Por Jorge Sánchez

El efecto combinado del cambio tecnológico y la transición energética ha comenzado a disolver de manera paulatina el patrón de desarrollo de la región. Esto es, si en el mediano plazo el tránsito hacia fuentes de energía alternativas tiende a desconectar a la región de las cadenas de valor de las que todavía participa, el cambio tecnológico en la industria promueve en lo inmediato la migración de capital y empleo hacia la Cuenca Neuquina. No significa la inexistencia de alternativas. La dotación de recursos naturales y genéticos se sabe, es abundante. Pero su incorporación a actividades económicas de significación requiere de capital y tiempo. Mientras al primero lo hemos espantado, al segundo lo hemos dilapidado. Ahí, el desafío colectivo real.
No es un problema de orden técnico relacionado a la instrumentación de las actividades o alguna en particular que entendamos priorizable. Son desafíos de orden económico político. Cómo la sociedad distribuye el poder de su representación y organiza la división del trabajo, determina el funcionamiento de los mercados de bienes y servicios. Su funcionamiento a la vez, comprende entre otras cosas la facilitación o inhibición de nuevos segmentos de la actividad económica. Finalmente esta es la medida concreta de la creación de riqueza, la generación de empleo y en definitiva del desarrollo. Se trata del complejo entorno que determina si las buenas ideas tienen oportunidad de transformarse en intereses concretos y estos en las instituciones que faciliten actividades nuevas referenciadas en aquellas.
El atributo más importante del sistema político provincial es su naturaleza extractiva. No es una circunstancia coyuntural. Más bien es lo que resulta de la conjunción de dos elementos que se han sostenido invariablemente en el tiempo. El primero es la ausencia de una ley electoral que regle la competencia por el poder. Sin ella, esos procesos se reducen a objeto de negociación entre grupos que controlando las organizaciones partidarias, pugnan por el del estado. Lo hacen cooptando a las organizaciones capaces de movilizar el voto de la ciudadanía de una economía organizada corporativamente. Sindicatos y organizaciones sociales. El objetivo es cada vez el establecimiento de candidaturas que reflejen las correlaciones de fuerzas capaces de asegurar el éxito electoral. Poco tiene que ver esta lógica de funcionamiento con la representación social legítima.
Llegados al poder por la vía electoral e independientemente de la filiación partidaria pues la representación social está distorsionada, los elencos ahora gobernantes en control de los recursos estatales, los disponen retribuyendo el favor electoral o el financiamiento proselitista. Distribuyen prebendas entre grupos de interés que incluso se organizan empresarialmente. Explotan contratos adjudicados en procesos tan dudosamente competitivos como opacos. Finalmente asignan responsabilidades ejecutivas de los organismos del estado siguiendo criterios generalmente ajenos a la competencia profesional. Si bien los efectos sobre la hacienda pública son ostensibles, vale subrayar que es el resultado de la ausencia de controles constitucionales al gasto público y la rendición de cuentas concomitante. Este conjunto trata del segundo elemento que ausente en el tiempo, ha resultado en la destrucción sistemática de las finanzas públicas, el sobre endeudamiento provincial y el lucro de grupos de interés capaces de procurarle al estado auxilio financiero a costa de los contribuyentes y usuarios de servicios públicos.
La ausencia de una regla electoral y la inexistencia simultánea de controles constitucionales al gasto en definitiva, han terminado por organizar los mercados corporativos con mayor sensibilidad a la captura de rentas estatales antes que a la explotación de bienes y servicios relacionados con recursos naturales no tradicionales. Serio inhibidor endógeno del desarrollo económico. Si a ello se suma la volatilidad económica nacional que inhibe el financiamiento de proyectos de largo plazo y la atracción de capital, se obtienen los factores exógenos del lamentable subdesarrollo regional. Nuestras opciones de futuro en definitiva, no dependen del entusiasmo tecnológico ó el voluntarismo. Dependen de cómo la sociedad se asigna sus pocos recursos disponibles. Sigamos pensando.

Jorge Sánchez es Consultor Asociado en Claves ICSA Master of Business Administration por Broward International University, Diplomado en Políticas Públicas por UNPSJB, Diplomado en Economía Austríaca por ESEADE y en Negocios Internacionales por UNLZ. Las imágenes son producciones del artista Darío Sander en Puerto Madryn, Argentina.

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