El 24 de mayo se celebra el Día Marítimo Europeo. La celebración de esta fecha tiene por objetivo dar a conocer a los ciudadanos europeos la importancia del mar y dar visibilidad a las posibilidades que ofrece. En este artículo, David García Pesquera, estudiante del Máster Profesional de Analista Internacional y Geopolítico analiza los distintos mares del viejo continente y su geopolítica.
La historia europea a través del mar
Tradicionalmente, los grandes imperios como el Imperio Romano, el británico o el español se han construido a través del dominio de los mares. No obstante, en la sociedad internacional actual la posición de control de los mares ha adquirido un rol distinto y es más disuasorio en términos geopolíticos y más comercial en términos económicos.
Si bien el control de los mares a través de puntos clave (Estrecho de Gibraltar, Canal de la Mancha, Bósforo o Estrecho de Øresund) garantiza una posición geopolítica importante, los mayores incentivos se basan en el comercio internacional y la influencia en las rutas marítimas internacionales que en ocasiones avanzan más allá de nuestro continente.
La importancia del mar tiene su reflejo en la posición en el tablero internacional de muchos actores. Cabe recordar que las grandes potencias globales y regionales tienen salida al mar. Tanto Estados Unidos, China, Reino Unido, Francia, India, Alemania, Irán, Japón, Brasil… A continuación, se detallarán algunos de los mares más importantes del continente europeo y sus rasgos geopolíticos más destacados.
Mar mediterráneo
Conocido como Mare Nostrum por los romanos, el mar Mediterráneo ha marcado los pasos más esenciales no solamente de nuestra civilización occidental actual, sino de la civilización global. Desde Mesopotamia, Egipto, la Antigua Grecia, el Imperio Romano o Bizancio, la cuenca mediterránea no tiene un comparativo en ninguna otra parte de Europa, ni en términos geográficos ni históricos.
Se caracteriza por su amplia extensión, dividiendo franjas territoriales claras, mientras que a su vez la presencia de numerosas islas, bahías, penínsulas y estrechos mantienen suficientemente interconectadas todas las zonas bañadas por este mar. Esta pulsión geográfica ha existido siempre, permitiendo un legado cultural común y destacando la influencia greco-romana en mecanismos presentes en nuestra sociedad actual.
A su vez, el mar Mediterráneo concentra mares más pequeños que forman parte de él, tales como el mar de Alborán, mar Adriático, mar Egeo, mar Jónico, mar tirreno, mar Levantino, mar Balear, mar de Liguria y mar de Creta. Todos ellos abarcan un espacio regional propio, pero comparten la misma realidad mediterránea.
El mar Mediterráneo es un cruce de caminos entre tres continentes y un paso clave entre Oriente Próximo (canal de Suez), el sur de Europa y el océano Atlántico (Estrecho de Gibraltar). Es, por lo tanto, una ruta marítima fundamental para el comercio internacional. El principal puerto de contenedores en el Mediterráneo se encuentra en El Pireo, en Grecia, con un tráfico de más de cinco millones de contenedores. Además, destaca Algeciras en el sur de España o Tánger Med en Marruecos.
Algunos de los retos que afronta la cuenca mediterránea europea son los siguientes: la inmigración proveniente principalmente del África subsahariana, el cambio climático con crecientes sequías y las tensiones internacionales presentes en sus inmediaciones como el conflicto Israel-Hamás, la salida de Rusia al mar, la inestabilidad en Libia o los ataques hutíes en el Mar Rojo que ponen en jaque las rutas comerciales que atraviesan el Mediterráneo.
Mar báltico
Situado en el noreste de Europa, este mar baña las costas de Suecia, Dinamarca, Alemania, Polonia, Lituania, Letonia, Estonia, Rusia y Finlandia. Tiene un único punto de apertura, a través del Estrecho de Øresund, que divide Dinamarca y Suecia en las ciudades de Copenhague y Malmö.
El principal debate geopolítico en la zona viene marcado por el equilibrio de fuerzas entre la Unión Europea, la OTAN y Rusia. Desde la caída de la Unión Soviética, las tres naciones bálticas: Estonia, Letonia y Lituania han orientado su desarrollo de cara a este mar y no hacia Rusia, hasta el punto de entrar en la comunidad europea y la OTAN en 2004. Posteriormente y tras la invasión de Ucrania, Suecia y Finlandia han ingresado en el pacto atlántico, rompiendo así con décadas de neutralidad.
Por lo tanto, los contrapesos rusos en la zona han ido disminuyendo. Destaca la ciudad de San Petersburgo (segunda más importante del país) y Kaliningrado, enclave estratégico entre Polonia y Lituania. La presencia de Rusia en estos dos puntos del Báltico y el trascurso del gasoducto Nord Stream, saboteado en septiembre de 2022, marcan las principales tensiones en la región. Se trata de una zona que se congela durante gran parte del invierno, impidiendo así a los buques rusos tener una salida al mar perfectamente operativa durante todo el año, lo que abre el marco del Mar Negro como alternativa.
Mar Negro
El mar Negro baña las costas de Rusia, Ucrania, Rumanía, Bulgaria, Turquía y Georgia, por lo que podemos deducir que es una zona geopolíticamente muy activa. El mar Negro cuenta con otra peculiaridad: su condición hermética solo liberada por el Bósforo a través de la ciudad de Estambul, el mar de Mármara y el estrecho de Dardanelos, todos ellos situados en Turquía.
Pese a ser un mar interior y relativamente pequeño, es un importante paso de caminos, dado que separa Europa y Asia y concentra grandes recursos energéticos como el petróleo y el gas natural. Sin embargo, el punto más destacado en términos geopolíticos es su papel como cauce y vía de salida de los recursos energéticos del mar Caspio como corredor de tránsito hacia Europa.
A su vez, es fundamental destacar el papel de Sebastopol en la península de Crimea como gran puerto de la flota rusa, que no se congela durante los meses de invierno y, por lo tanto, permite una salida al mar que perdura todo el año. Con la guerra en Ucrania, la tensión en las fronteras del mar Negro difumina la capacidad energética de Rusia en la zona en favor de un socio comercial creciente para la Unión Europea, como es Azerbaiyán, en plena ruta del Caspio anteriormente mencionada.
Mar del Norte
El mar del Norte se ubica en el noroeste de Europa, frente a las costas del Reino Unido, Países Bajos, Dinamarca, Noruega, Alemania y Bélgica. No solamente sirve de puerta de entrada del Báltico hacia mar abierto, sino que concentra el paso de rutas marítimas dirigidas a algunos de los principales puertos europeos como Róterdam, Hamburgo o Amberes.
Debido a los recursos en la zona (petróleo y gas), este mar ha garantizado durante años el mix energético europeo, convirtiéndose en una red de seguridad energética a través de los hidrocarburos. Sin embargo, y de cara a afrontar la dependencia rusa, esta zona articula una oportunidad única para desarrollar energías renovables, especialmente la eólica
Se trata de un recurso posible dada las condiciones climáticas de la zona, con fuertes rachas de vientos y mareas en un fondo marino de apenas 95 metros de profundidad. Es una zona rica en términos de pesca y una inversión a futuro, aquí potenciaría al bloque regional frente a una sensación de pérdida de influencia en el panorama internacional.
Europa no debe perder la oportunidad que el noroeste presenta para recuperar posiciones frente a potencias exteriores en auge, que son capaces de condicionar las Relaciones Internacionales de forma más contundente y abarcar el control de los recursos energéticos desde diversos frentes.
Mar de Noruega
Situado en el norte de Europa, frente a las costas del país que le da nombre, el Mar de Noruega alberga uno de los principales yacimientos de petróleo y gas del continente, lo que explica la riqueza de este país. Desde el punto de vista estratégico, este mar se encuentra muy presente en océano abierto y presenta dificultades de navegación durante grandes periodos del año, a excepción de las flotas pesqueras noruegas y rusas preparadas para esas condiciones extremas.
El mar de Noruega posee recursos limitados y no todas las zonas adyacentes están por explotar. Sin embargo, y con base en las expectativas noruegas, el mar de Barents se presenta como la oportunidad perfecta para estabilizar un nuevo frente en el mercado europeo. Se trata de un mar sectorial del Ártico situado en los confines de Noruega hacia Rusia.
Esta zona concentra dos tercios del petróleo y gas natural que todavía no han sido descubiertos ni explotados y, por lo tanto, garantiza en función de estas estimaciones noruegas un caladero de recursos para todo el continente, a la vez que un suministro de riqueza para uno de los países más prósperos del mundo y artífice de la influencia a través del poder blando.
Este impulso por parte de Noruega para continuar produciendo petróleo y gas debe afrontar los equilibrios necesarios que el momento requiere. Así pues, las empresas energéticas deben compaginar un escenario de no dependencia frente a Rusia y ser capaces de producir hidrocarburos de otros lugares a la vez que las cuestiones medioambientales y climáticas están encima de la mesa, lo cual presenta contradicciones a resolver.
En definitiva, cada uno de los mares más importantes de Europa ostenta un reto geopolítico y estratégico distinto que vislumbra la capacidad que tienen los entornos marítimos para condicionar los movimientos en la sociedad internacional. Si bien el Día Marítimo Europeo es desconocido por gran parte de la población, es una fecha importante para entender los retos de futuro y concentrar sectores muy diversos de la sociedad para abrir debates y avanzar en materia económica y política.