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En momentos en que el país está al borde de la recesión, el hijo de Cristina “juega” a ser dirigente político y rodeado de la militancia rentada de La Cámpora, que aplaude cualquiera insensatez; intenta articular algún discurso motivador para su tropa.
Esto se vió el sábado pasado, en la localidad bonaerense de Avellaneda, cuando agrupaciones políticas, sociales y sindicales ligadas al kirchnerismo participaron de un plenario de militantes, con la consigna ‘Luche y Vuelve, Cristina 2023’.
De movida la consigna era mentirosa: “romper la proscripción” que sufriría la vicepresidente en ejercicio. Algo que ya quedó totalmente demostrado que no existe. De todos modos, la tarea del hijo y sus secuaces es “reclamar” por la candidatura de Cristina en los próximos comicios.
En ese afán, el “dueño” de La Cámpora no duda en castigar a su propio gobierno intentando despegar a su mamá del estrepitoso fracaso de Alberto Fernández en el gobierno. Un gobierno que “armó” ella.
En este contexto de conflicto interno que demuele las expectativas electorales del oficialismo, fue el Ministro de Seguridad Alberto Fernández quien salió a responderle a Máximo en una entrevista con CNN Radio.
Ante la andanada de críticas, Aníbal disparó: “No sé qué quiere decir Máximo”. Para luego hacer un comentario lapidario: “Son las 8 de la mañana y a las 8 de la mañana yo llego al Ministerio a trabajar como un perro todo el día. No sé cuántas horas trabaja él ni qué es lo que hace, porque nunca lo supe”, sentenció exponiendo al hijo de la vicepresidente.
Lo de Aníbal Fernández fue más que ironía; fue una verdad a todas luces que los santacruceños conocemos bien, aunque muchos prefieran ignorar.

Jugando a la política

Desde que el hijo de Néstor y Cristina terminó el secundario siempre se supo que no tenía intenciones de dedicarse a la política; y por eso le pidió al “Lupo” que con ayuda de sus contactos lo hiciera ingresar a alguna institución en la que conseguir el título de “relator deportivo”. Su única ilusión era ser el “locutor oficial de Racing Club”, el equipo de sus amores.
Por “pachorra” o falta de propensión al estudio, ese título jamás llegó y a partir de allí quedó marcada su actividad diaria – además de jugar a la Play Station – que se circunscribiría a cuidar los negocios familiares. En definitiva, lo que hace ahora, cuando “jugando a la política” cuida los negocios familiares y en este caso los intereses económicos y judiciales de su madre.
Que logre un cargo a partir de esta elección y que los fueros y la presión política impidan que la condena a prisión que pesa sobre la vicepresidente se consume, y quede inhabilitada de por vida para ejercer cargos públicos; ese es el trabajo de Máximo y lo hace a través del aparato de La Cámpora.
La pregunta de Aníbal tiene una respuesta: Máximo trabaja de hijo de Cristina.