En otras palabras: muchos pobres y algunos ricos no leen porque aún no han descubierto las felicidades de la lectura.

Karin Silvina Hiebaum – International Press

Dedicado a Laura Lavalle

1 comentario en ¿Son ignorantes los que no leen?

En 2017 Mario Vargas Llosa declaró categóricamente que «Los pobres no leen porque son ignorantes y los ricos (no leen) porque le dan poca importancia a la cultura y la literatura, y también son ignorantes». La frase no es benévola, y gravita con una carga despectiva y arrogante. Peor aún: esa concepción errónea y muy común, que tacha de incultos a quienes no leen, es sumamente perjudicial para la causa lectora.

Me permito disentir con Mario. La ignorancia involuntaria es un defecto, no un pecado, y puede remediarse fácilmente. En otras palabras: muchos pobres y algunos ricos no leen porque aún no han descubierto las felicidades de la lectura. Para los pobres— que somos casi todos incluidos los ricos de mentiras— sobran los motivos para no leer: desidia; inexistencia de bibliotecas, comunidades lectoras e inversión gubernamental; penurias socioeconómicas; prioridades de supervivencia y, en mi opinión la causa más común: falta de cultivación lectora.

Los ricos verdaderos sí leen. Poseen el tiempo, el dinero y la estabilidad mental para dedicarse por largas horas a los placeres del mundo moderno. Suelen leer pragmáticamente; devoran el Wall Street Journal, leenlibros de no ficción, biografías, ensayo, novela, autoayuda… (En las famosas listas que publica Obama no hay mucha poesía, me temo. Es asunto de otro artículo.)

La idea es archisabida, pero la repetiré: algunas personas creen que no les gusta leer; en realidad no han encontrado el libro, el autor o el género que los enganchará. es cuestión de tiempo para que aquel libro que te abra las puertas llegue.
Soy partidario de la lectura y me gusta leer. Es una disciplina que se va desarrollando poco a poco. Nadie corre media maratón el primer día. Si te interesa la lectura, pero no sabes qué leer, investiga y empieza leyendo artículos, piezas breves o resúmenes. No hay que leer Los hermanos Karamasov para disfrutar un libro; puedes disfrutar lecturas hermosas, y breves.

Fuera de las excusas y los motivos reales detrás de la no lectura, también hay una razón más mundana y feliz: leer no es para todos. No tiene por qué serlo. La lectura es un placer segmentado, equivalente al ajedrez, la natación, la cinefilia, el dibujo, el canto, el ciclismo, el fisicoculturismo. ¿Es ignorante quien no lee, pero devora documentales históricos, de divulgación y de investigación? ¿Es ignorante quien no lee, pero acumula y escucha frecuentemente discos (o playlists) de música clásica, de pop, de rock, o de jazz, de música regional? ¿Es ignorante quien no lee, pero compite en un triatlón? ¿Es ignorante quien no lee, pero corre maratones de Netflix?

La respuesta es no.

No existe el Ignorante. Incluso aquellos con poca o nula instrucción académica pueden ser sabios; la educación normativa no siempre es efectiva y a veces no vale nada. (Hay que leer los tuits de ciertos profesores universitarios para saber que la educación superior a veces es una estafa china.)

Los humanos lo desconocemos casi todo, pero si voluntariamente decidimos no indagar sobre arquitectura, teología, danza, fotografía, etcétera, y optamos por deleitarnos en otras disciplinas, nadie puede llamarnos palurdos. Nadie tiene ese derecho.

El mundo no gira alrededor de una biblioteca. Al menos no para todos. Así que, haz deporte, ve una buena película, duerme, cocina o escucha música. Y cuando algún malintencionado te llame ignorante por no haber leído el Quijote, pasa de largo.