Por Natalia Gherardi, Abogada y Directora Ejecutiva del Equipo Latinoamericano de Justicia y Género ELA

¿Por qué es importante impulsar que haya más mujeres en espacios de decisión en general, y en la Suprema Corte de Justicia en particular? Porque es parte de los compromisos que ha asumido el Estado argentino de asegurar la igualdad y no discriminación en el acceso a las funciones públicas y procurar una representación equilibrada de género, tanto en la Constitución como en varios de los Tratados Internacionales firmados. Además, porque no impulsar la candidatura de una mujer implicaría consolidar el retroceso en un tribunal que ha demostrado un particular liderazgo en los avances hacia la igualdad de las mujeres a través de políticas activas para mejorar el acceso a la justicia, como fue la creación de la Oficina de Violencia Doméstica y también el trabajo de investigación y formación que se promueve desde la Oficina de la Mujer. Ambas iniciativas fueron creadas y lideradas por las dos juezas que integraron la Corte.
La experiencia muestra que los momentos de mayor participación política de las mujeres en espacios de decisión coincidieron con el avance de los derechos de las mujeres: los hitos que hemos destacado en la línea del tiempo de estos 40 años de democracia así lo muestran. Lo cierto es que las experiencias que atraviesan a muchas mujeres, aún considerando la gran diversidad de sus trayectorias de vida, hacen al menos probable que incorporen esas problemáticas a la agenda política. Este fue el caso, por ejemplo, de la Corte Interamericana de Derechos Humanos que avanzó en los estándares internacionales en relación a los derechos de las mujeres en los momentos donde se incorporaron juezas en su conformación (pensemos, por ejemplo, en el paradigmático caso Campo Algodonero).
De todos modos, la representación de los intereses de las mujeres no se ven necesariamente reflejadas en candidatas mujeres y es por eso que el objetivo de perseguir la equitativa participación de las mujeres debe ir de la mano de un claro compromiso con la igualdad de género en todas aquellas personas que sean propuestas para integrar la Corte Suprema de Justicia. Varones y mujeres tienen, por igual, el mismo mandato. Las mujeres tienen, además, la posibilidad de contribuir a consolidar una representación más democrática.
Son muchas las candidatas mujeres con trayectoria, formación, integridad, honestidad, compromiso con los derechos humanos y la igualdad de género. Candidatas sobran. La decisión política no parece ir en esa dirección, pero como se trata de un proceso que de acuerdo con nuestra Constitución Nacional requiere el acuerdo del Senado, les tocará a las senadoras y senadores la responsabilidad de tomar partido a favor de la igualdad.
Natalia G ELA


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