El síndrome de Hubris es característico de personas con mucho poder; veamos sus características. – Una descripción de Javier Milei?
Qué es el síndrome de Hubris en psicología El síndrome de Hubris es una patología de índole psiquiátrica que en la que el individuo cree tener el conocimiento de algún ámbito y ejerce un poder sobre otra persona. Dicho de otra manera, en este cuadro clínico la persona abusa de su poder ante otras personas sin tener noción de ello.
Hay algunos síndromes o patologías mentales que no se encuentran clasificados dentro de los manuales diagnósticos clasificatorios de los trastornos mentales (CIE y DSM); sin embargo, muchos de ellos sí que son conocidos por los profesionales de la salud mental y en algunos casos se tienen en cuenta en la práctica clínica con el fin de buscar el mejor tratamiento.
El síndrome de Hubris, que sería uno de esos síndromes que no están recogidos ni en el DSM ni tampoco en el CIE, está caracterizado por un exceso de arrogancia que presentan algunas personas y que sobrepasa los límites de lo que se podría considerar normal, siendo más frecuente en personas con un elevado poder.
En este artículo hablaremos con más detalle acerca del síndrome de Hubris, y para ello explicaremos cuáles son sus síntomas y qué cargos laborales suelen tener en la mayoría de los casos las personas que suelen desarrollar esta alteración psicológica tan poco conocida.
¿Qué es el síndrome de Hubris?
El síndrome de Hubris, también conocido como “síndrome de Hybris” (en griego (ὕβρις, hýbris), que significa desmesura de la arrogancia o del orgullo, fue descrito por primera vez por el expolítico David Owen y también por el psiquiatra Jonathan Davidson para utilizarlo como un cuadro diagnóstico para clasificar el desmedido poder de algunos personajes políticos.
En su investigación acerca del síndrome de Hubris, Owen y Davidson, analizaron los perfiles psicológicos de los presidentes de los Estados Unidos y de los primeros ministros del Reino Unido que había ejercido su cargo en los últimos 100 años y lo que encontraron fue que 7 de los presidentes de los Estados Unidos habían mostrado rasgos de la personalidad relacionados con la arrogancia (Woodrow Wilson, Theodore Roosevelt, Franklin D. Roosevelt, Lyndon Johnson, Richard Nixon, John Kennedy y George W. Bush. No obstante, solamente uno de los presidentes mencionados podría encajar en el diagnóstico del síndrome de Hubris, y ese era George W. Bush.
En cambio, entre los primeros ministros británicos había 4 que encajaban con el diagnóstico de un síndrome de Hubris: David Lloyd George, Neville Chamberlain, Margaret Thatcher y Tony Blair. Además, a parte de los que encajaban con este síndrome, todos los demás primeros ministros analizados habían mostrado señas de poseer un orgullo excesivo (Winston Churchill, Herbert Asquith y Anthony Eden).
El síndrome de Hubris surge en aquellas personas que desarrollan un cambio de personalidad cuando se encuentran en un puesto laboral de poder, como puede ser un alto cargo político; aunque también puede darse en cualquier otro campo como el de los negocios (p. ej., los CEO de las grandes empresas).
En cualquiera de los casos el síndrome de Hubris consiste en el desarrollo por parte de unas personas que se encuentran en un alto cargo de un orgullo extremo, poseyendo una confianza excesiva en sí mismos, junto con unas formas despectivas de comportamiento hacia las demás personas, sobre todo hacia aquellas que se poseen un puesto de trabajo más humilde; lo que hace que todos esos rasgos de carácter conduzcan a esa persona que desarrolla el síndrome de Hubris a comportarse de manera impulsiva, pudiendo llegar a ser incluso destructivo.
Aunque no sea un síndrome que se encuentre especificado en los principales manuales diagnósticos (DSM y CIE), sí que está reconocido dentro de los ámbitos de la psicología y de la psiquiatría, siendo considerado como un subtipo del trastorno narcisista de la personalidad (clúster B).
Síntomas del síndrome de Hubris
Owen y Davidson describieron un cuadro diagnóstico del síndrome de Hubris con los síntomas característicos, siendo estos los que vamos a enumerar a continuación:
- Tiende a ver el mundo como si fuera el escenario donde llevar a cabo su poder y alcanzar la gloria.
- Lleva a cabo ciertas acciones con el fin de ensalzar su propia imagen y autoglorificación.
- Se identifica con la organización, el estado y la nación.
- El sujeto se encuentra obsesionado con su autoimagen.
- Utiliza con frecuencia su poder para la auto-glorificación.
- Posee una confianza excesiva en sí mismo y además muestra desprecio hacia los demás y hace duras críticas.
- Ha sufrido una pérdida de contacto con la realidad, pudiendo haber un aislamiento progresivo.
- Puede llegar a considerarse como un mesías, hablando de un modo mesiánico para hablar sobre cualquier acción suya.
- Tiene una tendencia a hablar de sí mismo en tercera persona y para hablar de nosotros utiliza una forma regia.
- Realiza comportamientos impulsivos e imprudentes.
- Tiene un convencimiento de la rectitud moral sobre sus propuestas sin preocuparse de los costes.
- Realiza sus funciones laborales de manera incompetente, causadas por un exceso de confianza.
- Tiene la creencia de que no debe rendir cuentas a nadie.
- Cree firmemente que las cortes más elevadas (la historia o Dios si es religioso), le absolverán de sus malas acciones.
Relación entre el trastorno narcisista de la personalidad y el síndrome de Hubris
Una vez que hemos visto en qué consiste el síndrome de Hubris y cuáles son los posibles síntomas que habría que identificar para realizar el diagnóstico de un cuadro clínico, conviene explicar cuál es su relación con el trastorno narcisista de la personalidad, ya que podría decirse que el síndrome de Hubris es un subtipo de este trastorno que podemos encontrar clasificado dentro de manuales diagnósticos sobre trastornos mentales como el DSM-5.
En el DSM-5 el trastorno narcisista de la personalidad (TNP) sería aquel patrón de necesidad de admiración, de sentimiento de grandiosidad y de una falta de empatía hacia los demás que suele empezar al comienzo de la edad adulta. Para el diagnóstico de este trastorno de la personalidad, donde quería clasificado el síndrome de Hubris como un subtipo, en el DSM-5 quedan establecidos 9 criterios, de los cuales deben estar presentes al menos 5 o más de ellos, siendo dichos criterios los que veremos a continuación:
- El sujeto carece de empatía.
- Tener un sentimiento grandioso de importancia sobre sí mismo.
- El sujeto considera que es único y especial.
- El sujeto se preocupa por una serie de fantasías sobre poder, amor ideal y éxito ilimitado.
- Considera que tiene un sentido de derecho único y especial.
- Reclama una excesiva admiración.
- Actúa de manera explotadora con los demás.
- A menudo cree que otras personas le envidian y/o es envidioso.
- Se comporta de manera soberbia o arrogante.
Como hemos podido comprobar al ver los criterios diagnósticos del síndrome de Hubris y del trastorno narcisista de la personalidad, hay un alto grado de paralelismo entre ambos trastornos, cabiendo destacar que alrededor de 7 de los 14 síntomas diagnósticos que propuso Owen para el síndrome de Hubris también son característicos del trastorno narcisista de la personalidad. Por otro lado, al menos 6 de los 9 criterios del trastorno narcisista de la personalidad del DSM-5 concierta con el síndrome de Hubris; no obstante, también podemos observar que existen ligeras diferencias entre ambos.
Causas
El síndrome de Hubris no suele desarrollarse de manera brusca, apareciendo sus síntomas de la noche a la mañana, sino que normalmente se suelen ir desarrollando de forma progresiva, pudiendo ser un ejemplo el que vamos a exponer a continuación.
Como habíamos mencionado con anterioridad, el síndrome de Hubris suelen desarrollarlo personas con altos cargos, sea en el ámbito que sea, de manera que al alcanzar dicho cargo, lo más normal es que durante los primeros días o incluso semanas tengan bastantes dudas acerca de sus funciones y también de cada decisión que deberán ir tomando. Pero con el tiempo, si las cosas van saliendo según lo esperado, comenzarán a sentir una mayor confianza en sí mismas y ahí es cuando consideran que son merecedoras del cargo.
Cuando las cosas marchan bien, llegan los halagos, actuando estos como un reforzador que logrará que su ego se expanda y comience a aumentar su autoestima y su autoconfianza, pudiendo alcanzar unos niveles desmedidos. Y, cuando esto se produce, esa persona puede empezar a ser arrogante, de manera que se sentirá indispensable, creyendo que el éxito le va a durar permanentemente y aquí es cuando empieza la soberbia, sintiéndose superior a los demás, provocando que tenga un trato con otras personas distante o puede que incluso despreciativo.
Cuando la persona ha alcanzado un grado de soberbia en su manera de ser y actuar, es cuando puede desarrollar cierta paranoia, de manera que pensará que las demás personas le tienen envidia y también puede llegar a considerar que otras personas le quieren derrocar de su cargo. Esto puede llevar a la infelicidad a esa persona y a los que le rodean, y dificulta que cumpla correctamente con las funciones de su cargo y ello causaría que lo perdiera.
Cuando una persona con síndrome de Hubris pierde su cargo, normalmente se muestra incrédula porque considera que era la persona idónea para ejercerlo, y ello podría causar que cayera en un fuerte cuadro depresivo.
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Brote Psicótico: definición, causas, síntomas y tratamiento
¿Quién puede sufrir un brote psicótico y cómo actuar ante un caso así?
«Brote psicótico» es uno de esos términos pertenecientes al mundo de la psiquiatría y la psicología clínica que han pasado a la cultura popular pero que, a la vez, lo han hecho con una definición un tanto distorsionada: poca gente sin formación reglada en el ámbito de la salud mental tiene claro este concepto.
Por eso, a lo largo de este artículo veremos qué es un brote psicótico, sus características y el tipo de patologías en las que aparece.
¿Qué es un brote psicótico?
Los trastornos psicóticos son enfermedades mentales graves en las cuales la persona pierde el contacto con la realidad. Uno de los síntomas característicos de este tipo de psicopatologías es la aparición de brotes psicóticos, concepto que exploraremos a lo largo de este artículo.
Un brote psicótico es una ruptura de la realidad de forma temporal, y durante este periodo de tiempo la persona que lo sufre no distingue si lo que le sucede es real o ficticio. Imágenes o pensamientos aparecen en su mente como si todo fuese auténtico. Pueden pensar que todo el mundo está en su contra y quieren acabar con él o, por otro lado, pueden escuchar voces en su interior que le dicen que debe suicidarse.
¿Quién puede sufrirlo?
Pero… ¿qué causa un brote psicótico? Parece ser que hay una cierta predisposición genética a padecerla, que unido a factores ambientales pueden desencadenar la presencia de brotes psicóticos. En enfermedades como la esquizofrenia o el trastorno paranoide es posible que, si el paciente no se medica, puedan aparecer varios brotes psicóticos a lo largo de su vida.
Esta ruptura con la realidad puede ocurrir por distintos motivos, y no solamente con estos dos trastornos psicóticos. Algunos pacientes con trastorno bipolar o trastorno límite de la personalidad también pueden experimentar un brote psicótico. En algunos casos, incluso personas que nunca han sufrido un brote psicótico pueden sufrir un único brote tras una situación emocional muy estresante o por el consumo de drogas como la marihuana o los alucinógenos.
Síntomas
En casos de pacientes con trastornos psicóticos, la medicación se hace necesaria para evitar estos episodios. Pero, por lo general, es complicado anticiparse a él y prevenirlo. Lo habitual es que los propios familiares busquen ayuda cuando el propio brote psicótico está presente, y los pacientes suelen ser ingresados temporalmente hasta que los síntomas han remitido.
Sin embargo, existen ciertas señales que pueden indicar este tipo de comportamiento:
- El individuo muestra una conducta de aislamiento social, y puede dejar de ir al trabajo o a la escuela
- Cambios en la forma de vestir y los hábitos, así como un descuido de la apariencia y la higiene.
- La persona muestra una conducta desorganizada, poco habitual, que parece carente de sentido, rara y extravagante.
- Presenta ideas extrañas que no parecen tener ninguna relación con la realidad. Aunque no comparta este tipo de pensamientos con todo el mundo, puede que se lo comente a algunas personas cercanas.
Diferencia entre delirios y alucinaciones
Los delirios y las alucinaciones, ambos presentes en el brote psicótico, no son lo mismo ni se expresan del mismo modo. Los primeros suelen manifestarse en el trastorno delirante o paranoide, mientras que los segundos son típicos de la esquizofrenia.
Pero, ¿qué les diferencia exactamente? Los delirios son falsas creencias. Es decir, creencias erróneas de la realidad sobre un hecho u objeto existente. Son, en otras palabras, una distorsión de un estímulo externo que está presente. Por ejemplo, cuando alguien sufre delirios puede ir caminando por un centro comercial y creer que la gente que se cruza está espiándole para luego darle la información a la policía.
Por otro lado, las alucinaciones son percepciones falsas, como oír, ver o sentir algo que en realidad no existe. Los pacientes con esta condición realmente escuchan o ven cosas, pero esos objetos o voces no están ahí realmente, son invenciones de la mente. Por ejemplo, un individuo con alucinaciones puede creer que le hablan a través de los enchufes de su casa.
¿Qué diferencia hay con los episodios disociativos?
Los casos de disociación son fenómenos que pueden recordar a los brotes psicóticos. Se trata de alteraciones mentales en las que la persona experimenta la realidad de un modo disociado con respecto a la realidad, de un modo similar al que se da en la psicosis. Sin embargo, normalmente en estos casos no se considera que surjan alucinaciones, sino una reacción emocionalmente discordante ante la información percibida o la recordada, y que muchas veces choca con la identidad de la persona.
Por ejemplo, en la desrealización, la persona siente como si todo lo que la rodea fuese de mentira, un decorado sin demasiado valor más allá de las apariencias. Y también hay fenómenos disociativos en los que las caras de los seres queridos no producen una reacción emocional de afecto en la persona.
Tratamiento
Cuando una persona sufre un brote psicótico necesita tratamiento inmediato. Puesto que este es un trastorno grave, el paciente suele ser ingresado para que pueda recibir el correcto tratamiento farmacológico y psicológico. La administración de fármacos antipsicóticos (por ejemplo, el haloperidol o la olanzapina) es necesario para estabilizar al paciente, pero el apoyo psicológico también es imprescindible, pues no solo sirve de ayuda para los pacientes, sino que los familiares también pueden beneficiarse de la ayuda psicológica para poder afrontar esta situación. La psicoterapia es útil para proporcionar información, herramientas y apoyo en estos casos.
En algunos casos (por ejemplo, el trastorno psicótico inducido por sustancias), el paciente no vuelve a sufrir brotes psicóticos en su vida. En otros casos, como la esquizofrenia, los brotes psicóticos pueden volver a aparecer con cierta frecuencia. Es muy importante aclarar que brote psicótico y esquizofrenia no son lo mismo. Aunque a veces pueden confundirse ambos términos y usarse como sinónimos, la esquizofrenia es un tipo de trastorno psicótico de larga duración, mientras que un brote psicótico es una manifestación aguda que tiene una breve duración. El brote psicótico se considera un síntoma positivo de la esquizofrenia.
Así es Javier Milei: del maltrato infantil a consultar a los astros y obsesionarse con el dólar
El candidato más controvertido de Argentina tiene una vida marcada por la tensa relación con sus padres, un vínculo místico con sus perros y una obsesión: la «casta».
Loco o brillante, Javier Milei abriga una certeza: terminará este año millonario o presidente. O ambos. Una realidad muy distinta a la que padeció hace unos años, cuando recurría a amigos para dar charlas como economista y debió optar si comía él o su perro. Pero ahora puede llegar a la Casa Rosada, encarnando la avanzada de una declamada “batalla cultural”. Y acaso esa sea la palabra clave de su meteórico ascenso: Milei encarna un sentimiento social de bronca y frustración que carecía de representación política en la Argentina. Su camino hasta aquí fue arduo. Muy. Cumplirá 53 años el domingo que puede ingresar a los libros de historia. Nació el 22 de octubre de 1970, pero lo poco que se sabe de su infancia y adolescencia es doloroso. Padeció violencia física y psicológica en su casa y bullying en el colegio, contó más de una vez, abusos que lo llevaron a cortar vínculo con sus “progenitores”, como los definió, lejos de llamarlos “padres” o “papás”.
El vínculo con “Beto” (80), colectivero devenido empresario del transporte, y Alicia (72), ama de casa, fue nulo durante años. Solo se restableció cuando el covid-19 dominó el mundo, gracias a la intercesión de dos figuras que resultan decisivas para entender la vida de Milei: el economista Diego Giacomini, el gran y quizá único amigo íntimo que ha tenido -aunque luego siguieron caminos diferentes-, y su hermana Karina (50), su decisivo sostén emocional.
El vínculo fraterno es estrechísimo. Él la define como “el jefe”. O más. Como en septiembre de 2021, cuando Viviana Canosa le preguntó cómo es el vínculo entre ellos. “Vos sabés que Moisés era un gran líder, pero no era bueno divulgando. Entonces Dios le mandó a Aarón para que, digamos, divulgue. Bueno…”, respondió, emocionado. “Kari es Moisés y yosoy solo un divulgador, nada más”, indicó.
De aquellos primeros años le quedaron, también, un apodo y dos aficiones. “El loco”, lo llamaban en el colegio Cardenal Capello del que egresó en Villa Devoto con fama de arquero bueno, aunque agresivo, y con el cancionero memorizado de los Rolling Stones, a quienes rendiría tributo con “Everest”, la banda con la que atisbó la fama de “rockstar”. En la Universidad de Belgrano estudió Economía y completó su primera maestría, que combinó con otra en la Universidad Di Tella, y terminó de consolidar su adscripción a las ideas libertarias o, como él lo define, al “anarcocapitalismo” que pregona, por ejemplo, demoler el Banco Central hasta sus cimientos. Y eso, aun cuando terminó de pagarse los estudios con una pasantía en esa entidad monetaria, tras otra pelea con su “progenitor”.
Sus primeros años en el mercado laboral también lo mostraron lejos de repudiar a la “casta”. Asesoró al legislador nacional Ricardo Bussi, por ejemplo, y fue el economista jefe de la Fundación Acordar, el think tank del entonces gobernador Daniel Scioli. También trabajó en Aeropuertos Argentina 2000 para Eduardo Eurnekian, figura señera del empresariado nacional, con sus conocidos vicios y virtudes. Fueron años duros para Milei. Tanto que debió hacer malabares para llegar a fin de mes. Tanto, que durante años arrastró muy serios problemas con la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP). Tiempos en los que se movía de acá para allá con un solo y gastado traje oscuro a rayas y en los que llegó a pesar 120 kilos por una opción de vida: comió pizzas durante mucho tiempo para así comprarle buen alimento a Conan, su perro.
“Dios es libertario”
La relación con el mastín inglés fue profunda y compleja. Para empezar, Milei lo definió como su “hijo”. Él sostiene que Dios les tiene asignada una misión aún mayor, según coincidió una docena de fuentes consultadas por La Nación durante los últimos meses. Esas vivencias tienen ribetes místicos. Milei ha llegado a sostener entre sus íntimos que él y Conan se conocieron hace 2000 años, en el Coliseo romano. Eran gladiador y león, pero no llegaron a pelear. Porque “el Uno”, como el economista alude a Dios, les comunicó que unirían fuerzas cuando llegara el momento indicado. Y ese momento llegó. En la Argentina de 2023. En sus apariciones públicas o en diálogos con la prensa evitó ahondar por esa senda.
“A mí me han pasado cosas muy fuertes que exceden toda explicación científica”, fue lo máximo que llegó a responder cuando Luis Novaresio le preguntó, por ejemplo, por qué creía en Dios si la existencia divina era incomprobable. Pero Milei está convencido de que “el Uno” le habla, aunque a veces recurra a las dotes tarotistas de su hermana para evaluar en quién puede confiar o a una profesional para conversar con sus perros, algo que no confirmó ni desmintió en una entrevista reciente con el diario El País de España. “Lo que yo haga puertas adentro de mi casa es problema mío”, señaló.
Católico de origen, pero inclinado hacia el judaísmo durante los últimos años, Milei acude al rabino Axel Shimon Wahnish como su guía espiritual mientras estudia la Torá. Tiene a Moisés como su “ídolo” y a Eduardo Elsztain como punto de referencia, lo que lo ha llevado a definirlo como uno de los empresarios locales que más respeta.
—¿Te sentís el Moisés de la política argentina?—, le preguntó Novaresio, luego de que Milei esbozara otra comparación con el gran profeta judío, en abril, año y medio después de aquella entrevista con Canosa.
—No estoy a la altura. Jamás podrías estar en ese lugar, el único profeta que habló con el Creador —se atajó—. Y además, la característica fundamental de Moisés fue su humildad infinita.
Lo suyo es, en cambio, la convicción. Está convencido, por ejemplo, de que “el Uno” y él comparten una visión económica y abreva para sostenerlo en las ideas del catedrático Jesús Huerta de Soto. “Dios es libertario”, pregona el español desde YouTube, donde afirma que “el Estado es la encarnación del Maligno, del demonio, la correa de transmisión del mal”. Milei aplica esa misma visión entre sus interlocutores y rivales, a quienes califica en términos bíblicos. Al jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, por ejemplo, lo definió como “Mefistófeles” ante un interlocutor que dialogó con La Nación.
Antes y después, Milei se reunió un psicólogo, todos los viernes por la tarde, aunque los encuentros terminaron de manera abrupta. El profesional falleció durante la pandemia de Covid-19. Milei “adoraba” a ese terapeuta, coinciden sus allegados. Y luego acudió a otro, ubicado por la zona de Córdoba y Billinghurst, pero terminó por dejar las sesiones. Fueron tiempos en que leía “La muerte de la muerte”, un libro de David Wood y José Luis Cordeiro sobre “la posibilidad científica de la inmortalidad física y su defensa moral”. Pero entre los suyos explicó de otro modo su decisión de cortar con la terapia. “Ya abordé los temas que me preocupaban. Ya estoy curado”, les comunicó.
En público, alude muy poco a esa faceta de su vida, que en parte salieron a la luz en “El loco”, el muy buen libro que publicó el periodista Juan Luis González, semanas atrás. Pero en mayo de 2022, por ejemplo, acusó a Rodríguez Larreta de querer inmiscuirse en su “historia clínica”. “Una de las amenazas que recibo es: o accedo a correrme de la política o cuenta qué psicofármacos tomo”, le dijo a Laura Di Marco.
Para entonces ya había decidido clonar a Conan, tras procesar esa posibilidad durante mucho tiempo. Así lo esbozó en un congreso en la que se abordó el concepto de “singularidad tecnológica”. En público, celebró la idea de la clonación como una forma de acercarse a la eternidad. En privado, buscó un laboratorio en Estados Unidos. Así aparecieron sus cuatro “nietitos”, como los definió, con nombres de economistas. Los mastines ingleses Milton (por Milton Friedman), Murray (por Murray Rothbard), Robert y Lucas (por Robert Lucas).
Fueron tiempos de desafíos emocionales para Milei. Su departamento en el barrio porteño de Abasto –regalo de su padre- lo definió él mismo como lo más parecido a “Kosovo”. Y salió durante meses con la cantante Daniela Mori, otrora integrante del grupo Las Primas. El romance no prosperó, pero ella guarda los mejores recuerdos del economista porque cuando diagnosticaron con cáncer a su hija, él mostró su mejor faceta. “Eso no lo olvidaré jamás”, le reconoce ella.
Sin Giacomini ni Mori a su lado, y muerto Conan, Karina incrementó su ascendencia emocional sobre él. Traducción: poder de influencia y decisión. En los hechos, ella define quién puede acercarse a su hermano o quién recibe la bendición para ser candidato o candidata dentro del espacio. Evalúa “energías” y “constelaciones”, trances y tarot mediante, relataron múltiples miembros de su entorno a La Nación.
Ante la AFIP, Karina Milei figura registrada en el rubro 960990. ¿Qué abarca? Actividades de astrología y espiritismo, entre otros. Pero ella toma con humor los comentarios que la rodean. Al punto que difundió entre sus allegados una foto suya vestida como “bruja”, como ella misma se calificó. Vestida de blanco, de pies a cabeza. Pero también fija límites a Milei tras algunos traspiés mediáticos, como cuando entreabrió la puerta a la venta de órganos.
Turbulencias mediáticas
La relación de Milei con la prensa es ambivalente. Ganó exposición y reconocimiento social, sumó seguidores en las redes, cosechó charlas y asesorías y elevó sus honorarios gracias a su recorrido por algunos canales y radios, pero recela de los periodistas y se enfurece ante cualquier pregunta que esboce siquiera un disenso. Así insultó o destrató a una larga lista de reporteros en todo el país o planteó prerrogativas indebidas, como escoger preguntas y vedar temas. El último cortocircuito ocurrió a mediados de julio, cuando la Asociación de Entidades Periodísticas de la Argentina (Adepa) le respondió con un comunicado.
“A través de su cuenta en Twitter, [Milei] acusó a ‘medios de comunicación supuestamente serios’ de dar un ‘espectáculo vergonzoso’, e impuso condiciones para brindar entrevistas”, denunció ADEPA, que pidió “que las campañas transcurran en torno a debates de propuestas e ideas, y no a partir de agravios, insultos o descalificaciones a medios y periodistas”.
El libertario no puede alegar inexperiencia. Lleva ocho años en el circuito, desde que apareció junto a Giacomini en el programa Hora clave que en abril de 2015 conducían Mariano Grondona y Pablo Rossi por Canal 26, aunque saltó al estrellato gracias al Grupo América, de los empresarios Daniel Vila, José Luiz Manzano, Claudio Belocopitt y Eurnekian, una figura constante en la vida de Milei.
Desde Juntos por el Cambio arguyen que Milei ganó aire en el Grupo América porque sirvió de ariete en la puja que Eurnekian mantenía con el entonces presidente Mauricio Macri por el futuro de Aeropuertos Argentina 2000. Pero eso explicaría apenas una dimensión de la realidad. Porque Milei, con su estilo descontracturado, su lenguaje directo y hasta con sus exabruptos, captó la atención de una audiencia harta de economistas inentendibles y políticos pasteurizados que repiten la papilla preparada por sus equipos de marketing y comunicación.
Todos los parámetros de medición lo confirman. Desde los ranking televisivos y radiales a los índices de lectura online muestran que Milei atrae audiencia, disparando la retroalimentación. Los medios lo convocan porque mide y el economista gana visibilidad en desmedro de otros discursos más gastados o insípidos. El salto a la política se dio entonces por decantación. O casi. Aunque jamás había militado o siquiera mostrado interés por la política, Milei ingresó al ruedo de la mano de otro economista, José Luis Espert, con el que se llevaba mal y terminó peor. Muchos vieron detrás a Eurnekian. Pero reducir su recorrido político al influjo de un empresario también sería un error. Milei llenó un espacio que estaba vacío. O en términos economicistas: encarnó la oferta que parece cubrir la demanda por algo distinto tras dos frustrantes décadas de kirchnerismo y Juntos por el Cambio.
¿Qué lo llevó a dar el salto a la política? ¿Quiso demostrarle al “progenitor” que no era un inútil, como el padre repetía entre sus allegados, en línea con las tortuosas relaciones que Néstor Kirchner, Cristina Fernández y Mauricio Macri mantuvieron con sus padres? ¿Se limitó a acatar los planes que “el Uno” tenía previstos para él y para Conan? ¿Fue un ariete de Eurnekian y otros empresarios para meter una cuña que defendiera sus intereses y debilitara a Juntos por el Cambio? ¿Todo lo anterior? ¿Nada de eso? Una y otra vez, Milei ofreció una respuesta: explicó que había llegado el momento de encarar la “batalla cultural” contra la “casta”, integrada por “chorros”, “parásitos” y “ladrones” de uno y otro lado de la grieta.
Mal no le fue con esa prédica. Las encuestas lo exhiben con chances de llegar a la Presidencia. Y los focus group exponen que muchos evalúan votarlo porque encarna el rechazo a la clase política, la bronca social, porque dice lo que piensa, porque es auténtico, aun cuando esos mismos votantes discrepen con sus propuestas.
Batacazo y traspiés
El primer indicio del “fenómeno Milei” se plasmó en 2021, cuando dio la sorpresa. Salió tercero en la ciudad de Buenos Aires con más del 17% de los votos, porcentaje que fue incluso mayor en las zonas más pobres, para alarma de la clase política e ilusión de aquellos que ven en el credo libertario una oportunidad para refundar el país.
La dolarización fue su propuesta estrella, de la que nunca se apartó desde que descubrió el impacto que ocasionaba en el debate público. Esas ilusiones, sin embargo, acumulan turbulencias. Entre otras, por la expulsión masiva de referentes y militantes de la primera hora –como Carlos Maslatón, Emmanuel Danann, Álvaro Zicarelli, Eduardo Prestofelippo, Mila Zurbriggen o Mario Russo, entre otros-. Milei, su hermana Karina y el operador Carlos Kikuchi los reemplazaron con algunos de los apellidos más icónicos de la vieja política, como Menem y Bussi.
Milei también acumuló denuncias por plagio en sus obras –como las que concentró su libro Pandenomics- y reproches por exigir honorarios que oscilan entre los 3000 y 50.000 dólares por dar una charla, reunirse con potenciales inversores o asistir a un evento, lo que fue confirmado a La Nación por empresarios y consultores al tanto de esos pedidos. Las turbulencias dinerarias también abarcan cómo define su círculo íntimo, quiénes se postularían por el espacio libertario en todo el país. Incluye el uso de partidos que son “sellos de goma” y exigencias en dólares, lo que derivó en una investigación penal por la posible compraventa de postulaciones a concejales, intendentes, legisladores provinciales y nacionales que tramita en los tribunales federales de Comodoro Py.
Eso no es todo. Milei también debe lidiar con las sospechas sobre un acuerdo en las sombras con el oficialismo. Esa presunta componenda que denuncian figuras que se abrieron del espacio, como Juan Carlos Blumberg, le permitiría al precandidato presidencial Sergio Massa definir quiénes se quedarían con ciertas postulaciones en las listas libertarias a cambio de financiamiento u otros beneficios.
Un acuerdo de ese tipo no sería novedoso desde el retorno de la democracia en 1983. Pero lo novedoso esta vez es que Milei podría ganar, según marcan las encuestas. Por eso terminará este año millonario o presidente. Y si eso no ocurre, ya alcanzó su otro objetivo: impulsó la “batalla cultural”. Sacó a los demás políticos de su zona de confort y demostró que las banderas de la derecha pueden ser una opción atractiva entre los que menos tienen.