esperanza

Caleta Olivia
Actualmente a menudo, si no es que a diario, nos preguntamos explícita o implícitamente, si, “tener esperanza es igual a ser estúpido” y con mis disculpas pertinentes; en cuanto a la “mala” palabra, procedo a continuación, al punto de mi interés.
En el presente histórico dígase modernidad o posmodernidad y en nuestro país o en todo Latinoamérica subyace un descreimiento; casi arriesgaría a enunciar, absoluto, con respecto a un posible cambio o mejoramiento sociopolítico.
Y digo sociopolítico porque es así, tal cual. Ya que la desesperanza o la desconfianza reinante no pasa solo por y con respecto a, la clase dirigente –la cual ya nos tiene saturados- sino que también, a la idea de la palabra, el compromiso y la veracidad de los demás individuos o actores sociales del conjunto al que pertenecemos.
En otras palabras y a modo de ejemplo de ésta afirmación de la no confianza, tenemos mil y un caso concretos para pintar los posibles supuestos, como por ejemplo: asegurarnos de cerrar la puerta antes de dormir, colocar el auto en un estacionamiento, pedir recibos a cada compra, esperar menos del sueldo correspondiente, no dar créditos o dinero prestado sin papeles que aseguren la devolución, no contar nuestros planes a futuro por pequeñeces que fueran, los chicos no prestan hojas y se resisten también con carpetas o tareas, no dejamos de observar ni un segundo la cartera o bolso en caso de estar en un lugar público, la famosa frase “ no esperes nada de nadie” “más vale, malo conocido que bueno por conocer” entre otras; Y así podría seguir enumerando infinitamente.
Sin embargo la enunciación común es “Ya no se puede confiar en nadie” cuando en su lugar deberíamos hacer una profunda reflexión e introspección en cuanto a, el por qué ocurre éste fenómeno que ya ha sido sin dudas naturalizado por completo.
¿Será que estamos- nuestra generación- fallando en algo? ¿Qué es lo que no estamos viendo? ¿Qué herencia estamos dejando a nuestros hijos? ¿Cuál es la sociedad que construimos con cada acción y a cada paso, a cada reflexión interna en la cual nos adentramos?
La desesperanza por la incapacidad de sentir confianza nos está consumiendo. Si bien, la burocracia, las trampas de los capitalistas, quienes no dan un centímetro de espacio sin calcular como explotarnos, se sobreentiende, nos pone en alerta. También creo, es menester interrogarnos… A nosotros, los individuos…¿ qué nos motiva a seguir reproduciendo tales patrañosos comportamientos; en lugar de sincerarnos y de unirnos para mejorar las acciones y multiplicar los buenos ejemplos?
Es que es común escuchar- “yo a mi hijo lo avivo porque no quiero que sea un estúpido a quien jodan toda la vida”, (entiéndase estúpido por generoso y avivo por aconsejo),“éste *tonto ( *por niño bondadoso) comparte con todos, sus golosinas, ya le dije que no sea tan *tonto( *por inocente)”- y repetimos así, el patrón educativo, reproduciendo la sociedad en la cual, no nos gusta vivir; es más, nos aseguramos- con tal enseñanza- de que sea una idéntica, en la que se desarrolle la vida de nuestros hijos.
Y me pregunto, hoy en día, tener y transmitir valores; ¿es una estupidez? Ya sé la respuesta, por supuesto, pero voy mas lejos porque tal respuesta me “sabe a poco”, por decirlo de algún modo, entonces té y me pregunto…
¿Será quizás que nos apropiamos de ese discurso capitalista, egoísta que tanto decimos despreciar y lo hicimos nuestro? o ¿será que en realidad quienes suben a puestos representativos, son la resultante de los de abajo, es decir, de los que llegaron al podio de los menos estúpidos-entre los del pueblo-, los que mejor asumieron la tan maternal enseñanza? ¿El huevo o la gallina?…
Reiterando mi reflexión principal ¿porque tener esperanza se nos torna imposible?, ¿tenemos parte de responsabilidad en el fenómeno?,¿ consideramos al correcto como estúpido?¿cuáles son las causas y las consecuencias de nuestro razonamiento?¿será posible hacer un mea culpa?
En éstas instancias, como en la mayoría de mis dudas o no entendimientos, vienen a mi reflexión las sabias palabras de mi padre ya fallecido aunque no menos presente, “en un país democrático, el gobierno, es representante del, y electo por, el pueblo, por tanto, hija, también, lo refleja”.
Lo que justificaría frases tan populares como: “el país de los vivos”; “Argentina año verde” u otras tantas.
Por todo y sin la intención de ofender sino mejor de reflexionar, dejo ésta puerta abierta nuevamente a tu consideración; querido lector posmodernista, sintiéndome así cumplidora de mi semanal y tan grata tarea.