fiscales de Donald Trump
Pero ¿es así la realidad de las medidas aprobadas por Milei? Pongámonos al día con las novedades más recientes, pues en apenas seis meses, Milei ha sumido a Argentina en estado de descomposición: política, económica, social e institucional. Pese a la campaña de manipulación informativa orquestada desde su gabinete, ni los números que exhibe resisten una mínima inspección solvente.
Esta misma semana el país ha padecido una crisis de suministro de gas, pese a ser contar con enormes reservas. La causa, la congelación del gasto público que ha impedido finalizar las obras de un gasoducto, llamado Presidente Néstor Kirchner, que transportará gas desde los yacimientos de fracking no convencional de Vaca muerta. Un comité gubernamental de emergencia acordó aplicar “cortes de gas a todas las estaciones de servicio de gas natural comprimido del país”, informaba Clarín. Se evitó dejar sin energía a los hogares recurriendo a la compra de un barco de gas de Petrobrás, la pública de Brasil, país que preside Luiz Inácio Lula da Silva, a quien Milei considera un zurdo peligroso.
Sus políticas presupuestarias han estrangulado de tal manera a los gobiernos provinciales que algunos de ellos han comenzado a imponer aduanas propias -internas- para obtener ingresos con los que pagar los servicios esenciales, dejando en papel mojado la unidad de mercado. Desde febrero, al menos tres -Jujuy, Formosa y Misiones- han recurrido a esa medida. En esas aduanas provinciales, los transportistas que no pagan corren riesgo de perder su carga, confiscada.
En Misiones, han coincidido las huelgas de maestros y sanitarios con las protestas de los policías. Estos últimos se acuartelaron y amenazaron con una huelga si no se les subían los salarios.
Una de las paradojas más llamativas tiene que ver con el Banco central. Hay que recordar la grandilocuente promesa de Milei de derruirlo en cuanto llegase al poder. Lejos de eso, ha multiplicado el recurso al banco emisor para amortiguar la caída en picado del peso, con magros resultados hasta ahora, todo sea dicho.
A más que duplicado las compras de pesos respecto a Sergio Massa, el ministro de Economía del anterior presidente, el peronista Alberto Fernández. Y esto en un vano intento de reducir la hemorragia de argentinos que cambian sus escasos pesos por dólares. Una manera de quemar reservas de divisas a toda velocidad.El apóstol de la no intervención pública y del cierre de los bancos centrales ha convertido al suyo en una de sus principales herramientas de emergencia.
La crítica a los impuestos es el ariete con el que el populismo avanza entre sectores acomodados
La descomposición social tiene cifras ya muy divulgadas, en términos de descomunal pérdida del poder adquisitivo de los salarios y aumento vertiginosos de la pobreza. También de recortes sanitarios o en las universidades. Forzando las cosas, Milei se atribuye una victoria contra la inflación, en abril estaba en el 289% anual, porque la de ese mes fue del 8,8% mensual, cuatro puntos por debajo de la que dejó el anterior gobierno en noviembre. Y esto a costa de una brutal recesión: la economía ha caído un 5,3% en el primer trimestre de este año.
Es inevitable que en Argentina estalle la revuelta social o se desemboque en la barbarie. Llegado ese momento los políticos que como Ayuso jalean a Milei tendrán mucho trabajo para borrar sus palabras de los archivos y las hemerotecas.