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(Por Juan Vilaboa) (*)
Si se repasa la historia de Santa Cruz, el tema de la tenencia y la explotación de la tierra es clave para comprender muchos problemas presentes. La llamada “ley de premios” derivada de la campaña de Roca sirvió para que grandes extensiones se repartieran por entonces en pocas manos. Luego los gobiernos radicales suspendieron la entrega de títulos de propiedad y se desarrolló una maraña jurídica que dio lugar a los llamados “presta nombres”.

El fin de la Primera Guerra Mundial (en 1918) trajo la caída del precio internacional de la lana y el fin del régimen de puerto libre de impuestos. Pero esa edad de oro quedaría grabada en muchas mentalidades que siguen pensando que la cría de ovinos y las zonas francas son la base del despegue de la provincia.

Desde los años treinta otro cambio se comenzaba a notar, cada año la cantidad de ganado para esquila y faena disminuía, situación que por entonces se atribuyó a la crudeza del invierno o al viento. Hasta que a mediados de los años ’50 los estudios del ingeniero Alberto Soriano dieron cuenta que el sobrepastoreo, es decir el exceso de ovejas pastando por hectárea ocasiona la desertificación. Hoy las imágenes satelitales muestran inmensas manchas amarillas en la que se evidencia el deterioro de los suelos en Santa Cruz.

La estructuración del estado provincial pensó un Consejo Agrario que se preocupara de legalizar de forma equitativa la tenencia de la tierra y, según la Constitución de 1957, el objeto central está en evitar el latifundio. La preocupación por el equilibrio del ecosistema se fue dando con la creación de sucesivos organismos y legislación generada de modo caótico.

Ganadería ovina

La llegada de las ovejas al sur sirvió para que estas regiones australes del continente se incorporen al mercado mundial en el siglo XlX como abastecedores de carne y lana, por esos tiempos no se pensó que ese animal era el exótico y que alteraría el equilibrio natural. En la Patagonia argentina las especies que atacaban al ganado fueron diezmadas y por diversos instrumentos legales se autorizaba a combatirlas.

Pero este proceso sucedió paralelamente al de la merma en la cantidad de ganado ovino. Así por ejemplo los biólogos observan que la concurrencia de estos procesos pudo haber llevado a que se alteren los modos en los que se adiestran los pumas para obtener su dieta. Pero a la vez de estos felinos tenemos una imagen más alimentada por el cine que por datos reales que nos expliquen su comportamiento.

Los estudios de la fundación Rewilding Argentina que pretenden con collares satelitales tener datos cuantificables de cómo se mueven los pumas puede decirse que muestran un gran contraste con lo que se refleja en un texto reciente Kenneth Urquhart, “El Leonero Urquarty su perro cacique”, donde se muestra la lucha contra el puma como la única salida de su exterminio, para salvar ovejas.

Ecosistema autóctono

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Resulta evidente que la ciencia aconseja recuperar la fauna y flora autóctona, racionalizar y tecnificar los procesos de producción y hasta hacer parte de la renta de los establecimientos el apreciar la fauna. Pero también es cierto que esto requiere de un Estado que comprenda e incentive las transformaciones y de actores predispuestos a cambios de largo plazo.

Hoy el panorama en Santa Cruz es de grandes contrastes, con cientos de estancias abandonadas en la zona centro de la provincia producto del proceso de desertificación, mientras grandes capitales invierten millones en conservar parques naturales.

(*) Vilaboa es investigador, docente de Ciencias Sociales e Historia en la Universidad Nacional de la Patagonia Austral (UNPA).