Por Natalia Quilis, docente en Lengua y Literatura
En los últimos días asistimos como espectadores – en riesgo- por los hechos de violencia sociales que se suceden a diario y en todos lados.
El problema es que de algún modo, la población se encuentra insensibilizada respecto a las barbaries que ocurren.
De alguna manera la violencia no solo se instaló sino que además se naturalizó de forma más catastrófica que la misma en sí.
Es decir que en una sociedad en la cual la violencia es naturalizada, el riesgo a la catástrofe se multiplica infinitamente, ya que perdiendo el asombro y naturalizandola o conviviendo con ella como si nada estuviera pasando, nos arriesgamos a instalar una especie de inmunidad reaccionaria ya fuera ésta de asombro o de búsqueda de remedio para poder prevenirla.
Lo que se naturaliza se acepta y deja de percibirse; lo que no se percibe no existe; lo que no existe no debe remediarse…
Desde esa perspectiva se analiza la psicología tanto personal, como familiar, como institucional, comunal o de cualquier grupo social. Para ejemplificar un toque: en una familia en la cual se abusa del alcohol, los niños tienden a concebir que no es malo ya que si, sus modelos a seguir e imitar toman, ríen y viven festejando es algo natural y trae buenos momentos.
Lo mismo ocurre con una criatura abusada si no hay golpes y el abuso es presentado de manera amble o como juego; el niño/a lo entiende como tal ya que en ellos el morbo es inexistente, de ésta manera se está ante un hecho de manipulación constante.
Análisis
Pero claro el niño no es capaz de comprender y mucho menos de analizar la realidad cotidiana ni el cuadro del comportamiento en el cual está inserto, sino que por el contrario, lo asume como correcto y “bueno”.
Cuando crezca recién se dará cuenta o no, que el alcohol es una sustancia que adormece los sentidos y retarda la reacción o también la exaspera porque el individuo que lo consume muestra, bajo sus efectos, su carácter real ya que pierde la capacidad de alerta y con ello la apariencia. En suma se relaja. Lo mismo ocurre con la manipulación del índole que fuere.
Relajación- la de el alcohol u otra sustancia- que no está mal, por cierto, pero eso solo, si es, de vez en cuando.
De igual manera ocurre si en su familia no hay afecto explicito, o si lo hay en demasía, o bien si predominan los gritos y las agresiones verbales o físicas o bien el cinismo en donde el pequeño observa y aprende que es normal decir una cosa diferente y a espaldas, que de frente a los otros o cuando ante el dialogo o las discusiones se arman problemas en lugar de soluciones.
Entonces tendremos seres que aprendieron a ser y naturalizar cinismo, agresiones o gritos, falta de comunicación correcta o huida de la comunicación directa, incapaces de resolver nada porque prima en sus mecanismos de aprendizaje, o la violencia verbal y física, o el chismerio ( cobardía) por la espalda, o la incapacidad de transferencia de mensajes claros, o la envidia por frustraciones acumuladas y el aprendizaje de que, la inconsciencia ya sea por falta de claridad de comunicación, – por efecto de sustancias o por incapacidad comunicativa correcta- es natural.
Otro problema es que suele considerarse en muchas oportunidades, que si todos o si “un grupo” lo hace o lo acepta, “está bien”; sin embargo, lo que está mal siempre está mal.
Cadena
Así es como todo en la vida es cadena y si enseñamos a nuestros hijos a ser violentos ya que todos los escenarios y muchas otras más situaciones lo son si tienen contenido agresivo, tendremos indudablemente adultos agresivos por ende una “saciedad agresiva” por efecto.
Pero, ¿qué es una sociedad agresiva o la violencia ejercida en forma grupal? Una sociedad agresiva es un grupo de individuos que ejercen la violencia, la misma puede ser grupal o bien individual pero si es individual siempre el grupo es cómplice; así encontramos grupos en los cuales el chisme o las amenazas no explicitas o infundadas son como de un acuerdo implícito y bien aceptado.
Fenómeno ante el cual las víctimas, generalmente son los individuos que se oponen al abuso ridículo, el cual generalmente si bien es ilegal, pero está instalado, es decir, mero maltrato vacio o puesta de palos en rueda o inventos sobre cuestiones amenazantes , explotación y abuso o sometimiento del lado más débil del hilo por supuesto; que aunque no son legales, son asentidas por un grupo y repetidas a modo de coro “lorezco” para la explotación de la víctima.
Lo cual en algunos casos es maldad aunque en todos, ignorancia- lo cual no quita que sean agresiones, ya que la ignorancia por elección o por escudo, es también agresión-.
Dispositivos, todos, generalmente sin justificación o fundamento legal ya sea por ignorancia del grupo o por inercia de quienes lo conforman; ya que generalmente son grupos que se ocupan de ejercer violencia grupal en lugar de aprender, porque les queda más cómodo atacar que instruirse en el aprendizaje de dispositivos de leyes o bien porque son incapaces de hacerlo, ya que las capacidades también cuentan y son un ingrediente básico en la” receta para la formación de un violento”…
Es decir: cobardía, vagancia, complicidad, cinismo, hipocresía, manipulación; todas cualidades de violencia aunque sea o no enmascarada.
Grupos
Sin embargo quienes integran los mencionados grupos o quienes se prestan para ser partícipes de tales cuestiones, no son más que personas que han naturalizado éstos sistemas enviciados, generalmente aprendidos desde la infancia y en sus círculos cercanos de desarrollo que les ha tocado en suerte, porque es bien sabido que el adulto bien aprendido, con discernimiento propio y una educación sana, no es capaz de participar en ese tipo de bajezas, ya que puede además fácilmente detectarlas.
Mientras que no es así para quien ignora, que algo le está fallando en su capacidad de libre albedrio o de comportamiento adulto con inteligencia, ya sea emocional o bien intelectual así como comunicativa.
Es así como encontramos seres violentos, no porque hayan aparecido de la nada sino porque existen grupos – caldos de cultivo, formado por seres incompletos, no felices- que forman en violencia, la enseñan y la naturalizan, ya que “la violencia se aprende y se entrena” no es una mera casualidad. Proviene de familias que la enseñan, de grupos sociales que la aceptan y ejercen y de individuos que la permiten o la eligen.
Este fenómeno explota en abusos de menores o en asesinatos con excusas baratas pero en realidad, comienza en casa, entre vecinos envidiosos y pendientes de la vida ajena, grupos laborales llenos de individuos frustrados, en conveniencia y odio, instituciones del Estado y sus pinches derivados, que ejercen el abuso desde el poder para robar y seguir predominando cómodamente y con una impunidad desvergonzada y asombrosa, etcétera.
Lo que resulta curioso en realidad es que cuando estalla, digo, por supuesto, en hechos contundentes, nos santiguamos como si no tuviésemos nada que ver, como si no fuésemos parte, como si no ejerciéramos ningún rol en el asesinato del pibe o el despido del cumpa, o la violación de algún menor de la cual me enteré por ahí… En fin, como si no supiéramos el porqué de la causal de vivir en una sociedad en riesgo constante.
Así seguimos en la rueda indetenible de la mentira, la desvergüenza, la insensibilidad, la ignorancia, la incapacidad de un mea culpa que se agrava a cada paso, lamentablemente de gigante.
Más aún, el ni siquiera encontrar explicación y caer en la afirmación ciega e hipócrita de “decir” creer, fehacientemente que el gatillo, lo apretó “otro” y no yo…