El prejuicio suele ser, por lo general, negativo. Pueden influenciar notablemente cómo nos comportamos con ciertas personas, y qué expectativas tenemos de ellos. Esto puede ser muy peligroso.


Los prejuicios pueden volverse peligrosos si están ampliamente difundidos. Por ejemplo, a través de medios como periódicos, televisión y radio o a través de las redes sociales. Si las cosas negativas se repiten una y otra vez sobre un determinado grupo, entonces hay que tener cuidado. Especialmente si no existe demasiada difusión de la opinión contraria. De este modo, más y más personas pueden comenzar a creer en ello. Los prejuicios negativos que se desarrollan a gran escala en una sociedad pueden causar tensiones entre los grupos. O que grupos de personas se vean privados de algo o sean tratados de manera desigual, por ejemplo, a causa de su origen, color de piel o religión. A eso le llamamos discriminación.

Si los miembros de un determinado grupo, generalmente una minoría, a menudo escuchan que no pertenecen, a ese grupo le resulta difícil mantener una imagen positiva de sí mismo. Existe la posibilidad que algunos de ellos se aparten de la sociedad.La historia ha enseñado lo que puede suceder si los prejuicios se “propagan desde arriba”. Si, por ejemplo, los políticos intentan ganar votos con ellos. O si un gobierno toma medidas contra un determinado grupo sobre la base de prejuicios. Entonces, las personas son excluidas y perseguidas. Y es así como los prejuicios son realmente peligrosos.

¿Cómo surgen los prejuicios?
Aprendemos desde pequeños a encasillar a las personass. Aprendemos las diferencias entre hombre y mujer, anciano y joven. Y aprendemos que hay personas con otro color de piel o religión. Sin darnos cuenta aplicamos este encasillamiento a familiares, amigos y extraños. Esto puede llevar al prejuicio.

La categorización de personas en casilleros es útil para todos, porque así se puede mantener una visión general, y para poder evaluar adecuadamente las situaciones. Desde pequeños estamos ya aprendiendo a establecer relaciones entre ciertos grupos de personas y cómo se comportan. Por ejemplo: las mujeres son muy protectoras, las personas mayores no son hábiles con los teléfonos inteligentes y los ordenadores. Encasillar a alguien, puede, a veces. resultar útil, por ejemplo, para prevenir algún peligro: a cierto tipos de personas prefieres evadirlas. Todo esto sucede en tu mente, automáticamente, algo así como, lo que se llama, en “piloto automático.” Existe una gran probabilidad que una serie de enlaces que hayas realizado entre “encasillado” y “comportamiento” se hayan afianzado. Y es así como obtienes tu juicio de valor. Entonces, estás seguro que lo sabes. De ese modo surgen juicios prematuros, o prejuicios. Según los prejuicios, asumes que todos los miembros de ese grupo se comportarán de cierta manera. ¿Quizás has aprendido consciente o inconscientemente que las mujeres no pueden conducir un automóvil adecuadamente? Entonces es un juicio prematuro si crees que todas las mujeres, incluso aquellas que no conoces, no pueden aparcar.

¿Esta mal tener prejuicios?
Las historias que se cuentan de unos a otros, son, a menudo, la base del prejuicio. Tal vez hayas visto o escuchado algo acerca de cierto grupo. Quizás has experimentado algo. ¿O recogiste todo tipo de historias de las redes sociales? Esto te permite adquirir prejuicios sobre toda clase de grupos.
Podemos tener una experiencia desagradable con una persona de cierto grupo y, sobre esa base, tener un prejuicio de todo el grupo. Y, de cada individuos de ese grupo. Mientras eso solo ocurra en tu mente, no hay mucho que hacer todavía. Los prejuicios son ideas y opiniones que has desarrollado en tu mente, acerca de ciertos grupos, como hombres y mujeres, y personas con otro color de piel o religión diferente. Mientras no expreses esos prejuicios y no actúes en consecuencia, nadie notará mucho.

Pero muchas personas a menudo no son muy conscientes de sus prejuicios. O piensan que deberían poder decir todo lo que piensan. Si te dejas guiar por tus opiniones y no basas tus ideas en hechos o nunca los ajustas, los prejuicios pueden volverse muy molestos.¿Alguna vez has escuchado un prejuicio sobre ti mismo o sobre un grupo al que perteneces o quieres pertenecer? Entonces sabes que los comentarios hirientes e insultantes pueden llegar a ser muy dañinos.

¿Donde está el límite entre la libertad de expresión y la discriminación?
La libertad de expresión es la posibilidad de decir, escribir, leer y publicar todo lo que quieras. Toda clase de ideas, opiniones y puntos de vista deben ser posibles de expresarse en público. La libertad de expresión es uno de los puntos básicos de los derechos humanos.
La libertad de expresión es un derecho humano importante para todos, pero el derecho a no ser discriminado lo es en igual medida. Nadie quiere ser privado de algo o excluido porque su origen especifico, color de piel o religión. La prohibición de la discriminación es inherente, de la misma manera, al núcleo de los derechos humanos. ¿Qué pasa si discriminas a alguien en público con un determinado comentario? Uno puede expresarse sobre todo lo que quiera, pero ¿dónde está el límite entre la libertad de expresión y la prohibición de la discriminación? En general, la libertad de expresión tiene algunas limitaciones. Por ejemplo, no puedes simplemente revelar secretos comerciales (como datos de clientes o el proceso de producción) o un plan militar del gobierno. Y, en los casos de un estado de emergencia o una guerra, el gobierno puede limitar la libertad de expresión de los ciudadanos. Tampoco puedes culpar a alguien y difundir mentiras sobre otras personas. Y no se puede incitar a la violencia, la discriminación o el asesinato. Si haces eso, en la mayoría de los países, estás cometiendo un delito. Por lo tanto, puede suceder que un juez condene a alguien alegando que él o ella incita a la discriminación. Aunque no siempre está claro dónde se encuentra el límite entre la discriminación y la libre expresión, existen pautas y normas que ayudan a determinar este límite.